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כשעלה משה למרום מצאו להקדוש ברוך הוא שיושב וכותב ארך אפים. אמר לפניו: רבונו של עולם, ארך אפים לצדיקים?- אמר לו: אף לרשעים. אמר ליה: רשעים יאבדו. – אמר ליה: השתא חזית מאי דמבעי לך. כשחטאו ישראל אמר לו: לא כך אמרת לי, ארך אפים לצדיקים? אמר לפניו רבונו של עולם, ולא כך אמרת לי אף לרשעים? והיינו דכתיב אועתה יגדל נא כח ה’ כאשר דברת לאמר.

Cuando Moshé ascendió a los cielos se encontró a Dios quien se encontraba sentado escribiendo “tardo en la ira”. Le dijo: “Señor del universo ¿“tardo en la ira” para lo justos? Le contestó: Incluso para los malvados. Moshé le dijo: Qué los malvados desaparezcan. [Dios le dijo:] “Ahora verás lo que tu deseas”.
Cuando el pueblo de Israel pecó le dijo: ¿Acaso no me dijiste así que el “tardo en la ira” es solo para los justos? Dijo Moshé: Señor del universo ¿acaso tu no me dijiste así que lo serás incluso para los malvados? Y esto es lo que está escrito: “Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste (Números 14:17)”

¿Cuánto tardamos en enojarnos? ¿Tratamos igual a los propios como a los “ajenos”? De esto se trata este hermoso y poderoso Midrash. Comencemos a analizarlo, parte por parte.

El Midrash se sitúa “cronológicamente” cuando Moshé asciende al monte Sinaí para recibir las tablas de la ley. La expresión “Cuando Moshé ascendió a los cielos se encontró a Dios” es una noción recurrente en la literatura rabínica en la cual enfatiza diversos diálogos imaginarios y situaciones no descritas en la Biblia que mantuvieron Moshé y Dios en los momentos previos a la entrega de los diez mandamientos.[1] En esta ocasión Moshé encuentra a Dios mientras que escribía la siguientes palabras en la Torá “ארך אפים” (Erej Apaim) la cual se traduce generalmente como tardo en la ira. Esta cualidad divina es una de las 13 cualidades de misericordia divina según son comprendidas por los rabinos cuyo origen está en los siguientes versículos de Éxodo: “Y pasando Adonai por delante de él, proclamó: !!Adonai! !!Adonai! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. (34:5-7).

La sexta cualidad divina es que Dios es “tardo para la ira”. Una de las cualidades sobresalientes por las cuales una y otra vez es descripto Dios a lo largo y a lo ancho de la Biblia es su capacidad de frenar su cólera, de contenerse a sí mismo en los momentos de furia. Dios como “tardo en la ira” es una descripción frecuente entre los profetas bíblicos[2] como también en los Salmos. A diferencia de “otros dioses” señalan los autores de estos diversos textos bíblicos el Dios de Israel es un Dios que ante el enojo y la furia, frecuentemente provocada por la maldad y las transgresiones de los hombres, se abstiene de aplicar inmediatamente el castigo. Dios se controla a sí mismo. Esto es Erej Apaim. Tan importante es esta cualidad divina que la tradición rabínica estableció que uno de los 10 apodos que recibió Dios en la Biblia es el de Erej Apaim.[3] Dios es llamado “El tardo en la ira”.

Gufá, volvamos al Midrash. Entonces tenemos aquí a Dios escribiendo en la Torá una de sus cualidades. Justo en ese momento se lo encuentra Moshé quien le pregunta, no porque dudara sino sólo para asegurarse de que estaba en lo correcto, si aquella cualidad aplica solo para los justos. Moshé, como muchos de nosotros, quería que esta cualidad divina (como podemos suponer que las otras también) debía aplicar solo a los justos. Los malvados no merecen, según Moshé, que Dios aplaque su cólera y postergue el castigo; merecen un castigo severo e inmediato. Así presenta este Midrash a Moshé. Dios, sin embargo, sorprende a Su servidor y le dice que esta cualidad aplica también para los malvados. Los malvados también se merecen que Dios sopese el castigo y que dilate sanción. La noción que el “ser tardo en la ira” debía aplicar tanto a justos como a malvados es recurrente en la literatura rabínica, por ejemplo en el Talmud[4] se dice que la Torá utiliza el término Erej Apaim (literalmente: tardo en las iras) en plural y no en singular -Erej Af- para enseñar que Dios es tardo en la ira tanto con los justos como con los malvados.

La noción de un Dios benevolente y que no descarga su furia inmediatamente es incluso aplicada en la tradición rabínica con los idólatras y la idolatría. En la Toseftá[5] se enseña que quien ve un lugar donde se realiza idolatría uno debe decir: ברוך ארך אפים “Bendito Sea quien es tardo en la ira”.[6] Dios incluso se controla de arrasar con su furia a lo que Él más detesta: la idolatría; su antónimo por excelencia. Incluso en estos casos Dios aplica su cualidad por lo cual quien lo ve debe reconocer esta virtud divina y pronunciar aquella bendición.

Gufá, volvamos nuevamente al Midrash. Moshé, podemos imaginar que enojado, le dice a Dios “Qué los malvados desaparezcan”. Es decir, ellos no se merecen la compasión divina. Si transgredieron deben ser inmediatamente castigados. Esta escena termina con una afirmación compleja por parte de Dios: “Ahora verás lo que tu deseas”. Dios al parecer acepta, de mala gana, la moción de Moshé o lo desafía. “Ahora verás lo que tu deseas” significa que pronto Moshé podrá ver y juzgar por sí mismo la consecuencia de su lógica.

La segunda “escena” de este Midrash sucede tiempo después. No sabemos a ciencia a cierta de que episodio habla este Midrash, si hace referencia al becerro de oro, al pecado de los espías o a otro pecado que narra la Biblia. Por lo que sigue a continuación – sin embargo – podemos intuir que se trata del episodio del pecado de los espías. Para quien no recuerda el episodio se trata del momento de que Dios manda a 12 espías a ver como era la tierra de Canaán y ellos vuelven difamando la tierra afirmando que es imposible conquistarla. A esto se le suma que todo el pueblo de Israel vuelve nuevamente a quejarse contra Moshé y contra Dios de por qué los enviaron “al desierto para morir”.

En Números 14 se narra que luego de este pecado y de la queja del pueblo Dios se enfurece en sumo grado y amenaza con destruir a todo el pueblo: “y Adonai dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos.”[7] Pero inmediatamente Moshé en el texto bíblico interviene en favor del pueblo judío y defiende su causa apaciguando la ira divina y evitando de que Dios destruya al pueblo en el momento de su máximo enojo.

En este escenario el Midrash vuelve a recrear un dialogo hipotético entre Moshé y Dios. El Midrash pone en boca de Dios las siguientes palabras “¿Acaso no me dijiste así que el “tardo en la ira” es solo para los justos?”. Dios le echa en cara a Moshé su propio pedido, Dios le dice que él mismo le dijo que la capacidad de controlar la ira y dilatar el castigo sólo debía aplicar a los justos. A Moshé cuando le tocó el error de alguien cercano para él, en este caso todo su pueblo que él ayudó a sacar de Egipto, quiso también que el “erej apaim” aplique para los malvados. Y es por eso que vuelve a confrontar a Dios para decirle que si bien él le había dicho que debía ser solo para los justos, Dios le había enseñado en su momento que también el retraso en el castigo y en el enojo debía aplicar también a los malvados. El Midrash cierra con una cita de la última parte de la defensa de Moshé en Números 14 (17-19). Moshé le dice a Dios: “Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: Adonai, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.”

Moshé le cita a Dios lo que él mismo le había enseñado tiempo atrás luego de la transgresión del becerro de oro. Moshé convence a Dios que no castigue al pueblo de inmediato arguyendo que Dios mismo le había dicho que Él sería tardo en la ira incluso con los malvados. En la primera escena Dios le “enseña” a Moshé, en la segunda escena Moshé le enseña a Dios.

¿Y qué nos enseña todo esto a nosotros? Creo que la lección más importante es la propia lección que aprendió Moshé a la fuerza. En un momento de frialdad, cuando uno analiza la ley “externamente” uno esta tentado a afirmar que la misma debe aplicarse fríamente y sin concesiones a los “malvados”. El que cometió un error debe ser fuertemente castigado sin atenuantes, podemos pensar. Sin embargo muchas veces sucede que cuando el error lo cometemos nosotros o algún ser querido queremos que la ley no sea aplicada fríamente sino que se trate aquel caso con una “consideración especial”. Que la rígida ley se flexibilice y que no se castigue el error con la dureza de la ley. Gritamos por atenuantes, por benevolencia cuando se trata de “los nuestros”. Cuando es para el Otro la ley debe ser fría, rígida y sin atenuantes. Cuando es para “los nuestros” la ley debe ser flexible y considerada. Moshé aprendió que la benevolencia debe aplicarse para los propios como para los ajenos sin distinción ¿Aprendimos nosotros la lección?

La última pregunta pero la más importante ¿Por qué Dios es Erej Apaim con quién se equivoca? ¿Por qué Dios dilata el castigo y no reacciona en su momento de furor? Así contesta el Midrash[8] a estás preguntas: “Por tres razones dijo rabí Iashia que Dios contiene su enojo con los malvados en este mundo: (1) Ya que existe la posibilidad de que se arrepientan (2) O bien porque existe la posibilidad de que hagan buenas acciones (mitzvot)… (3) o quizás porque de ellos salgan hijos justos”. Por estos motivos entiende la tradición rabínica que Dios es Erej Apaim incluso con los malvados. El primer motivo es el más evidente, Dios da siempre el tiempo y la posibilidad para que uno se arrepienta. Si uno castiga inmediatamente y no da tiempo a que la propia persona revise su conducta no le estamos dando la posibilidad nunca de mejorar y cambiar por propia voluntad. El segundo motivo es también muy interesante. Dios le da tiempo a los malvados a que tengan la oportunidad de cumplir los mandamientos, de realizar buenas acciones. Por lo general no existen las personas que podamos considerar como 100% malvadas, todos cometemos errores pero todos también tenemos nuestras virtudes. Dios da tiempo entonces, no solo para que puedan hacer Teshuvá (que quizás nunca lo hagan) sino también para poder mejorar su “balanza” entre buenas acciones y transgresiones. La última razón es también muy poderosa; Dios no castiga directamente al malvado para ver qué será de su descendencia, para ver si de aquel malvado o malvada llegan a tener hijos justos ya que son frecuentes los casos (y el Midrash trae varios ejemplos) en los cuales de malvados nacen justos. Si Dios terminase prematuramente la vida de algún malvado quizás indirectamente estaría privando al mundo de un justo futuro.

Según la Mishná[9] la cualidad de Erej Apaim de Dios es demostrada ya que deja transcurrir diez generaciones enteras de pecadores y transgresores entre Adam y Noaj, y solo tras esperar 10 generaciones a que la humanidad cambie su conducta -lo cual nunca hace- decide “volver a empezar” con el diluvio universal. 10 generaciones, cientos de años dilata Dios el castigo, demostrando así su paciencia según los sabios. Erej Apaim sin embargo no debiera ser sólo una cualidad divina sino también una aspiración humana. Desde la Biblia, pasando por la literatura rabínica clásica hasta los tiempos de Maimónides y la cabalá los grandes pensadores judíos han enseñado y desarrollado el poderoso concepto teológico de Imitatio Dei (lit. Imitación de Dios). El hombre debe intentar imitar las acciones de Dios. Por ejemplo en el Talmud está dicho: “Así como Él viste al desnudo, tú también debes hacerlo. Así como Él visita al enfermo, tú también debes hacerlo. Así como Él consuela a los deudos, tú también debes consolarlos. Así como Él entierra al muerto, también tú debes enterrar al muerto.”[10] Y esta es una poderosa idea con la cual leer la Biblia, debemos buscar en las acciones de Dios una vara hacia la cual apuntar. Un ideal hacia el cual encaminarnos.

Y de esta manera no sólo Dios debe ser Erej Apaim sino que nosotros debemos intentar serlo también. Debemos aprender a controlar nuestra ira. Debemos aprender a no reaccionar en nuestro momento de furia. Debemos aprender a dominar nuestros propios instintos. Dos veces en los Proverbios aparece la expresión Erej Apaim y en ambas oportunidades no como cualidades de Dios sino como cualidades que cada uno de nosotros debe incorporar. Por un lado se dice: “Mejor es el que tarda en airarse (Erej Apaim) que el fuerte” (Proverbios 16:31). Y esta es la apoyatura textual de Pirkei Avot (4:1) cuando enseña la famosa frase: “¿Quién es fuerte? Quien domina su propio instinto.” Algo sucedió en la historia judía en el cual el ideal dejaron de ser los grandes líderes militares de los tiempos bíblicos, Ioshua, los Jueces o el rey David; y el ideal pasó a ser aquella persona no que es fuerte en su exterior sino que es fuerte en su interior. La persona que sabe dominar sus propios instintos y que sabe controlar sus enojos esa persona es verdaderamente fuerte.

En Proverbios no solo aprendemos que es fuerte quien aprende a controlar su furia sino que se enseña también: “El que tarda en airarse (Erej Apaim) es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.”[11] Es sabio quien se da tiempo. La sabiduría está en la paciencia y en saber reaccionar y más específicamente en saber cuando reaccionar, cuando contestar y cuando callar. En este caso el opuesto de Erej Apaim es el impaciente. El paciente es quien sabe que todo tiene su tiempo, que a cada cual le llega su hora, sin embargo no apresura ni adelanta la aguja del reloj. La sabiduría está en la paciencia y la necedad en la impaciencia.

No sé ustedes pero esta es una de las cualidades que más debo trabajar en mí. Un gran desafío. Gracias a Dios tenemos toda una vida para desarrollar esta cualidad ya que como hemos aprendido, a pesar de que nos equivoquemos una y otra vez, Dios es Erej Apaim, tarda en enojarse, dándonos tiempo para volver a caernos y a levantarnos una vez más. Lo importante es comenzar…

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[1] Ver por ejemplo TB Menajot 29b o Shabbat 89a, como dos ejemplos paradigmáticos de este recurrente recurso literario.

[2] Ioel 2:13, Iona 4:2, Nahum 1:2.

[3] Avot deRabi Natan (edición B) 38

[4] TB Baba Kama 50b

[5] Brajot (edición Liberman) 6:2

[6] El Talmud recoge esta fuente tanática con una pequeña diferencia en Brajot 57b

[7] Números 14:11-12

[8] Kohelet Rabá 7:32

[9] Pirkei Avot 5:2

[10] TB Sotá 14a

[11] Proverbios 14:29

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