En nuestra Parashá encontramos el famoso relato de los “Meraglim” (espías). El pueblo de Israel hace poco más de un año salió de Egipto. Moshé alista su ejército para conquistar la tierra prometida pero antes de eso D-s le pide que envíe doce espías, uno por cada tribu, para investigar cómo es esa tierra. Estos espías debían traer testimonio de toda su belleza, cualidades pero también de cómo era el pueblo y el ejército con el cual se encontrarán para pensar la mejor estrategia militar con el fin de conquistar la tierra de Canaán. Al comienzo de la Parashá se enumera el nombre de cada uno de los doce espías. Hasta aquí todo normal. Sin embargo al final cuando recapitula diciendo “Estos son los nombres de los doce hombres que envió Moshe a espiar la Tierra” (Num. 13:16) la Torá agrega un curioso detalle “Y llamó Moshe a Oshea bin Nun Ioshua” (ibíd).
Oshea bin Nun, como era conocido hasta aquel momento, era el líder de la tribu de Efraim (uno de los dos hijos de Yosef) y también uno de los líderes más prominentes de todo Israel ya que este joven se había convertido en el asistente personal de Moshé. Oshea bin Nun, de ahora en más conocido como Ioshua bin Nun, sería luego el continuador de Moshé y quien tras su muerte tomará el liderazgo del pueblo y lo conducirá finalmente a la conquista de la tierra prometida.
Ahora bien ¿Por qué Moshé le cambia su nombre de Oshea a Ioshua? No lo sabemos. El texto calla. Y lo más llamativo es que no es D-s quien le cambia el nombre sino Moshé lo cual nos da a entender que lo hace por iniciativa propia. Este no es el primer “cambio de nombre” del Tanaj, siendo los casos más conocidos los del Génesis cuando Abram pasa a ser Abraham y Sarai pasa a ser Sará. En esos casos es D-s quien les cambia el nombre y le dice que Ab-ram (padre de Aram) pasará a ser Ab-rah-am (padre de una multitud de naciones) y que Sarai (Mi princesa) pasará a ser Sará (La princesa). ¿Pero Ioshua?
La Torá no explica el porqué del cambio del nombre sin embargo la traducción de la Torá al arameo conocida como Targum Pseudo-Yonatan (s. I-II e.c.) traduce el versículo pero agrega “Al ver Moshé su humildad le puso por nombre Ioshua”. ¿Por qué era humilde le cambió el nombre? ¡Exactamente! Si bien todos podemos apreciar la virtud de la humildad, y se dice que Moshé era el hombre más humilde de la tierra, Moshé comprendió que el exceso de humildad no era una buena característica para un líder. El Midrash nos cuenta que a Oshea le costaba mucho hacer valer su voz y prefería evitar el debate aceptando siempre las opiniones de otros príncipes del pueblo. Moshé, con este cambio de nombre, le dice entonces que un buen líder si bien debe buscar la paz y congraciarse con el pueblo y con otros líderes también debe tener el suficiente coraje para hacer escuchar su voz y su opinión. La humildad debe estar acompañada de valentía y de fuerza interior para hacerse oír y luchar por lo que uno cree sin sucumbir siempre a las opiniones de otros.
¿Y como el nombre Ioshua lo iba a ayudar a superar su extrema humildad? Los sabios nos sugieren que el Iah (Yud-Hei) al comienzo de su nombre le da la fuerza de D-s ya que este es uno de sus nombres. Según el Talmud Moshé lo bendijo diciendo: “Que D-s te salve del malvado consejo de los espías” (b. Sotá 34b). ¿Y la Yud? ¿De dónde provenía? Los sabios para esto también tienen una solución: de Sarai. La Yud que D-s le quitó a la matriarca para convertirla en Sará se la entregó a Ioshua al comienzo de su nombre (Bereshit Rabá 47:1). Esa yud de Sarai es la Yud de una mujer fuerte, valerosa, astuta, audaz, una profeta, que sabe luchar por lo que quiere, que se enfrenta a su marido Abraham por el bienestar de su hijo Itzjak. D-s y Sará pasan a ser parte de Oshea para transformarlo en Ioshua.
De esta forma Moshé le enseña a su continuador Ioshua, y a todos nosotros, que la humildad es una buena virtud cuando la misma no nos hace desmoronar y sucumbir sino que se complementa con firmeza y entereza para defender nuestros ideales. Y así lo hará Ioshua por primera vez cuando se enfrente al relato de los otros espías… pero esta es una historia para otra ocasión.
Shabat Shalom,
Rab. Uri