«וישמע יהושע את קול העם ברעה ויאמר אל משה קול מלחמה במחנה» אמר משה אדם שהוא עתיד להנהיג שררה על ששים ריבוא אינו יודע להבחין בין קול לקול «ויאמר אין קול ענות גבורה ואין קול ענות חלושה קול ענות אנכי שומע.»
Cuando oyó Ioshua el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moshé: “Voz de guerra hay en el campamento” (Éxodo 32:17).
Dijo Moshé: “Un hombre que en el futuro deberá dirigir con autoridad sobre 600.000 personas ¿no sabe distinguir entre una voz y la otra?”.
“Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo.” (Ibid, 32:18).
Hay Midrashim extensos y los hay breves. Hay Midrashim cuya hermosura se encuentra en su complejidad y en su intrincada construcción; hay Midrashim cuyo poder reposa en su sencillez y en su brevedad. Este Midrash que hoy presentamos sin duda es parte de esta segunda categoría; tan solo tiene 16 palabras. En 16 palabras este Midrash nos enseña una de las cualidades más importantes que todo líder debe adquirir: aprender a distinguir las diversas voces del pueblo.[1]
Este Midrash se sitúa en el momento posterior a la construcción del becerro de oro. Moshé se encontraba en el Monte Sinaí y Dios le dice que el pueblo pecó, que el pueblo de Israel construyó un becerro de oro transgrediendo uno de los diez mandamientos que hacía exactamente 40 días habían escuchando. Dios quiere destruir al pueblo de Israel y darle a Moshé un nuevo pueblo para conducir. Moshé se opone y logra revertir la decisión de Dios (sí, Dios también puede cambiar de opinión si nuestros argumentos son convincentes). Luego de que Moshé interceda por el pueblo desciende del monte Sinaí y allí, al pie del Monte, lo esperaba su fiel ayudante: Ioshua.
La realidad es que no sabemos exactamente qué hizo ni donde estaba Ioshua durante los cuarenta días que Moshé estuvo en la cima del monte Sinaí. En Éxodo 24 se dice lo siguiente: “Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios.Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos. Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte.” (13-15). ¿Ioshua subió con Moshé o se quedó a medio camino con los ancianos? La tradición rabínica comprendió que Ioshua subió hasta cierto lugar del monte y que luego se volvió al pie de la montaña y se quedó allí durante los cuarenta días que su maestro estuvo en la cima.[2]
La organización geográfica era entonces la siguiente: Moshé en la cima del Sinaí, Ioshua al pie de la montaña y a unos cientos de metros todo el pueblo de Israel en el campamento. Cuando Ioshua se reencuentra con su maestro le dice: “Voz de guerra hay en el campamento” (Éxodo 32:17). Y con este versículo abre nuestro Midrash. Ioshua no sabía nada acerca de la construcción del becerro de oro. Moshé sí, Dios se lo había informado. Cuando su maestro vuelve del encuentro con Dios Ioshua le comunica que cree escuchar a lo lejos en el campamento de Israel una voz de guerra; un grito que anuncia que la guerra contra algún enemigo se aproxima.
Acto seguido, en la Torá, Moshé – consciente del becerro de oro – le dice que se equivoca, que aquellas no son gritos de guerra sino que son gritos de “canto”. קול ענות אנכי שומע – Kol Anot Anoji Shomea, le dice Moshé. Kol es voz, Anot no sabemos exactamente qué es. Generalmente se lo traduce como “canto”. Moshé dice que no escucha gritos de guerra sino voces de canto; sin embargo cantos en un sentido no muy positivo. Moshé dice que aquellas voces que se escuchan a lo lejos provenientes del campamento son voces de jolgorio y de idolatría. El Targum Ionatan, traducción no-literal al arameo, lo entiende como “una voz de idolatría y de regocijo ante ella”.[3] Moshé dice que aquella voz es un grito eufórico de una fiesta pagana en el corazón mismo del campamento de Israel.
Sea como fuere Moshé comprende que Ioshua está equivocado, que su alumno predilecto (tal como lo presenta la literatura rabínica) no logra comprender de que se trata aquella voz que proviene del campamento. Y en este contexto, entre ambos versículos, entre la proposición de Ioshua y la respuesta de Moshé nuestro mini-midrash es insertado: “Dijo Moshé: “Un hombre que en el futuro deberá dirigir con autoridad sobre 600.000 personas ¿no sabe distinguir entre una voz y la otra?”. Moshé le recrimina a Ioshua, quien cuarenta años después sería su sucesor y continuador, diciéndole que no puede ser que un líder que deberá dirigir una gran nación no sepa distinguir entre una voz y otra. Moshé no concibe que un líder (o un futuro líder en este caso) no sepa distinguir los diversos clamores y voces que surgen dentro del pueblo.
Con tan solo 16 palabras el Midrash le enseña a Ioshua, y a todos nosotros, la importancia de saber distinguir entre una voz y otra. Un líder no sólo debe oír sino que debe aprender a escuchar. Un buen líder debe aprender a decodificar las voces de su pueblo. La misma palabra puede tener múltiples significados dependiendo la voz con la cual la misma es pronunciada. Un padre o una madre, con el correr de los años, no sólo escucha lo que sus hijos le dicen sino cómo lo dicen; aprenden a escuchar detrás de las palabras. Con una pareja pasa lo mismo, con el tiempo aprendemos a oír detrás (y entre) las palabras. Es también la tarea de los padres interpretar cada uno de los llantos de sus pequeños hijos; aprender a entender si el llanto es de hambre, de sueño o de dolor lleva tiempo pero ese es el objetivo. Y lo mismo, nos enseña el Midrash, debe suceder con un buen líder. El buen líder debe aprender a distinguir entre una voz y otra, debe aprender a comprender en el alarido popular y en las miles de voces indiferenciadas que se escuchan a lo lejos de qué se trata aquel rugido que emana del corazón del pueblo.
¿Cómo Ioshua puede liderar al pueblo sino aprendió a escuchar? Un líder debe comprender si las voces que escucha son voces de guerra, de dolor, de alegría, de reclamo, de fiesta o de duelo. Moshé le enseña al futuro líder del pueblo de Israel, a aquel que lo liderará en su entrada a la tierra prometida, a distinguir las diversas voces que emanan del pueblo. ¿Somos capaces de distinguir la voz de quien amamos? ¿Somos capaces de comprender cuando un no es un sí o un sí un no? ¿Sabemos distinguir entre un reclamo, un consejo o una amonestación? Cada voz es única y como líderes está en nosotros aprender a identificar cada voz y cada palabra de quienes nos siguen y de quienes tenemos la responsabilidad de liderar y acompañar.
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[1] El Talmud Yerushalmi contiene la versión más antigua de este Midrash. Paralelos de este Midrash, con pequeñas variaciones, se encuentran en otros textos populares de la literatura rabínica: Bereshit Rabá 96, Kohelet Rabá 9:11
[2] Avot deRabi Natan (edición B), 11.
[3] El Targum Onkelos, la traducción más antigua al arameo de la Torá, lo traduce como “voces de juerguistas”, mientras que el Targum Ierushalmi lo traduce como “alabanzas a la idolatría”.