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LeZejer (en memoria) de todos los muertos en Merón, por la pronta recuperación de sus heridos y para Refuá Shlemá del Baruj ben Rivká. 

 

Ayer por la noche mientras hacía el asado para Lag Baomer, veía a mi hija traer verduras envueltas en aluminio y a mi hijo recolectando ramas para el fuego, escuchaba algo de música israelí se me ocurrió una pequeña reflexión que quisiera compartir con ustedes en esta víspera de Shabat: 

 

¿Por qué amo ser judío? Porque me da excusas semanales, mensuales, anuales para celebrar la vida y disfrutarla a pleno. Un calendario y un ciclo de vida repleto de festividades y tiempos sagrados para simplemente disfrutar con buena comida, música, enseñanzas y vino. Siempre.

 

En otros tiempos, en otras latitudes, en otras circunstancias nuestros antepasados acuñaron la frase “que dificil ser judío”. En estos tiempos, aún frente a toda adversidad y a los remanentes de antisemitismo que aún quedan en el mundo, me gusta pensar y afirmar casi lo contrario al decir “que lindo ser judío”. Hay quienes ven al judaísmo como una carga familiar, como una obligación religiosa o incluso como un deber para con los que vendrán. Para mi es un placer, un disfrute diario y constante. 

 

En Parashat Emor que leemos este Shabat encontramos la lista completa de las festividades bíblicas. Seis en total. Hoy las conocemos como: Shabat, Pesaj, Shavuot, Rosh Hashaná, Iom Kippur y Sucot. Distribuidas a lo largo del año suman más de 70 días cargados de sabores, sentidos, costumbres, melodías, relatos y ocasiones para juntarnos alrededor de una mesa o en nuestras comunidades para celebrar nuestra historia y disfrutar la vida. 

 

Y este calendario sagrado, que con el tiempo el pueblo judío fue agregando nuevas festividades como Janucá, Purim, Lag BaOmer, Tu BeAv, Iom Haatzmaut… estas nos regalan manantiales a lo largo del año para animarnos a disfrutar la vida y ser felices. No faltan razones en el mundo para la depresión o la angustia. Guerras, enfermedades, violencia, pandemias, desigualdad, grietas… y sin embargo de tanto en cuanto vale la pena intentar dejar todo eso de lado, por unas horas, por unos días, para simplemente disfrutar. 

 

Organizar nuestra vida a través de nuestro calendario nos regala “excusas sagradas” para desconectarnos de la realidad siempre desafiante y conectarnos en tiempos que se encuentran fuera del tiempo. En crear momentos sagrados y eternos a través de una buena comida que rememora las paradas de nuestros antepasados por otros continentes, a través de relatos que nos vivifican y nos transportan a otros tiempos, a través de melodías, cantos y poemas, antiguos y modernos, que nos unen… Los momentos de dolor y de angustia en la vida vienen solos sin que los busquemos, los momentos de alegría hay que buscarlos y construirlos. Nuestro calendario puede ser nuestro mapa en ese camino.

 

Shabat Shalom y Lag BaOmer Sameaj

Rab. Uri

18 de Yiar de 5781

 

 

 

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