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Vayeshev (Shabat Januká): De Yehuda a Yehuda, no hubo otro como Yehuda

By diciembre 8, 2023No Comments

En la Edad Media, en los decenios posteriores a la muerte del gran Maimónides, se acuñó la expresión: “De Moshé (el bíblico) al Moshé (Maimónides), no hubo otro como Moshé” para remarcar la genialidad de este genio filosófico. De manera similar podríamos decir, en relación a la Parashá de nuestra semana que siempre coincide con la festividad de Janucá: “De Yehuda a Yehuda, no hubo otro como Yehuda”. Esta Parashá nos presenta dos relatos centrales del Yehuda bíblico, del hijo de Yaakov, mientras que el relato de Janucá nos presenta a Yehuda HaMacabi, el líder indiscutido de la revuelta macabea. De ellos descendemos y de ellos tomamos nuestro nombre Yehudim, judíos, y en ellos podemos inspirarnos. Conozcamos sus historias y sus enseñanzas.

El Yehuda Bíblico

  • La Mediación

Yehuda es el cuarto hijo de Yaakov, hijo de Lea. Hasta nuestra Parashá no encontramos ninguna historia de este personaje que hasta este momento transita la Torá sin pena ni gloria, como un hijo más de todos los hijos del patriarca. Sin embargo, en esta Parashá su personalidad comenzará a revelarse. Yosef es el hijo predilecto de Yaakov; los hermanos lo odian. Lo odian tanto que cierta vez, encontrándose lejos de la casa de su padre cerca de Dotán (la actual Jenin), piensan en matarlo. Según el Midrash, esa fue la sugerencia de Shimon y Leví (ya en la Parashá pasada habían demostrado su naturaleza violenta). A los hermanos les parece una buena idea para así terminar con los sueños de grandeza y las ínfulas de superioridad de su hermano Yosef. Y sin embargo, en ese momento, Yehuda les dijo a sus hermanos: “What do we gain by killing our brother and covering up his blood? Come, let us sell him to the Ishmaelites, but let us not do away with him ourselves. After all, he is our brother, our own flesh.” (Gen. 37:26-27). Yehuda sugiere que matar a su hermano, por más odio que sientan, es un exceso; no pueden derramar la sangre de su propia familia, sentirán remordimiento y sufrirán esa decisión apresurada y sin vuelta atrás. Sugiere entonces que lo vendan como esclavo. “Midá KeNegued Midá”, medida por media. Yosef soñó que ellos se postrarían ante él como esclavos y ahora ellos lo venden a él como esclavos.

¿Cómo entender esta sugerencia de Yehuda? Rabbi Yoshua ben Karha (Sanedrín 6b) dice que es una Mitzvá “mediar una disputa” y encontrar un punto intermedio. Según algunos, esto es lo que Yehuda estaba haciendo. Se paró como juez y parte y entendió que la propuesta de asesinar a su hermano era demasiado, y sin embargo, comprendió que quizás el ideal sería traer de vuelta a Yosef al hogar paterno. Esto nunca ocurriría ya que sus hermanos estaban con sed de venganza, por lo cual ofrece una solución mediadora/salomónica y sugiere no matarlo ni hacer como si nada hubiera pasado, sino venderlo como esclavo. Para algunos, esta decisión le salva la vida a Yosef y le da una segunda oportunidad. Sin embargo, otros, como Rabi Meir en la misma sugyá talmúdica, dicen “todos los que bendicen a Yehuda están maldiciendo a Dios”. En otras palabras: ¡lo que hizo Yehuda está mal! Venderlo como esclavo es tan terrible como asesinarlo, no debería haber sugerido esta “mediación”, sino que debiera haber tomado coraje y enfrentado a sus hermanos y asegurarse de que Yosef vuelva a su hogar en paz. La primera aparición de Yehuda es como un mediador. El mediador recibe muchas veces más críticas que elogios porque elige el punto medio, se lo considera tibio, sin embargo, muchas veces esos puntos medios son los que consiguen prosperar y permanentes soluciones para las comunidades y la humanidad. Son analistas “fríos” que no se guían por las pasiones del momento, que al comienzo reciben críticas por no “jugársela” pero a la larga son los artífices de grandes cambios “hacia adelante” de nuestras sociedades. Este es Yehuda.

  • El Reconocimiento del Error

El episodio de Tamar ocupa todo el capítulo 38 del libro de Génesis e “interrumpe” la saga de Yosef. Algunos sugieren que no es una interrupción ya que el “descenso de Yehuda” (Gen. 38:1) se debe a un castigo divino por la sugerencia de venderlo como esclavo a su hermano Yosef. Sea como fuere, en este capítulo se nos cuenta que Yehuda tuvo 3 hijos: Er, Onán y Shela. Casó al primer hijo con Tamar y este murió. Siguiendo la ley del levirato (aquella que dice que si un hermano muere sin descendencia su hermano menor debe casarse con la viuda), da a Onán como marido para Tamar. Este también muere. Yehuda tiene miedo de que su tercer hijo también fallezca, por lo cual le miente a Tamar y le dice que Shela (lit. “De ella”) es todavía muy joven, que espere unos años y luego se lo dará como esposo. Pasan los años y nada ocurre. Yehuda nunca pensó en cumplir su promesa. Tamar permaneció como una “viuda en vida” durante años y entonces decide tomar justicia por mano propia y se disfraza de prostituta y se aposta en un camino que frecuentaba su suegro Yehuda. Yehuda la ve (sin reconocerla) y se acuesta con ella. Tiempo después le dicen que su nuera Tamar estaba embarazada. Lleno de furia, la condena a la hoguera. Tamar discretamente le hace saber que el hijo que ella espera es de él. Y en ese momento, él dice a viva voz: “She is more in the right than I, inasmuch as I did not give her to my son Shelah.” (38:26). Reconoce su error. Se perfila como líder, no como un hombre perfecto, sino como aquel que, cuando comete un error, no le tiembla el pulso en reconocerlo públicamente. El Talmud remarca su actitud diciendo “Yehuda reconoció públicamente su error y no se avergonzó” (Sotá 7b), y más aún se dice que Dios lo premió por admitir sus errores e insertó todo Su nombre (el tetragrama- YHVH) como parte del nombre de Yehuda (YHVDH) (Sotá, 10b). Un líder no es quien se presenta como perfecto, ya que nadie lo es; un verdadero líder es quien, cuando comete un error, no teme en reconocerlo y tratar de corregirlo. Ese es Yehuda.

  • La Valentía

La tercera y última aparición del primer Yehuda será en dos parashiot, en la sección de Vaigash. Benjamín está detenido en Egipto por una treta que urdió Yosef. Yehuda le había prometido a su padre tiempo atrás que él mismo se aseguraría de traer a Benjamín de vuelta a su hogar. Su padre le dijo que él moriría si Benjamín no regresa. Y entonces Yehuda “se acerca” (Gen. 44:18) e intenta convencer a través del arte de las palabras y la retórica, apelando a la sensibilidad de aquel monarca egipcio y a la lógica, hablándole tanto al corazón como a la mente, para que deje ir a Benjamín ofreciéndose él mismo reemplazarlo. Yehuda está dispuesto a quedar como esclavo en Egipto (¿Quizás como “castigo divino” de medida por medida por haber sugerido que Yosef sea vendido como esclavo?) en lugar de Benjamín para que este pueda regresar con su padre. Yehuda está dispuesto a sacrificarse por su hermano. Por primera vez en el texto bíblico, un hermano defiende con su propia vida a otro hermano. Caín mató a Abel, Ismael se burlaba de Itzjak, Yaakov y Esav se enfrentaron desde el vientre, Yosef y sus hermanos no es exactamente una historia de amor y fraternidad… y entonces surge Yehuda respondiendo afirmativamente a aquella pregunta que resuena desde el comienzo de la historia: ¿Hashomer Aji Anoji? ¿Soy acaso yo el guardián de mi hermano? Yehuda por primera vez dice sí. Y se la juega por Benjamín. Esta actitud hace que la máscara de Yosef se caiga, Yosef no puede contener su llanto y emoción y revela su propia identidad frente a sus hermanos. Este también es Yehuda, símbolo de valentía y entrega, protegiendo a su hermano aún a costa de su propio bienestar.

  • La Bendición: El León de Yehuda

Por todo esto, Yaakov bendice a Yehuda, antes de morir, diciéndole: “You, O Judah, your brothers shall praise; Your hand shall be on the nape of your foes; Your father’s sons shall bow low to you. Judah is a lion’s whelp; On prey, my son, have you grown. He crouches, lies down like a lion, Like a lioness —who dares rouse him? The scepter shall not depart from Judah… (Gen. 49:8-10). Yehuda demostró grandeza, ingenio, valentía, humildad, entereza y entrega. Es por eso que Yaakov lo considera el gran líder entre todos sus doce hijos. Por eso, Yaakov le dice que de él descenderán los reyes de Israel (“Y el cetro no se apartará de su mano”), y de él desciende toda la dinastía del rey David. Y por otro lado, de aquí viene la asociación de Yehuda con el león (como se puede ver hoy en la bandera de Jerusalén o en vitrales de sinagogas en todo el mundo representando a Yehuda con este animal). Al comienzo, Yehuda fue un cachorro, pero luego se convirtió en un león (ver Rashi ad. loc.), de un cachorro de león sumiso y asustadizo a un gran líder fiel y feroz como un león. Este también es Yehuda y de alguna forma la historia de nuestro pueblo a lo largo de la historia. Hasta la creación del Estado de Israel éramos vistos como mansos y débiles cachorros de león tan solo a la merced de Dios y de los gobernantes de turno; tras la creación del Estado de Israel, el león ha vuelto a rugir dispuesto a defender a sus hermanos y protegerlos.

Yehuda, el Macabeo

Desde Yehuda ben Yaakov, ningún otro personaje bíblico adopta este nombre. Este nombre vuelve a resurgir dentro de los hijos de Matitiahu. Antioco Epifanes IV hacia el año 169 a.e.c. comienza una serie de regulaciones “antijudías” en Judea dominada por los seléucidas. Comienza un proceso forzado de helenización prohibiéndole a los judíos realizar sacrificios, celebrar la circuncisión, celebrar el Shabat, estudiar Torá y otras festividades. Se les obliga a los judíos a atender a los gimnasios griegos, a cambiar sus nombres, etc. Un grupo de judíos devotos, sacerdotes que habían sido expulsados del Templo y reemplazados por otros al servicio del monarca seléucida, comienzan en Modiin hacia el año 167 una revuelta contra los ocupantes. Matitiahu está a la cabeza. Él tiene 5 hijos que lo acompañaban en la batalla. Luego de unos meses, muere en la guerra. Y es reemplazado por su hijo Yehuda, no el mayor sino el que más condiciones tiene para la guerra. Es más, su sobrenombre era Macabi (Macabeo), y será el líder indiscutible en la victoria contra los griegos. No se sabe exactamente de dónde viene su sobrenombre, aunque hay quienes dicen que viene del arameo Makkaba, que significa martillo, por su ferocidad en la batalla. Esto se nos dice sobre él: “Yehuda extendió la fama de su pueblo; como un gigante, se protegió con su coraza y se armó para la guerra. Dio batalla tras batalla, y con su espada protegió a su ejército. Por sus hazañas parecía un león, o un cachorro que ruge tras la presa.” (I Macabeos 3:2-3). Yehuda es el que lleva a grandes victorias a los Macabeos y recupera el control de Jerusalén, reinaugura el Templo y reconstruye las murallas. Pero no terminó allí, continuó con importantes campañas militares extendiendo el territorio de Yehuda al norte, sur y oeste. Se dice que su fama se extendió entre las naciones y que todos le tenían temor y respeto a él y su ejército. Es Yehuda quien hace un pacto con los Romanos para conseguir aliados en su batalla contra los seléucidas. Pero como todo héroe finalmente cae en la batalla. Sus asesores le dicen que no vaya, que es una batalla imposible, pero para Yehuda, huir no es una opción. Sus restos yacen hasta hoy en Modiin. Tras su muerte se dijo: “¡Cómo ha caído el héroe, el que salvó a Israel!» El resto de la historia de Judas, sus batallas, sus proezas y sus grandes hechos son tan numerosos que no han sido escritos.” (I Macabeos 9:21-22). Este también es Yehuda, Yehuda el macabeo símbolo de la valentía, el coraje y un guerrero feroz.

A Modo de Conclusión

De Yehuda a Yehuda no hubo otro como Yehuda. Existieron muchos otros Yehuda en la historia judía. Tras la muerte de Yehuda el Macabeo, recordamos al gran Yehuda HaNasi, compositor de la Mishná, el poeta sefardí Yehuda HaLevi, el rabino Yehuda Loew ben Betzalel (el del relato del Golem de Praga) y el escritor israelí Yehuda Amijai (entre tantos otros). Hombres de letras la mayoría de todos ellos. Sin embargo, el sionismo y el restablecimiento del Estado de Israel nos permitieron reconectarnos con los primeros Yehuda. Con el Yehuda bíblico, el estratega, el mediador, el líder dispuesto a reconocer sus errores, el líder dispuesto a sacrificar su vida por su hermano y con el Yehuda macabeo; el guerrero feroz que defendió a su pueblo contra todos los enemigos, el que defendió su tierra y recuperó la libertad religiosa y cultural judía en la tierra de Yehudá.

De ellos nosotros tomamos nuestro nombre. Somos Yehudim, judíos, por Yehuda ben Yaakov y Yehuda HaMacabi. Somos judíos erguidos, no con rodillas quebradizas como decía Zeev Jabotinsky. Como judíos continuamos el legado espiritual e intelectual, el legado de las letras y las palabras de Yehuda Hanasi, Yehuda Halevi, Yehuda Loew ben Betzalel, Yehuda Amijai y tantos otros, pero también hemos recuperado el liderazgo, el cetro, de Yehuda ben Yaakov y la valentía militar de Yehuda HaMacabi. Nosotros también somos Yehuda, ya no cachorros sino leones.

Shabbat Shalom, Feliz Janucá y Am Israel Jai!

Rabbi Uri

 

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