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¿Cómo contamos nuestra historia? ¿Cómo una serie de tragedias o una secuencia de aventuras? De esto se trata nuestra Parashá.

La Torá nos relata en Parashat Ki Tavo que al llegar a la tierra prometida, cada año, los israelitas debían tomar las primicias de la tierra y en señal de agradecimiento debían llevarlas al Templo y allí debían cada año narrar su historia nacional, cada uno de forma particular diciendo: Entonces hablarás y dirás delante de Hashem tu D-s: Arami Oved Avi, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa…” (Deut. 26:5). Cada quien debía relatar la historia antigua del pueblo de Israel desde la epoca de los patriarcas, pasando por la esclavitud en Egipto, continuando con los cuarenta años por el desierto hasta la llegada a la Tierra de Israel. 

Los exegetas, sin embargo, discuten sobre las primeras palabras de esta declaración: Arami Oved Avi. No lo traduje a propósito ya que es una sintaxis compleja que da lugar a múltiples interpretaciones. 

Rashí (1040-1105) traduce esta expresión de la siguiente forma: “Laban el arameo quiso destruir a mi padre Yaakov”. Es decir, para Rashí la historia judía, nace de una tragedia, cuando el malvado de Laban intentó asesinar a su yerno Yaakov, el tercero de los patriarcas. 

Rashbam (1085-1158), el nieto de Rashí, discute con su abuelo y dice que la forma de traducir este pasaje debe ser “Mi padre Abraham era un arameo errante”. Es decir, para este pensador la historia judía comienza con un viaje de Abraham desde la tierra de los Caldeos (corazón de Aram) hasta la tierra prometida. 

Arami Oved Avi. Dos lecturas casi antagónicas de cómo contar nuestra historia. Este debate de nuestros exegetas medievales me lleva a pensar cómo cada uno de nosotros (y nosotros en general como pueblo) narramos nuestras propias historias. Hay algunos que ponen el énfasis en las tragedias que pasamos a nivel individual como colectivo, otros sin embargo ponen el énfasis en los viajes, las aventuras y las peripecias. 

No solamente nuestra historia es la que nos marca sino también cómo decidimos contarla. 

Shabat Shalom,

Rab. Uri

 

 

 

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