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Yaakov se enamora de su prima Rajel. Su padre Laban dice que trabaje para él durante siete años y al cabo de aquel tiempo se la dará como esposa. En la noche de boda, sin embargo, le intercambia las hijas y le da como esposa a la mayor, a Lea. Yaakov recién se entera del engaño por la mañana. Y le reclama a Laban sobre por qué lo engañó…

 

La pregunta obvia, sin embargo, es ¿cómo no se dio cuenta durante la noche de bodas que estaba con Lea y no con Rajel? Según algunos maestros esto nos habla del extremo recato de Yaakov que al tener relaciones sexuales no conversó con su esposa por lo cual no reconoció su voz. Otros nos dicen que efectivamente hablaron pero que fue Rajel, al enterarse del engaño que su padre iba a hacer, que decidió enseñarle a su hermana mayor Lea las “señales/códigos” (simanim) que Yaakov le había dado para asegurarse que era ella con quien se casaba (porque temía que su suegro podía llegar a engañarlo) para que su hermana no sea humillada en público en el día de su boda (b. Meguilá 13a). El silencio de Rajel salva el honor de su hermana Lea.

 

Más adelante en la Parashá comenzarán a nacer los hijos de cada una de las esposas de Yaakov. La primera en dar a luz es Lea. Y una y otra vez agradece a D-s por darle a un hijo. Incluso más, el cuarto de sus hijos, Iehuda es llamado así porque ella dijo “esta vez alabaré/agradeceré a D-s” (Gen. 29:35). La capacidad de agradecer es al parecer marca distintiva de Lea.

 

Sobre estás dos matriarcas nos cuenta el Midrash: “Rajel hizo del silencio su vocación y en consecuencia todos sus hijos pudieron ser capaces de guardar secretos; por su parte Lea hizo del agradecimiento su marca distintiva y en consecuencia todos sus hijos fueron capaces de reconocer sus errores y de dar gracias a D-s” (Bereshit Rabá 71:5). Aquí algunos ejemplos:

 

Según el Midrash Benjamin (hijo de Rajel) sabía que su hermano Yosef había sido vendido como esclavo pero aún así decide mantener el silencio. Aún más conocido es el caso de Ester, descendiente de Biniamim, quien cuida el secreto y no revela su verdadera identidad ante Ajashverosh (Ester 2:20). Por otro lado el propio Iehudá (hijo de Lea) reconoce su error al afirmar que fue injusto con su nuera Tamar (Gen. 38:26). Lo mismo hace en más de una oportunidad el rey David, el más ilustre de sus descendientes, quien reconoce sus errores y alaba a D-s en innumerables ocasiones en sus Salmos.

 

El dicho popular judío nos dice “Maase Avot Siman Lebanim – Las acciones de los padres son señales para sus hijos”, en nuestro caso podemos afirmar que “Maase Imaot Siman LeBanim – Las acciones de las madres son señales para sus hijos”. Todos nosotros somos también descendientes a su vez de Rajel y de Lea, aprendamos de ambas el valor de saber cuando guardar silencio y mantener los secretos, de reconocer nuestros propios errores y de poder agradecer. Seamos ejemplo para nuestros hijos e hijas y sigamos el ejemplo de nuestros Avot veImaot, de nuestros padres y madres, patriarcas y matriarcas.

 

Shabbat Shalom,

Rab. Uri

 

 

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