“Le dijo Dios a Abraham: Vete para ti, de tu tierra, de tu nación y de tu familia hacia la tierra que te mostraré” (Gen. 12:1)
Nos encontramos en Parashat Lej Lejá, con el llamado de Dios a Abraham. Aquí se inicia el largo periplo de nuestro pueblo. Nuestra historia se inicia con un llamado y con un viaje. ¿Y si Abraham somos todos? La historia de nuestro pueblo se inicia con un viaje y cada una de nuestras vidas son un viaje. De vez en cuando escuchamos un llamado. Para algunos será la voz de Dios, para otros el de nuestra conciencia interior y en otros casos será el consejo de un ser querido. Un llamado a partir. A abandonar lo conocido, nuestra tierra, nuestra nación e incluso a seres queridos para partir hacia un nuevo destino.
Según el Midrash hubiera sido suficiente para la Torá decirle a Abraham Lej (vete) y si esto es así ¿por qué agrega la Torá y le dice Leja (para ti)? Responden nuestros sabios: “vete por tu propio bien, para tu disfrute”. Cuando iniciamos un viaje debemos hacerlo “por nosotros” no por otros. Un viaje no debe ser una escapatoria sino una decisión. No es escapar sino es volver a comenzar. No es por otros sino por nosotros. Dios lo invita a Abraham a abandonar la comodidad de su mundo conocido en pos de un nuevo desafío sabiendo que será para su propio bien.
Y así también debemos hacer nosotros cuando esa voz nos llama. Animarnos a andar incluso hacia lo desconocido (¡Hacia la tierra que te mostraré le dice Dios a Abraham sin indicarle incluso exactamente donde lo llevaría!) porque sabemos que debemos partir. Aunque duela muchas veces por nuestro bien hay que escuchar esa voz y partir. Partir conscientes de lo que dejamos atrás e incluso con los miedos y las incertidumbres de lo que vendrá.
Y ese Abraham somos todos. Salir y emprender un nuevo viaje a veces implica abandonar nuestro país en busca de un futuro mejor, otras veces será abandonar una relación que ya no nos hace bien, otras el desafío de comenzar un nuevo proyecto profesional de forma independiente, algunas veces incluso es redefinir nuestra cultura y nuestra identidad.
En esta Parashá se inicia la historia eterna de nuestro pueblo, la de un pueblo errante en busca de su destino y su tierra prometida.
En esta Parashá podemos todos también iniciar nuestro propio viaje. Nuestro propio Lej Lejá hacia nuestro interior (¡Vete hacia ti!) para saber dónde estamos y dónde queremos ir. Nuestro propio Lej Lejá (¡Vete para ti!) que nos invita a sacudirnos de la comodidad y de lo que conocemos para dar ese paso que aquella voz nos invita a transitar.
Shabat Shalom,
Rab. Uri – Judaica Norte