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¿Cuales son nuestras prioridades en la vida? ¿Cómo debemos construir un proyecto? La pararashá de está semana, por más “seca” y repetitiva que parezca nos da una hermosa y poderosa respuesta a cada una de estás preguntas. En Parashat Vaiakel se nos relata la construcción del Mishkan, el tabernáculo móvil del pueblo judío en su travesía por el desierto. Según el Midrash (Shemot Rabá, Vaiakel, 50:2) Moshé le ordena a Betzalel (el arquitecto designado por Dios) comenzar construyendo el Mishkan de afuera hacia adentro, es decir la estructura exterior primero y luego cada uno de los utensilios y elementos del interior. Moshé le pide construir el Mishkan a Betzalel a lo cual él pregunta la pregunta central que ante cada proyecto cada uno de nosotros debe preguntar al comienzo ¿Cuál es el sentido? ¿Cuál es el objetivo de todo este emprendimiento? Moshé le contesta que el Mishkan es concebido para que la presencia divina repose entre medio del pueblo de Israel y para poder enseñar allí la Torá. Entonces Betzalel le dice que si esto es así primero se debe construir el Aharon HaBrit, el arca donde se guardan las tablas (es decir, la Torá) y después se debe construir el Mishkan (la estructura exterior). Si la esencia de todo el proyecto es contener las tablas de la ley, que simbolizan el encuentro más íntimo entre el pueblo judío y Dios, y desde allí iluminar al mundo con la Torá entonces se debe comenzar a construir desde adentro hacia afuera. Comenzando por la esencia y no por la estructura exterior.

Y es por eso que según el Midrash lo primero que construye Betzalel (Éxodo 37:1) es el arca. Ante cada idea, proyecto o empresa que emprendemos estamos constantemente tentados a sentar primero las bases de la estructura olvidándonos muchas veces de la esencia. Un hermoso tabernáculo, un hermoso santuario móvil, podría volverse obsoleto si el pueblo olvidaba para que fue creado. Es por eso que Betzalel comienza construyendo el Aharon, el arca que debía resguardar la esencia de todo el proyecto judío, la Torá. El pueblo judío puede construir grandes y hermosas estructuras, sinagogas, socio deportivas, colegios, mutuales; sin embargo si se olvida de colocar en el centro la Torá, sus enseñanzas, sus valores y sus prácticas todo el proyecto poco a poco se desmoronará. Constantemente estamos tentados a construir nuevos proyectos al interior de la comunidad judía, con nuevos nombres, con atractivos logos, con llamativas estructuras edilicias pero cuando preguntamos a sus dirigentes ¿Cuál es su esencia? ¿Cual es su razón de ser? ¿Cúal es su diferencia específica? La respuesta es vaga o inexistente. Betzalel nos recuerda entonces que cada proyecto debe comenzar de adentro hacia afuera, de establecer qué somos y hacia dónde queremos ir, cuál es nuestra Torá y cual es nuestra tierra prometida.

La lección de cómo emprender un proyecto sin embargo no termina allí, ese es tan solo el comienzo. Hace unas semanas me tocó acompañar a un grupo de emprendedores de Hillel Argentina en un Shabat en Israel en donde se leía Parashat Trumá. En aquella parashá se comienza a detallar con sumo detalle cómo debían ser los elementos del Mishkán. Entonces me pregunté a mí mismo, antes de comenzar la lectura de la parashá, qué es lo que esta porción de la Torá podía enseñarles a un grupo de jóvenes emprendedores. Y me sorprendí a mí mismo en la poderosa lección que encontré.

Tanto en parashá Trumá como en nuestra parashá Vaiakel el orden de los elementos del Mishkan, tal como son enunciados, es prácticamente el mismo. Como ya dijimos lo primero que ante cada proyecto que emprendamos debemos construir es el Aharon Habrit, un arca para resguardar los valores, los principios y las ideas fundamentales de nuestro proyecto. Una vez que tenemos el Aharon Habrit debemos pasar a construir un Shuljan, una mesa para el Lejem HaPanim. En el Mishkan había una mesa en la cual todos los días se ponían 12 panes representando a las 12 tribus de Israel. Una vez que tenemos un proyecto necesitamos entonces gente que nos acompañe en nuestro sueño; no podemos construir una tierra prometida en soledad. Eso representa el Shuljan con sus panes de la proposición.

Una vez que consolidamos el proyecto y contamos con un grupo de soñadores, paso seguido debemos construir una Menorá, una luminaria bañada en oro que representa en ciertos textos rabínicos la riqueza (por estar hecha de oro, claro está). Sin un presupuesto y sin dinero ningun proyecto llega a su destino. Una vez que conseguimos aquel dinero es hora de comenzar a trabajar y es por eso que luego la Torá nos dice que debemos construir el Mizbeaj Haketoret y el Mizbeaj HaOla, los altares para los inciensos y para los sacrificios. Una vez que tenemos un proyecto claro, que contamos con un equipo que nos acompaña, que contamos con inversores o filántropos es hora de comenzar a trabajar, comenzar a trabajar día y noche para que el proyecto comience, no a vender humo sino a largar humo, para que todos empiecen a ver que algo comienza a funcionar, que la maquina ya está moviéndose. Y para complementar esta tarea debemos construir un patio (Jatzer), un amplio espacio alrededor de nuestro Mishkán, de nuestro tabernáculo, para que otros puedan ser parte de nuestro proyecto, para que puedan ver, para que puedan participar. El proyecto debe ser visible para todos, debe estar abierto a todos ya que cada quien puede aportar a nuestro proyecto de una manera que nunca imaginamos.

Así según la Torá, o por lo menos de mi lectura de esta Parashá, se construye un proyecto; de adentro hacia afuera. De la esencia a la estructura. Del Aharon Habrit al Mishkán. Quiera Dios que todos podamos siempre saber cual es nuestra Torá y cual es nuestra tierra prometida, y cual es el Mishkán (la estructura o el proyecto) que
unirá nuestra esencia con nuestro objetivo.


¡Shabat Shalom!

P:D: Para el que le interese ver un poco más los elementos del Mishkán les dejo acá una muy explicativa ilustración.

tabernacle

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