La Torá que tenemos frente a nosotros en nuestras sinagogas, aquella que estudiamos día y noche, aquella que nos narra los orígenes de nuestra nación y las principales leyes que continuamos observando luego de más de 3000 años, aquel libro que veneramos, el libro que es nuestro hogar y nuestro destino ¿Qué es? ¿Es Torat Moshe o Torat Hashem? Quisiera explicar mi pregunta para que puedan entender mi argumento.
Si bien teológicamente afirmamos que la Torá es divina (b. Sanedrín 10:1) y perfecta (Salmos 19:7) ¿es a la Torá que tenemos frente a nosotros sobre la cual recae esta afirmación? Mi argumento es que no. Y quisiera explicar por qué. Lo que tenemos en nuestras manos es la versión más perfecta que nos ha llegado de la Torá de D-s pero aún es perfectible porque en realidad nuestro texto es la Torá de Moises, el máximo de los profetas, pero que aún no deja de ser humano y por lo cual falible. Los invito a seguir mi lectura para poder comprender esta aparente herejía que como dicen nuestros sabios “si no estuviera escrito no se podría ni siquiera decir” (b. Rosh Hashaná 17b).
A lo largo del Tanaj (Biblia hebrea) encontramos dos expresiones parecidas pero si las estudiamos detenidamente son muy diferentes. Una es “Torat Moshé” (La ley/enseñanza de Moises) y la otra es “Torat Adonai” (La ley de D-s). La primera hace referencia al pentateuco que hoy reposa en nuestras sinagogas (o algo similar). La segunda es un término más laxo que hace referencia al “camino correcto divino que debemos seguir”. La primera hace referencia a un libro (o conjunto de libros) mientras que la segunda hace referencia a una ética más general.
Es en el libro de Yoshua (8:31-32;23:6) el primero que trae el concepto de “Torat Moshé”. Siendo este el primer libro después del pentateuco podríamos asumir que está haciendo referencia al pentateuco o por lo menos a partes del mismo (la mayoría de los académicos cree que hace referencia a secciones del Éxodo y del Deuteronomio). La expresión “Torat Moshé” también es citado en los libros de los Reyes, Crónicas, de Daniel y del profeta Zejariá. De especial interés para nosotros es que en la época del escriba Ezra, cuando la Torá comienza a ser leída y explicada “a los ojos de todo el pueblo de Israel” la misma es llamada en reiteradas oportunidades también Torat Moshe (Ezra 3:2, 7:6, Nejemia 8:1, 10:30). Un análisis detallado de cada una de estas citas nos permite ver que se está haciendo referencia a un libro o código legal concreto, lo mismo o algo muy similar a la Torá que hoy tenemos frente a nosotros.
Frente a esta expresión la noción de “Torat Hashem” (la Ley de D-s) es mucho menos citada. Aparece solamente una vez en la Torá en sí (Ex. 13:9) y luego en II Reyes 10:31, Jeremías 8:8, Amós 2:4, Isaías 5:24 y en algunas oportunidades en el libro de crónicas. En todos estos casos y especialmente en el libro de los Salmos (1:2, 19:8, 119:1) donde esta expresión aparece una y otra vez una lectura detallada del mismo nos permite ver que no se está haciendo referencia ni a un libro ni a un código legal específico sino a una idea más general de la “Ley/ensenanza/camino de D-s” que el pueblo de Israel debía seguir.
Es en nuestra Parashá, sin embargo, y siguiendo la lectura detallada de los versículos bíblicos pero especialmente la interpretación rabínica clásica, donde vemos está “confrontación” entre la Torá que los seres humanos recibimos y la “Torá” que se encuentra en los Cielos. Es el breve episodio del reclamo de las hijas de Tzlofjad (Núm. 27:1-11) el cual nos permite vislumbrar esta tensión. En resumidas cuentas el episodio nos habla de cinco hermanas hijas de un tal Tzlofjad que le reclaman a Moshé que al su padre morir la ley bíblica no les permite a las hijas mujeres heredar su propiedad en la Tierra prometida y en consecuencia su tribu, la tribu de Menashé, perderá parte de su territorio. Moshé no sabe cómo obrar frente a este reclamo por lo consulta con D-s y este inmediatamente responde: “Bien dicen las hijas de Tzlofjad; les darás la posesión de una heredad entre los hermanos de su padre, y traspasarás la heredad de su padre a ellas”. Y no solo eso sino que paso seguido el propio D-s hace una enmienda a la ley de la herencia de la tierra previamente mencionada diciendo que en caso de que no haya descendientes varones pasará a las mujeres. El reclamo de las hijas de Tzlofjad no solo que no es repudiado por D-s sino que es celebrado y no solo que D-s escucha su reclamo sino que acepta modificar ¡su propia ley!
¿Pero cómo puede ser? Si afirmamos que la ley es divina y perfecta ¿cómo puede sufrir modificaciones (o enmiendas)? ¿Acaso D-s no previó esta situación? Esta no es el único ejemplo en el cual D-s “cambia de opinión” sino que hay varios ejemplos especialmente con Abraham, Moises y el reclamo por el Pesaj Sheni (Segundo Pesaj); sin embargo este es sin duda el más radical y paradigmático de todos.
La explicación rabínica de este acontecimiento es aún más interesante que el propio relato bíblico. Por un lado Rashí dice que las hijas de Tzlofjad “hicieron un reclamo válido” lo cual sienta un precedente maravilloso: cuando creemos que algo es injusto no debemos quedarnos callados frente a lo que aparentemente representa la voluntad divina inmutable en nuestra Torá sino que debemos alzar la voz. D-s, de alguna forma, espera nuestro reclamo para “modificar” su propia Ley. Este reclamo, sin embargo, como enseñan nuestros maestros, debe hacerse de forma respetuosa, inteligente y en el “momento adecuado”. Estas tres características que el Midrash rescata del reclamo de Tzlofjad debe guiarnos en nuestros reclamos por cambios en nuestra tradición. Siempre desde el respeto, el amor, de forma inteligente (con argumentos) y en el momento indicado.
En segundo lugar, el Midrash rescata un detalle hermoso que podría pasar desapercibido. Según el Midrash (Tanjuma, Pinjas #8) D-s le recrimina a Moshé diciendo: “La ley que tú no sabes, las mujeres la saben”. Según Rashí, parafraseando y comentando este Midrash, el problema fue que estas simples mujeres pudieron ver algo que Moshé no estaba viendo; tuvieron una percepción más fina de la ley y de la justicia que el propio Moshé. Este revolucionario Midrash también nos dice que los “judíos de a pie” podemos tener también momentos de intuición y percepción incluso mayor que nuestros grandes líderes y maestros. Que todos tenemos derecho a hacernos propia la tradición y alzar nuestra voz ya que desde nuestro lugar a veces podemos ver cosas que los Gedolim (grandes sabios) en su grandeza no pueden apreciar.
Y ahora sí llegamos al quid de la cuestión. Nuestros antiguos maestros no pueden aceptar que D-s haya modificado la Ley (“ya que D-s es “inmutable” y así también lo es Su ley”) por lo cual solucionan esta aparente contradicción diciendo que lo que reclamaban las hijas de Tzlofjad “era exactamente lo que D-s tenía escrito frente a él [en su Torá] en las alturas” (Sifrei Bamidvar 134:1). Y que tan solo lo reveló en ese instante porque las hijas de Tzlofjad lo reclamaron. Esta “solución creativa” rabínica nos abre entonces una puerta, la puerta que hoy quiero proponerles, la Torá (Ley) de Moises, aquella que le negaba a las mujeres la posibilidad de heredar, es la ley que tenemos frente a nosotros. Mientras que es posible que en los Cielos, frente a D-s, haya otra ley esperando ser revelada a través de nuestros reclamos. Torat Moshé, nuestra Torá, no es idéntica a Torat Hashem, la voluntad divina, sino su más cercana aproximación pero que necesita de la intervención del ser humano, de Su pueblo, para su actualización constante y su perfeccionamiento.
En este sentido la Torá divina es perfecta, nuestra Torá es perfectible. Siempre que vemos una desigualdad, una injusticia en nuestra Torá primero debemos evaluar nuestra sensibilidad moral pero si aún luego de sopesar creemos que la Torá plantea alguna ley injusta quizás nuestra percepción moral permita acercarnos más a la Torat Hashem para perfeccionar la Torat Moshé. Sobre este punto el Midrash es muy claro: “La benevolencia de Dios no es como la benevolencia de los seres humanos, los reyes de carne y hueso tienen más misericordia para los hombres que para las mujeres pero Dios tiene misericordia para todas sus criaturas por igual” (Sifrei 133). Las diferencias legales entre los géneros según nuestros sabios son producto de la historia y mano de los hombres (!) sin embargo para D-s todos son iguales.
En la propia Torá es el reclamo de las hijas de Tzlofjad la cual “modifica/corrije/revela” la verdadera ley. Durante los últimos 2000 años fue la pluma y la interpretación de nuestros maestros siempre sensibles a los cambios históricos y la sensibilidad moral en aumento constante de la humanidad la que nos permitió perfeccionar la Torat Moshé para acercarla más a la Torat Hashem, la que posibilita transformar la Halajá para acercarla a la voluntad divina. Que tengamos siempre el mérito, como tuvieron las hijas de Tzlofjad, de que D-s esté de acuerdo, apoye y alabe nuestras palabras (Sifrei Bamidvar 134:1).
Shabat Shalom,
Rab. Uri