Pregunta:
¿Qué se debe hacer con los zapatos/zapatillas de un difunto? (Buenos Aires, 2019)
Respuesta:
Esta pregunta ya me la han hecho en varias oportunidades. Mi respuesta siempre fue la misma: donarlos. Uno debe una vez terminada la Shivá, el período más intenso de duelo durante la primera semana luego del entierro, ocuparse de donar todas las prendas de ropa (incluidos los zapatos) del difunto.[1]Sin embargo, la costumbre (o la creencia popular) persiste ya que muchos escucharon que es una “costumbre judía” tirar (o hasta romper) los zapatos del familiar fallecido. Intentemos entonces explicar brevemente el origen de esta costumbre y por qué sugiero no seguirla.
La costumbre de tirar a la basura el calzado de un difunto no se encuentra en la Torá, en el Talmud ni en los principales códigos legales medievales (Mishné Torá o Shuljan Aruj). Las primeras menciones de dicha costumbre surgen recién a comienzos del siglo XX[2]. En muy poco tiempo esta costumbre comenzó a dispersarse por todo el mundo judío. Todos los autores hacen referencia que el posible origen de dicha costumbre se encuentra en un pasaje de Sefer HaJasidim (Alemania, s. XIII): “Una persona no debe dar Tzedaká con un objeto peligroso. Cierta vez a una persona una vez recibió Minalim Shel Met y quería darselo a los necesitados. Le dijeron a él: “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18)”[3]. Este pasaje sugiere que no es correcto dar en donación un objeto que puede significarle un peligro a otra persona por ese motivo se cita aquel versículo del levítico ya que si algo peligroso tu no lo utilizarás tampoco es correcto entregárselo a otra persona. El ejemplo que se utiliza son “Minalim shel Met”, lit. calzado del difunto.
Todas las autoridades del siglo XX citan este pasaje como la fuente de la costumbre pero debaten sobre en qué sentido los zapatos del muerto presentan un peligro. Algunos dan una explicación más mística que tiene que ver con la interpretación de los sueños y el mal augurio que sería ver (y calzar uno mismo) el zapato de un difunto (b. Berajot 57b). Algunos dicen que aquel cuero podía llegar a ser transmisor de enfermedades y por eso no se podían donar los zapatos no sea cosa que si el difunto murió de alguna enfermedad contagiosa podría entonces contagiar al receptor de los mismos. Otros autores utilizan otras historias o pasajes talmúdicos[4]para justificar el origen de esta costumbre pero todas son bastante artificiales y sacadas de contexto.
La más satisfactoria de las respuestas es, sin embargo, que se trata de un problema del copista[5]. Al parecer en el Sefer HaJasidim faltaba una letra: Minalim Shel MetA. Una “hei” al final de la palabra met. En este sentido la expresión debiera leerse: “calzado de un animal difunto”. Esto tendría más sentido ya que el propio Talmud[6]dice explícitamente “Uno no debe venderle a su prójimo sandalias hechas con la piel de un animal muerto (minalim shel Meta).”Y el propio Talmud da dos explicaciones: (1) Para no engañarlo, ya que la persona podía pensar que el zapato estaba hecho con la piel de un animal degollado (2) Por “peligro”. Rashí (Siglo XI, Francia) explica esta frase diciendo: “No sea cosa que el animal haya muerto por la mordida de una serpiente y el veneno haya sido absorbido por su talón”. ¿Cuál era el peligro? La creencia que el veneno podía ser transmitido al cuero con el cual el zapato se fabricaba. En este sentido el supuesto origen de esta costumbre estaría basado en un error de algún copista.
Sea como fuese esta costumbre se difuminó por todo el mundo judío durante el siglo XX y entonces muchos se abstenían de seguir utilizando o incluso donar el calzado del difunto. Algunos llegaron incluso a adoptar la costumbre de romper dichos zapatos. Grandes legalistas judíos del siglo XX intentaron por diversos medios frenar la proliferación de esta costumbre o limitarla. Moshe Fainstein (EE. UU, 1895-1986) establecía que si la persona no murió por una enfermedad contagiosa entonces se podían donar sin inconvenientes.[7]Ovadia Yosef (Israel, 1920-2013) también limita dicha costumbre únicamente al calzado que estaba utilizando el difunto al momento de fallecer.[8]Yejiel Mijael Tucazinsky (Israel, 1871-1955) en su afamado Guesher HaJaim, el libro de costumbres de duelo más consultado del siglo XX, circunscribe la prohibición únicamente a los calzados que el difunto utilizó durante sus últimos treinta días de vida o “durante su enfermedad”.[9]
Por su parte David Golinkin (1955 – ) sostiene que esta tardía costumbre debe ser discontinuada ya que transgrede un principio bíblico conocido como Bal Tashjit (“No destruirás en vano”). Él argumenta que esta prohibido tirar (y más romper) los zapatos del difunto ya que estaríamos destruyendo un objeto en vano y el mismo debe ser entonces dado un mejor uso: donado a judíos o no judíos.[10]De esta forma cumpliríamos el mandato profético que leemos cada Yom Kipur que dice: “Cuando veas al desnudo, cúbrelo” (Isaías 58:7). Y como enseña el Talmud[11]:“De la misma forma que Dios viste al desnudo así también tu debes hacerlo”.Ayudemos entonces a continuar elevando la Neshamá (alma) de nuestro ser querido que partió de este mundo haciendo una mitzvá en su honor con sus ropas y calzado.
Conclusión: La costumbre de tirar (romper) los calzados del difunto se originan recién a fines del siglo XIX-comienzos del siglo XX. Es una costumbre cuyo origen se remonta o bien a un mito popular (sobre el potencial peligro de transmisión de una enfermedad que el calzado podía llevar), alguna cuestión más esotérica (basada en los sueños) o bien un error de un copista medieval. En nuestros días, donde millones de personas carecen de calzado, sería un error continuar con dicha costumbre reciente y cuyos orígenes no esta claro y haríamos mejor en continuar el precepto positivo de origen bíblico de ayudar al necesitado y vestir al desnudo.[12]En pocas palabras: ¡no arrojen los zapatos, no los tiren, dónenlos!
Rab. Uriel Romano – Junio 2019 (Sivan 5779)
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[1]El Shuljan Aruj (Yore Dea 349:1-2) permiten la utilización de las ropas del difunto por sus familiares, aunque advierten que uno no debe hacer usufructo comercial de las mismas, las mismas también pueden ser donadas. Y comprendo que en nuestros días dado el avance de la sociedad occidental moderna y de nuestros armarios repletos salvo alguna que otra prenda más conectada a una cuestión sentimental el mejor uso de las ropas del difunto es la donación a quien verdaderamente lo necesita.
[2]En los libros de costumbres de como Mishmeret Shalom (Varsovia, 1901).
[4]B. Guitin 68b o b. Yevamot 104b
[5]Esta postura es expuesta por varios autores incluidos el prominente sabio Yehuda Leib Tsirelson (Union Sovietica, 1859-1941). Citado por Moshe Fainstein (YD 3:133)
[7]Igrot Moshe, Yoreh Dea 3:133 “Levishat Naalaim Sheaihu shel Met”
[10]Responsa for Today (1991): https://responsafortoday.com/en/the-custom-of-discarding-the-shoes-of-the-deceased/
[12]Al respecto una vez el Rabino Leo Levy de la comunidad Bet-El (Mexico) me comentó un proyecto solidario de dicha institución que surgió como consecuencia de la trágica muerte de una niña de la comunidad en un accidente de auto donde los familiares al comienzo no querían donar las zapatillas de la niña por haber escuchado de esta costumbre y luego los rabinos de la comunidad estudiando con las familias las fuentes demostraron que las mismas tendrían un mejor fin si eran donadas a otras niñas de bajos recursos. Este hecho originó la creación de un proyecto solidario en la que a la actualidad decenas de miles de zapatillas son donadas anualmente por la sinagoga para personas carenciadas de México.