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En el comienzo de Parashat Bejukotai, al cierre del libro de Vaikrá, encontramos una gran cantidad de bendiciones “por seguir las leyes divinas” y una aún una mayor cantidad de maldiciones por ir en contra de Su voluntad. Por ejemplo: “Si anduvieres en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusieseis por obra,  yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto…  Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis… (Lev. 26:4-9)”. Y por supuesto, todo lo contrario, si no seguimos la Ley divina: nuestra economía colapsará, nuestras tierras no darán sus frutos, habrá caos, enfermedades, inestabilidad política, los enemigos nos conquistarán, etc. 

 

En primer lugar es interesante notar que todas estas bendiciones/maldiciones son colectivas y afectan para bien o para mal a la sociedad en general. En nuestra Parashá el “seguir los mandamientos y el buen camino” no es hacia el individuo en particular sino hacia la sociedad en general. Si hay un justo que sigue al pie de la letra la voluntad divina pero la sociedad en general en la cual él vive está corrompida él sufrirá las consecuencias naturales que la perversión de la moral y el orden conllevan. Y por el contrario si en una sociedad de justos y piadosos existe un malvado él se beneficiará de las bendiciones que lloverán por las conductas apropiadas y el respeto a las normas de sus conciudadanos. De alguna forma la Torá nos recuerda que para la religión judía no existe salvación individual en este mundo, es la construcción de una sociedad justa la que nos ayudará a todos a recibir la bendición del Cielo y de la tierra. 

El Ramban, Moshe ben Najman (España, s. XIII), es quien de forma similar nos explica por qué la Torá calla en relación a la promesa del Olam Habá, mundo por venir. En ningún lugar de toda la Torá encontramos ningún indicio de cómo será y cuáles serán las bendiciones del mundo por venir luego de nuestra muerte. El Ramban explica que eso se debe a que el Olam Habá es una recompensa individual que depende de las acciones de cada persona, mientras que las recompensas/castigos en este mundo dependen de las acciones generales de la sociedad y no del individuo. Y es por está razón que la Torá se interesa más en hablarnos del premio/castigo en este mundo ya que la Torá piensa en lo general, en el colectivo y no tanto en el individuo en particular. 

La enseñanza general de la Torá, parece ser, que en esta tierra “nadie se salva solo”. Que la religión debe ser una herramienta no para transformarnos solamente a nosotros mismos en la mejor versión de nuestro ser “a pesar de la sociedad en la que habitamos” sino más bien transformar el mundo en el que vivimos para todos beneficiarnos de sus bendiciones. 

 

Las bendiciones del Olam Habá (mundo por venir) las adquirimos haciendo un Tikun Atzmi (mejoramiento personal de nuestras cualidades morales). 

 

Las bendiciones del Olam Haze (este mundo) las adquirimos haciendo un Tikun Olam (mejorando la sociedad en general que habitamos). 

 

Shabat Shalom,

Rab. Uri

 

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