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¿Es Iom Kipur un regalo sin ataduras o es más bien un regalo condicionado? La traducción de Iom Kipur como el “Día del Perdón” no le hace honor a su verdadero significado. La traducción literal de Iom Kipur debería ser “El día de la expiación”, pero incluso esta traducción no le hace honor a la santidad de este día. Iom Kipur es a la vez un día de introspección, de intensos rezos, un día en el cual perdonamos y buscamos ser perdonamos, un día en el cual nos “limpiamos”, un día en el cual dejamos atrás nuestros errores, un día en el cual sanamos heridas… algo de todo esto, o todo esto de forma conjunta, es expiar. La RAE define expiar como: “Borrar las culpas”; “sufrir las penas impuestas por los tribunales”; “purificar algo profanado”. Algunos dicen que un sinónimo de expiar es purgar. Es sin duda un término difícil de comprender, más para los hombres y mujeres del siglo XXI. Si yo tuviera que dar mi definición de expiar en términos bíblico-judíos, diría que es algo así como “el proceso por el cual un ser humano corrige su falta, cerrando completamente un círculo para comenzar limpio una nueva etapa”. Esto es lo que intentamos hacer en cada Iom Kipur: expiar nuestros errores a través de las plegarias, la introspección, el pedido del perdón al prójimo, el ayuno y la abstención de los placeres físicos para comenzar así el año “renovados” y “limpios” de los errores que cometimos durante el año que pasó.

Según el Talmud, dependiendo del grado o de la severidad del error, hay cuatro formas o procesos para expiar nuestros errores. Un error pequeño se “expía” simplemente con la Teshuvá, el arrepentimiento. Un error un poco más grave se expía con el arrepentimiento conjuntamente con Iom Kipur, es decir, aquel error que cometimos no puede “sanar” totalmente ni ser expiado inmediatamente, sino que después del arrepentimiento debemos aguardar hasta que llegue Iom Kipur para “limpiarnos” completamente de aquella transgresión. Hay errores que necesitan sanar con arrepentimiento pero también con tiempo. Transgresiones incluso más graves no solamente necesitan del arrepentimiento y Iom Kipur para expiar sino que necesitan algún tipo de “sufrimiento” o “castigo” para poder expiar. Hay errores que cometemos ante los cuales no es suficiente con pedir perdón, arrepentirse y dejar pasar un tiempo, sino que también debemos asumir personalmente algún tipo de castigo por aquel error. El castigo debe ser visto en este sentido como parte del proceso sanador. Cuando uno cometió una falta grave y realmente asume conscientemente su error, necesita internamente algún “castigo” impuesto por la sociedad para redimirse; aquella persona no puede continuar su vida como “si nada hubiera pasado” debe atravesar un sufrimiento personal para estar en paz consigo mismo. Para las transgresiones más grandes, los sabios del Talmud enseñan que la única forma de expiar es la muerte. Esta es la teología detrás de la imposición de la pena capital en la Biblia, pero es un tema para otro Dvar TorAhora quina capital en la Biblia, sin embargo este es un tema para otro Dvar Torsgresiones mroceso sanador. Cuando uno cometir á.

Con estas nociones como trasfondo quiero volver a mi pregunta: ¿es Iom Kipur un regalo sin ataduras o es más bien un regalo condicionado? En otras palabras ¿Iom Kipur tiene una suerte de poder “mágico” en el cual uno, por atravesar simplemente aquel día, expía sus errores o debemos acompañar este día con una Teshuvá-arrepentimiento real? Si les pregunto a ustedes, me atrevería a decir que todos ustedes coincidirían en que Iom Kipur, el día de la expiación, solo sirve si uno previamente pide perdón, hace las paces con la persona a la que uno ofendió, se arrepiente sinceramente y se compromete a no volver a repetir este error. En otras palabras, Iom Kipur serviría para expiar si solo uno hace una Teshuvá completa. Y no estarían equivocados. La Mishná (Iomá 8:8) lo dice literalmente: La muerte y Iom Kipur expían con el arrepentimiento.” Es decir, según el autor de esta Mishná, Iom Kipur solo tiene efecto “expiatorio” si nos arrepentimos previamente. Si no, no sirve. Desde una perspectiva racional esta idea es obvia: Iom Kipur nos ayuda a cerrar una etapa, a limpiarnos, a renovarnos solo si nos arrepentimos de nuestros errores previamente.

Podría afirmar que el 99% de los sabios están de acuerdo con esta idea. Iom Kipur solo “funciona” cuando hay arrepentimiento. Sin embargo hay, por lo menos, un maestro de nuestra tradición que disentía: Rabí Yehuda HaNasi, el gran líder judío de comienzos del siglo III d.e.c. El Talmud (BT, Ioma 85b) nos enseña que esta Mishná que presentamos previamente no pudo haber sido escrita por Rabí Yehuda HaNasi ya que el mismo sostenía el siguiente principio: “El arrepentimiento requiere de Iom Kipur; sin embargo, Iom Kipur no necesita del arrepentimiento”. Según él, el arrepentimiento necesitaba de Iom Kipur para expiar, pero no a la inversa. Según este maestro, “todas las transgresiones de la Torá (excepto tres muy severas), tanto si uno se arrepintió como si uno no lo hizo, Iom Kipur las expía”. Quiero que entiendan bien: para Rabí Iom Kipur expía (casi) todas las transgresiones incluso si uno no se arrepiente, incluso si uno no pide perdón, incluso si uno no intenta corregir sus errores, incluso si uno no es consciente de que se equivocó. Estoy seguro de que la mayoría de ustedes en este momento no está de acuerdo con Rabí, que les parece que Rabí está equivocado y que está “regalando” la expiación sin ningún proceso interno de la persona que demuestre que este lo amerita o que hizo algo para hacerse acreedor de aquel perdón sanador. Es hipócrita pensar, podrían decir, que uno simplemente por “atravesar” Iom Kipur queda limpio de los errores que cometió sin tener que hacer nada.

No es solo Rabí, aunque él es el máximo exponente, quien considera que es el “día” de Kipur el que expía y no las acciones humanas que lo acompañan. El Talmud (b. Shevuot 13a) nos indica que uno podría pensar que en Kipur uno expía sus transgresiones si uno ayuna y si se abstiene de todo trabajo pero esto no es así ya que la Torá enfatiza que el día de Kipur es aquel que expía. En la Sifrá (Emor #11) se afirma también que incluso sin los sacrificios correspondientes al día y sin el ritual de los chivos expiatorios la solemnidad del “día” de Kipur expía. La santidad del día expía más allá de las acciones del hombre que acompañan a aquel día consagrado.

Con estas dos posiciones expuestas pueden entender mejor mi pregunta: ¿es Iom Kipur un regalo sin ataduras o es más bien un regalo condicionado? Según la inmensa mayoría de los sabios, Iom Kipur y su “poder” expiatorio es un regalo condicionado (y la condición es la Teshuva), pero para Rabí Yehuda HaNasi Iom Kipur es un regalo sin condiciones. Quisiera ahora en unos minutos tratar de defender a Rabí Yehuda HaNasi aunque su propuesta pareciera estar totalmente en contra de todo lo que el judaísmo predica y enseña.

Para Rabí Iom Kipur es un regalo sin condiciones. El simple hecho de atravesar el día de Kipur, incluso si uno no viene a la sinagoga, me atrevería a decir, incluso si uno no se arrepiente, si uno no pide perdón, incluso si uno no hace nada, simplemente por “atravesar” el día nuestros errores quedan expiados. Iom Kipur sería para él algo así como un viento que nos atraviesa, nos golpea, nos sacude. Iom Kipur sería como una ola que nos cubre y nos moja y así nos limpia incluso aunque no lo deseemos, aunque no hagamos nada. Para Rabí Iom Kipur es un regalo que Dios nos da sin condicionamientos, sin pedir nada a cambio. Es un regalo para comenzar el año renovados sin tener que cargar los errores del año que cometimos.

Para Rabí Iom Kipur absuelve nuestros errores de los que somos conscientes y de los que no lo somos. Si no, ¿qué pasaría con todos aquellos errores de los que no somos conscientes? ¿Cuántas veces dañamos a una persona inintencionalmente y sin darnos cuenta? Para Rabí Iom Kipur viene a expiar esos errores que uno ni siquiera sabe que cometió.

Para Rabí Iom Kipur nos ayuda a cerrar heridas, peleas y tensiones para las cuales no tenemos quizás la fuerza, la entereza o la posibilidad de sanarlas nosotros mismos. ¿Cuántas veces nos peleamos con algún ser querido y ninguno está dispuesto a dar el brazo a torcer? ¿Cuántas veces nos metimos en discusiones de las cuales estamos ya tan metidos que nos es imposible salir? ¿Cuántas veces un tema menor ganó con el tiempo más envergadura y ahora nadie sabe cómo resolverlo? ¿En cuántas ocasiones dos personas peleadas quieren volver a reencontrarse pero ninguna tiene la fuerza de empezar nuevamente? Para Rabí Iom Kipur es aquel regalo de Hashem para comenzar de nuevo a pesar de nosotros mismos. Iom Kipur es un regalo que nos da Hashem por el que no pide nada a cambio; es una ola que nos abraza y que nos permite empezar renovados el año. Esta es la opinión de Rabí.

Rabí Akiva, cerrando la Mishná de Ioma (8:9), concluye diciendo: “Feliz de ti, oh Israel, ¿ante quién son ustedes purificados? ¿Quién los purifica? Su padre que está en los cielos, ya que está dicho: “rocié sobre ellos aguas puras y quedaron puros (Iejezquel 36:25)”. Se dice también: “el Señor es la esperanza de Israel” (Irmiahu 17:13). Tal como la Mikvá -aguas de vida- purifica a los impuros, así también el Santo, bendito sea, purifica a Israel.” En la lectura de Rabí Yehuda HaNasi, Yom Kipur es una Mikvá, un manantial de aguas naturales en las cuales nos sumergimos aun sin darnos cuenta y sin intención, pero del cual salimos renovados. Para Rabí Akiva y para Rabí Yehuda HaNasi, Yom Kipur no es solo una Mikvá sino también Tikvá: esperanza. Hashem nos da este regalo cada año que se llama “Yom Kipur” para empezar de vuelta, para renovarnos a nosotros mismos, para quitarnos de nuestras espaldas una mochila llena de errores de los cuales quizás no somos conscientes o de los que no tenemos la capacidad de salir por nuestros propios medios. Esta es la opinión de Rabí.

Vuelvo una vez más a la pregunta: ¿es Iom Kipur un regalo sin ataduras o es más bien un regalo condicionado? Mi respuesta: ambas. En un sentido ideal es un regalo con la condición de la Teshuvá; en un sentido menos ideal es un regalo sin ataduras, una posibilidad de renovación, de purificación, de absolución y de perdón para cuando no somos capaces de hacerlo nosotros mismos. Nuestra tradición una y otra vez nos habla de la posibilidad de hacer algo de forma ideal, pero también aceptando una forma menos ideal. La forma ideal de cumplir un precepto es con la intención correcta, pero igualmente un precepto hecho con intenciones no correctas es igualmente aceptado. La forma ideal de servir a Dios es a través del amor, pero si uno lo hace por el temor reverencial, aquel servicio también es aceptado. Esta noción queda plasmada en los primeros dos párrafos del Shemá Israel, ambos con un contenido casi idéntico pero con una diferencia. En ambos se nos invita a servir y a amar a Dios, a poner Sus palabras en nuestros corazones, en nuestras obras y en nuestros pensamientos. Sin embargo, en el primer párrafo no se ponen condiciones, hay que hacerlo “porque hay que hacerlo”. No hay recompensas ni castigos. En el segundo párrafo se repite esta idea pero con una descripción de “premios y castigos”. Ambos párrafos son parte del Shemá Israel. Por supuesto que la forma ideal es amar a Dios sin temer el castigo o sin esperar un premio; sin embargo, la segunda posibilidad también nos está dada cuando no tenemos la capacidad de hacerlo desinteresadamente o de la forma ideal.

De la misma forma nuestra tradición nos plantea dos formas de entender el día de Iom Kipur. La primera es la forma ideal. La primera es comprender que Iom Kipur solo “funciona” para expiar nuestros errores si nos arrepentimos conscientemente. La segunda forma es pensar a Iom Kipur como un regalo de Hashem. Como un día cuya santidad nos atraviesa, seamos conscientes o no, y nos da la posibilidad de empezar renovados el año sin tener que cargar con una mochila de equivocaciones, de peleas, de mal entendidos, de remordimientos, de culpas…

Iom Kipur, según Rabí, es un regalo de Hashem que no nos pide nada a cambio. Antes de concluir me gustaría invitarlos a pensar lo que un gran maestro, amigo y rabino, Manes Kogan, me dijo hace poco: Si Dios tiene la posibilidad de regalarnos este día de Kipur sin pedir nada a cambio ¿no será sanador para nosotros hacer lo mismo en ciertas ocasiones? Usualmente para otorgar nuestro perdón le exigimos a la otra persona algo a cambio: que nos pida perdón, que se arrepienta públicamente de su error, que cambie su forma de ser, que nos recompense por el error cometido, etc. ¿Qué pasaría con nosotros mismos y con nuestras relaciones si pudiéramos ser nosotros como Hashem en Iom Kipur? ¿Cuan bien nos haría de vez en cuando perdonar sin pedir nada a cambio? Ser como el mar y dejar ir. Entender que a veces el otro no puede pedir perón. Entender que a veces el otro no sabe como pedirnos perdón. Entender que a veces el otro no sabe que debe pedirnos perdón. Aceptar. Perdonar. Cerrar. Reconectarnos. Sin exigir nada a cambio. En mi corazón creo que esta puede ser una de las lecciones más importantes de Iom Kipur para el año que estamos comenzando. Hay veces que para reconectarnos con el otro, para recuperar ciertas relaciones, para poder estar bien con nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos y nuestros pares debemos dar nuestro perdón, pasar a una nueva página, sin pedir nada a cambio. De vez en cuando regalemos, y regalémonos, el perdón sin ataduras, sin condiciones.

Jatimá Tová,

 

 

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