¿Qué más hermoso que bendecir y que ser bendecidos? Una brajá (bendición) es una mezcla entre afirmaciones y deseos. Al bendecir agradecemos y rogamos. Uno de los momentos más hermosos para mi de la Tefilá (plegaria) es cuando me levanto de mi asiento, cierro los ojos, y escucho la bendición sacerdotal (Birkat Cohanim). Como mucho de ustedes no siempre estuve acostumbrado a esta sección de la plegaria, crecí en una comunidad y visite muchas comunidades a lo largo de mi vida que por un motivo u otro suprimieron esta poderosa y bella sección de las plegarias matutinas.
Para quien no conoce sobre Birkat Cohanim permítanme algunas palabras al respecto. La bendición sacerdotal es la bendición más antigua del pueblo judío. La misma se encuentra en Números (6:23-26) y dice así: “Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Adonai te bendiga, y te guarde; Adonai haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Adonai alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.”[1] Bendición, protección, luz, amor y paz. Dios le ordena a Moshé que le enseñé a Aharon, el Sumo Sacerdote, estas palabras y desde hace más de 3000 años que las mismas vienen siendo repetidas de generación en generación. Los sacerdotes en el Templo de Jerusalén bendecían con estas palabras al pueblo de Israel, en la tradición rabínica se hizo costumbre que incluso quienes no eran sacerdotes bendigan con estas palabras: los sabios a sus estudiantes y los padres a sus hijos.
La tradición rabínica, por otro lado, instauró que Birkat Cohanim (Nesiat Capaim, el alzado de las manos como es llamada esta bendición en la Mishná y el Talmud) sea recitado por los descendientes de los sacerdotes incluso luego de la destrucción del Templo de Jerusalén. La misma es recitada luego de la anteúltima bendición de la Amidá, cuando el Jazán repite la misma, en las plegarias de Shajarit y Musaf.[2] Cuando el Jazán repite la Amidá los descendientes de los levitas y los sacerdotes salen de la sinagoga y los levitas le lavan las manos a los sacerdotes, luego vuelven a la sinagoga y en un momento determinado los sacerdotes se ponen descalzos entre el Aharon HaKodesh y la comunidad y de cara a la gente se cubren con el Talit, levantan las manos y recitan la bendición sacerdotal. Es costumbre que la congregación no vea directamente a los descendientes de los sacerdotes realizar la bendición sino que muchos cierran los ojos, se tapan ellos mismos con el Talit o bajan la cabeza.
Ese minuto que dura aquella bendición es para mi uno de los momentos más intensos y significativos de toda la Tefilá. En aquellas palabras milenarias y en aquellas manos moviéndose para un lado y para el otro siento una profunda conexión con el pasado y con el futuro, con mi tradición y con mis anhelos. Como dije anteriormente en muchas comunidades conservadoras y reformistas esta parte del servicio “cayó en desusó” o fue intencionalmente sacado por los rabinos. ¿Por qué? Principalmente por una tendencia de los rabinos liberales del siglo XIX y XX de ver con “malos ojos” a la “división entre castas” en el pueblo judío. Muchos sostienen que ya no hay más lugar en un mundo moderno y democrático para la división entre Sacerdotes, Levitas y el resto del pueblo (Israel). Sostienen que es un arcaísmo. Otros sostienen que no podemos asegurar a “ciencia cierta” quien es un Cohen o no en nuestros días ya que en varios momentos de la historia el sacerdocio fue “comprado” y en otros casos la tradición se perdió o es dudosa a lo sumo. Por estos motivos muchos rabinos anularon ciertos privilegios que solían tener los descendientes de los sacerdotes como ser llamados primeros a la lectura de la Torá, invitar a los demás comensales en la bendición sobre la comida, o –como en nuestro caso- ser quienes bendicen a la comunidad en el momento de Nesiat Capaim.
El Talmud[3] nos cuenta que los hombres de la gran Asamblea reciben este nombre ya que “regresaron la grandeza/honor de antaño” (shejeziru atara leioshna). Moshé se refirió a Dios cierta vez como “HaEl HaGadol, HaGibor veHaNorá (Dios grande, poderoso y temible)”. Sin embargo, por diversos motivos históricos los profetas Jeremías y Daniel le quitaron alguno de estos atributos cuando se refirieron a Dios. Tiempo después vinieron los hombres de la gran asamblea y cuando redactaron como debía ser la Amidá dictaminaron que la primera bendición de la misma debería volver a incorporar los tres atributos de Dios pronunciados por Moshé, de esta manera devolvieron aquellos hombres la grandeza de antaño.
En mi humilde opinión es nuestro deber Lehajzir Atara LeIoshna, devolver la grandeza a antaño reincorporando Nesiat Capaim a nuestras tefilot cada Shabat y cada festividad. Es cierto que no hay una seguridad “científica” ni “histórica” sobre quienes son cohanim (descendientes de sacerdotes) en nuestros días, sin embargo tampoco lo era en los tiempos de los tanaím que incorporaron esta práctica a la liturgia[4]; pero aún así durante cientos y miles de años hubo familias que pasaron este legado en su apellido o en sus prácticas de padres a hijos durante decenas de generaciones y este es un legado que vale la pena recuperar y resinificar. Por otro lado no nos vuelve arcaicos sostener ciertos principios y tradiciones milenarias de nuestro pueblo que no hieren (ni buscan herir) las susceptibilidades de nadie. No sostenemos que un descendiente de sacerdotes es mejor o tiene un estatus superior a otros judíos; ya en la Mishná[5] está escrito que un bastardo sabio es preferible a un sacerdote inculto. Los sacerdotes y los levitas son llamados primeros a la Torá no porque sean superiores a los otros miembros de la congregación sino precisamente para evitar “escalas de preferencia o superioridad” entre la congregación, no sube quien es más sabio primero ni el más inculto al final sino que simplemente sube primero quien es descendiente de sacerdotes para evitar este tipo de rivalidades y que haya un principio general y aceptado por todos.
Lo mismo es el caso de la bendición sacerdotal. No es que los descendientes de los sacerdotes tengan un “poder especial” o una conexión especial con Dios sino que ellos son tan solo un instrumento por donde la voz y la bendición divina es transmitida. Luego de que la Torá nos diga cual es la bendición sacerdotal se agrega el siguiente versículo: “Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.” (Números 6:27). Es Dios quien bendice a través de los dedos abiertos de las manos de los cohanim. No tienen un estatus especial, no son ni mejores ni peores que otros miembros de la comunidad
, al terminar de hacer Nesiat Capaim ellos vuelven a sentarse cómodamente a sus lugares como uno más de la congregación. El rabino/a por dar la prédica y enseñar en su comunidad no es superior a otros miembros de la congregación, él o ella cuentan para Minian tanto como cualquier hijo de vecino. El jazan/it no tienen una conexión especial con Dios por dirigir las plegarias, cumplen únicamente una función por haber sido bendecido/a (y por haber trabajo durante años) con una bella voz, y al terminar el servicio son un miembro más de la comunidad. Hay funciones que ocupamos por conocimientos, virtudes o por herencia; pero no dejan de ser funciones. El rabino, la jazanit o el cohen no cuentan diferente que el médico, el abogado, el carnicero, el ingeniero o el recolector de basura en el Minian.
Antes de terminar, unas palabras de Torá ¿Qué tiene que ver todo esto con Parashat Shmini? En está Parashá se relata la inauguración del Mishkan (tabernáculo). Y luego de todos los sacrificios y de que Moshé haya ungido a los nuevos sacerdotes la Torá nos dice: “Después alzó Aharón sus manos hacia el pueblo y lo bendijo” (Levítico 9:22). ¿Qué bendición pronunció Aharón, el primer sumo sacerdote, al pueblo de Israel? La Torá no nos dice pero Rashí (ad. loc.) comenta que Aharón bendice al pueblo con la bendición sacerdotal que recién es especificada en el libro de Números. En Parashat Shimini encontramos entonces la primera referencia a Birkat Cohanim de la historia. Hace más de 3100 años que se escuchó por primera vez esta hermosa bendición.
Y algo más… El Talmud[6] comprende que de este versículo aprendemos que los sacerdotes al pronunciar Birkat Cohanim deben extender y alzar sus manos tal como lo hizo Aharón. Ambas manos deben alzar los cohanim al bendecir al pueblo. Sin embargo rabi Meir HaCohen de Rotenburg (1260-1298), y presenten atención que él mismo era sacerdote por lo cual sabe de lo que esta hablando, en su comentario al Mishné Torá[7] del Rambam dice que la mano derecha debe estar siempre un poco más alta que la mano izquierda a la hora de bendecir a la congregación. ¿Por qué? Porque uno debe siempre bendecir con ambas manos, con la mano derecha que representa la misericordia y la mano izquierda que representa la rigidez de la ley. Por ese motivo cuando un padre y una madre bendicen a sus hijos cada Shabat reposan ambas manos sobre la cabeza de sus hijos, una mano representa el amor y la otra el deber, una mano consuela y la otra castiga (simbólicamente) cuando es necesario. Pero rabí Meir HaCohen de Rotenburg nos enseña que tal como hacen los sacerdotes al bendecir a la congregación la mano derecha, la mano del amor, de la compasión, del consuelo debe estar siempre un poco más elevada y más presente que la mano izquierda, la mano de la ley, del deber y de la amonestación.
Que las manos de los descendientes de los sacerdotes puedan volver a alzarse sobre nuestras cabezas y que tengamos la dicha siempre de poder bendecir y ser bendecidos.
¡Shabat Shalom!
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[1] Tan antigua y tan importante eran estos versículos bíblicos que el escrito más antiguo de toda la Torá que data del siglo VIII a.e.c son estos tres versículos encontrados en un pequeño monte en Jerusalén. Hoy en día el mismo se puede ver en el Museo de Israel en la ciudad de Jerusalén.
[2] En la Diáspora solo se acostumbra en Shabat y en las festividades mientras que en Israel es costumbre realizarla diariamente.
[3] TB Ioma 69b
[4] En los tiempos de los Macabeos (mediados del siglo II a.e.c) ingresaron al servicio del Templo decenas de “Sacerdotes” que no descendían de la familia de Aharon, en uno de los casos de corrupción de la institución del sacerdocio más recordado de la historia.
[5] Horaiot 3:8
[6] TB Sotá 38a
[7] Hiljot Tefilá 14:3