A veces buscamos para encontrar y muchas veces encontramos lo que buscamos. Al comienzo de nuestra Parashá se nos habla de un viaje, de una búsqueda. Moshé manda doce espías, doce buscadores, uno por cada tribu de Israel para “explorar la tierra”. El pueblo de Israel debía prepararse para tomar la tierra de Canaán, la tierra prometida, y para eso debía tener información de sus ciudades, sus habitantes y la cualidad de la tierra. Luego de cuarenta días buscando y explorando la tierra regresan los doce Meraglim (espías). Diez regresan con un reporte negativo: hay gigantes, ciudades fortificadas y es una tierra que devora a sus habitantes. Dicen: no podremos conquistarla. Solo dos, sin embargo, Kalev e Ioshua, afirman que sí podrán conquistar aquella bella y buena tierra de la cual mana leche y miel.
Rabí Iojanan, en el Talmud, sugiere algo muy interesante: “fueron y vinieron (Núm. 13:25-26), esto significa que tal como fueron regresaron. De la misma forma que fueron con una mala intención regresaron luego con una mala intención” (Sotá 35a). Y Rashí es más claro aún: “Desde un comienzo tenían la intención de difamar [la tierra]”. Los Meraglim entonces, según esta lectura, no fueron a buscar evidencias sobre cómo era aquella tierra y cuál era la mejor forma de conquistarla, sino que simplemente fueron a buscar evidencias de sus preconceptos y prejuicios. Los diez espías que volvieron difamando la tierra no fue por lo que encontraron allí sino que ya antes de partir ya habían decidido que aquella tierra sería imposible de conquistar. Y encontraron entonces, sin dudas, evidencias para sostener su postura previa.
De la misma forma nos sucede a nosotros a diario. Con colegas, con instituciones, con partidos políticos… la mayoría de las veces no emprendemos la búsqueda del otro (o de lo Otro) con honestidad y mente amplia para sorprendernos con lo que podemos encontrar sino que vamos a buscar simplemente confirmaciones de nuestros prejuicios. Como los espías: si queremos encontrar lo malo sin lugar a dudas lo encontraremos.
Sin embargo, si esto fue verdad de aquellos diez espías, también habrá sucedido lo mismo con Kalev e Ioshua, también ellos fueron con prejuicios pero positivos. Fueron convencidos de que podrían conquistar la Tierra, fueron convencidos de su hermosura y sus posibilidades… y entonces aunque los doce vieron lo mismo cada uno encontró algo diferente. De la misma forma podemos hacer nosotros en nuestro encuentro con el Otro. No predisponernos a buscar lo negativo (que sin duda tiene) sino lo positivo (que sin duda lo tiene también). Si no podemos apagar nuestro sistema de prejuicios y animarnos a viajar sin prejuicios ni preconceptos que por lo menos salgamos al encuentro de lo desconocido o lo diferente con la intención siempre de buscar lo bueno.
Shabat Shalom,
Rab. Uri – Judaica Norte