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Estamos transcurriendo el período conocido como “los nueve días” que corresponden a los primeros nueve días del mes de Av. Según la Mishná desde que ingresamos a este mes debemos “disminuir la alegría” hasta que lleguemos al día nueve del mes, Tisha beAv, el día de “duelo nacional judío”. Este día es considerado por nuestros maestros como la fecha en la cual grandes tragedias le acaecieron al pueblo judío: desde la decisión de Dios de que nuestro pueblo no entraría a la tierra prometida hasta la destrucción del primero y segundo Templo (ver. m.Taanit 4:6). 

 

Los Sabios instituyeron ciertas normas para “disminuir la alegría” e ir entrando en el espíritu lúgubre de Tisha BeAv. Una de esas normativas es no ingerir carne durante esos días excepto en Shabbat ya que según el Talmud “no hay alegría sino con carne” (b. Pesajim 109b). La carne es considerada por la tradición rabínica como un alimento “de la realeza”, un manjar excepcional, destinado para los días especiales. 

 

¿Y si adoptamos la “dieta de los nueve días” durante todo el año? ¿Y si reservamos el consumo de carne solamente para Shabbat y durante la semana seguimos una dieta vegetariana o vegana? Durante mis años fui cambiando mis dietas. En un comienzo comía “de todo” hasta que a los 17 años comencé a comer kasher. Y es el propio estudio de la Torá, complementado con noticias y artículos que leo cada tanto, lo que me ha llevado a replantearme nuevamente mi alimentación. Hace años que vengo diciendome a mi mismo que me “gustaría” comenzar a tener una dieta vegetariana sin embargo “me gusta mucho la carne”. La tentación y el deseo fueron más fuertes hasta ahora que la voluntad. Sin embargo este año he tomado una decisión, quizás no se mantenga en el tiempo, quizas se transforme pero por ahora he decidido tener una dieta vegetariana durante seis días y saciar mi “deseo” una vez por semana en Shabbat. Quiero explicarles porqué.

 

La Torá sin dudas permite comer carne pero limita su consumo. Permite el consumo únicamente de ciertos animales, se prohíbe comer de “animales vivos”, se prohíbe comer la sangre del animal, se prohíbe comer de animales que uno encuentra muertos en el campo. Los animales deben ser faenados a través de un proceso muy meticuloso que debe intentar, aunque nunca es posible del todo, reducir al máximo el sufrimiento animal. Los rabinos incluso llevan al nivel de “mandamiento bíblico” el concepto de Tzaar Balei Jaim – El sufrimiento de los animales, limitando al máximo ciertos elementos que le causan un daño “innecesario” a los animales. Todo esto lleva a que varios pensadores judíos a sostener que “hay claras tendencias hacia el vegetarianismo en el Tanaj”. Así dice el Rav Yosef Solovetchik: “Hay una clara reticencia, casi una falta de voluntad, por parte de la Torá para otorgar al hombre el privilegio de consumir carne. La Torá mira con recelo al ser humano como devorador de animals.”

 

Al parecer, según varios Sabios, el consumo de carne, aunque limitado, es una etapa intermedia en la evolución de la humanidad. El Talmud (b. Sanedrín 59b) sostiene que en el mítico jardín Adan y Eva no consumían carne ya que así dice la Torá:Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Gen. 1:29). Su dieta era vegetariana o más bien vegana. Sin embargo algo ocurrió. La humanidad se corrompió y los hombres comenzaron a matarse entre sí. Esto llevó, según varios autores, a que Dios permita/conceda la ingesta de la carne en los tiempos posteriores al diluvio de Noé: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.” (Gen. 9:2-3). Antes hombres y animales estaban en la misma categoría, ambos vivían de los “productos de la tierra y de los árboles” sin embargo ahora, en un sentido sublimación de la violencia y del instinto de dominar, dirían los psicólogos Dios le concede a los seres humanos la subyugación de los animales y su ingesta. Es una “concesión” contraria a la voluntad original de Dios pero entendiendo también la “debilidad del ser humano”

 

La Torá entonces con sus regulaciones está legislando sobre esta segunda etapa de la humanidad la cual por deseo se ve llevada a consumir carne animal. Una y otra vez vemos este deseo de consumir carne en la Torá especialmente durante los cuarenta años del desierto (ej. Ex. 16:3, Núm 11:4). El Talmud también plantea que el consumo de carne no ritual sólo fue permitida por el “deseo de Israel” (b. Julin 16b). En la teología de Maimónides diríamos, conocida como “la teoría de la adaptación”, Dios nos permite consumir carne, con todas las limitaciones de la Kashrut, solamente como una “concesión al deseo humano”, aunque el ideal edénico sería una dieta vegetariana o vegana. 

 

Hay, sin embargo, una etapa más de la evolución de la humanidad: los tiempos mesiánicos. Y grandes pensadores como Yosef Albo o el Rav Kook sugirieron basados en las lecturas de los profetas (Isaías 11:6-9 o Oshea 2:20) que en aquellos tiempos la humanidad volverá a ser vegetariana. Esto lo desarrolla extensamente el Rav Kook en la famosa obra: “Una visión sobre el vegetarianismo y la paz”. 

 

La humanidad se encuentra entonces en una época de transición, entre las dietas vegetarianas del Edén y de los tiempos mesiánicos. Estos son los tiempos que regulan la Torá y los rabinos con las innumerables leyes de la Kashrut y sin embargo ¿Si llegaron los tiempos para “traer los tiempos mesiánicos”? ¿Y si el consumo excesivo de carne en nuestros días se convierte en perjudicial para la salud transgrediendo el mandamiento bíblico de Shmirat HaGuf (cuidado del cuerpo? ¿Y si la forma de producción de la industria ganadera en nuestros días transgrede constantemente las leyes de Tzaar Balei Jaim (la prohibición de infringir un daño innecesario en los animales? ¿Y si el consumo abismal de carne en el mundo esta dañando nuestro planeta con la emisión de gases de las vacas y las exorbitantes cantidades de agua que se necesitan para su producción transgrediendo así el principio de cuidar el medio ambiente?

 

Hasta hace no muchos decenios la relación de los seres humanos con la carne que consumían era mucho más cercana. Tan solo una vez a la semana por su precio muchas veces. Algunos de nuestros abuelos o bisabuelos tenían gallinas en su jardín y cada tanto pasaba el Shoijet (matarife ritual) a faenarlos. Tenían que desplumarlos, romper sus huesos, etc. Hoy todos lo compramos en el supermercado en cortes perfectamente preservados y estéticamente diseñados. Nos hemos apartado del sufrimiento real de los animales que consumimos. El Shojet al pronunciar la bendición antes de la faena debe tomar conciencia que está quitando una vida pero hasta de esto nos hemos distanciado. 

 

Como buen argentino disfruto mucho la carne. Para mi una dieta común es comer carne una vez al día. Conscientemente sé que no es lo correcto, trato de cerrar los ojos al sufrimiento animal y a los daños causados en el cuerpo y en el mundo por el consumo excesivo de carne, pero mi deseo es mayor que mi voluntad de abstenerme. Pero el judaísmo demanda de mi ser honesto conmigo mismo. El judaísmo me demanda no ser conformista. El judaísmo me demanda a que me supere. Y es por eso que tomé la decisión de reducir drásticamente mi consumo de carne. Se que en este momento de mi vida pasar a una dieta 100% vegetariana o vegana me sería imposible de mantener porque mi “impulso” hacia la carne todavía es muy grande, quizás en un futuro no lo sea, pero por ahora quiero ir “de a poco”. Y es por eso que adoptaré una fórmula judía clásica de “los nueve días” pero durante todo el año. Durante la semana una dieta vegetariana y saciaré mi deseo de carne únicamente en Shabbat siguiendo los lineamientos tradicionales los rabinos (ver. Ej. Shuljan Aruj, OJ 250:2).

 

Existe una opinión talmúdica (b. Sanedrín 59b) sugiere que los primeros seres humanos en realidad sí comían carne, sin embargo esta carne “caía desde los cielos”, es decir era una carne “de origen divino y no animal”, era una carne que saciaba los deseos y los paladares pero que en el proceso ningún animal debía morir. La ciencia y la tecnología, productos del regalo divino de la sabiduría humana, nos están acercando a esos tiempos en los cuales el consumo de carne animal quede como un “viejo vestigio” de la civilización. Mi dieta fue evolucionando, no sé dónde terminará pero sé que por ahora “los nueve días” se transformarán en “todo mi año”. Como cantamos en los Salmos: “Ki va Moed – Los tiempos han llegado”

 

Rabino Uriel Romano

Buenos Aires, Argentina

Rosh Jodesh Av 5779

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