Skip to main content

 

אמר רבי יוחנן: כל מקום שנאמר וישב אינו אלא לשון צער, שנאמר וישב ישראל בשטים ויחל העם לזנות אל בנות מואב. וישב יעקב בארץ מגורי אביו בארץ כנען ויבא יוסף את דבתם רעה אל אביהם. ונאמר וישב ישראל בארץ גשן…. ויקרבו ימי ישראל למות. וישב יהודה וישראל לבט חאיש תחת גפנו ותחת תאנתו – ויקם ה’ שטן לשלמה את הדד האדמי מזרע המלך הוא באדום.

Dijo rabí Iojanan: En toda ocasión que se diga “Y se asentó” no es sino un lenguaje de tragedia. Ya que está dicho:

  • Israel se asentó (VaIeshev) en Sitim cuando el pueblo empezó a prostituirse con las hijas de Moab. (Números 25:1)
  • Yaakov se asentó (Vaieshev) en la tierra donde había vivido su padre, en la tierra de Canaán… y Iosef traía habladurías [de sus hermanos] a su padre. (Génesis 37:1-3)
  • Así se asentó (Vaieshev) Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de GosénCuando los días de Israel tocaban a su fin (Génesis 47:27-29)
  • Y se asentó (Vaieshev) Iehuda e Israel seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera (I Reyes 5:5)… Dios suscitó un adversario a Salomón (I Reyes 11:14)

Según rabí Iojanan[1] el mal, la tragedia y el sufrimiento sobreviene en la Biblia cada vez que leemos la palabra וישב (Vaieshev). VaIeshev proviene de la noción de Lashevet, de asentarse, de quedarse en un lugar. Y según rabí Iojanan cada vez que una persona o el pueblo entero se asienta en cierto lugar, se estanca y la tragedia no tarda en llegar. La palabra que traducimos como tragedia es צער (Tzaar) que literalmente significa angustia pero creo que es apropiado traducirla en este contexto como calamidad, tragedia o incluso como fatalidad. Rabí Iojanan nos advierte a los lectores que cada vez que veamos la palabra וישב en la Biblia debemos estar atentos ya que una tragedia se avecina.

Este poderoso Midrash tiene una gran enseñanza para todos nosotros pero antes veamos como rabí Iojanan construyó este Midrash[2]. En la Biblia aparece en 158 ocasiones el verbo וישב. No en todas las ocasiones (creanme lo busqué) la palabra Vaieshev está relacionada directamente con una desgracia personal o nacional pero en más de una ocasión (y en muchas más de las que enfatiza rabí Iojanan) después de un Vaieshev sobreviene una tragedia.[3] Sin embargo, más allá de esta pequeña disquisición, rabí Iojanan un lector asiduo del Tanaj (como podemos imaginar eran los sabios en aquel entonces) descubrió que en muchas ocasiones luego de que apareciera la palabra Vaieshev una tragedia o un momento de angustia sobrevenía inmediatamente o poco después.

Para comprobar su tesitura trae cuatro ejemplos. El primer ejemplo que trae es sobre la peregrinación del pueblo de Israel durante el desierto. Luego de ir de lugar en lugar y de moverse constantemente el pueblo judío se asienta en la ciudad de Shitim. Inmediatamente al asentarse en aquel territorio el pueblo de Israel comienza a tener relaciones prohibidas con las hijas de Moab. Esto despierta la furia divina matando con una plaga a 24 mil hombres del pueblo de Israel (Números 25:9). El segundo ejemplo trata sobre el momento que Yaakov se asentó nuevamente en la tierra de sus padres. Iaakov durante toda la vida fue un peregrino, iba de un lado hacia el otro; sin embargo en un momento cuando piensa que está todo en calma se asienta nuevamente en la tierra de Israel. Sin embargo su peor pesadilla estaba por comenzar. Sus hijos iban a intentar matar (y finalmente vender como esclavo) a su hijo predilecto, a Iosef. El tercer ejemplo que trae rabí Iojanan también es un sufrimiento familiar. Al final de sus días, una vez que ya había recuperado a su hijo preferido Iaakov se asienta en una tierra extraña, en Goshen, en Egipto. Poco después de asentarse muere. El último patriarca del pueblo de Israel muere y esto genera una gran angustia en sus hijos.

El último ejemplo es el más paradigmático para mi porque es el ejemplo con el cual yo conocí este Midrash. Al leer los primeros capítulos del libro de Reyes I todo iba bien para el rey Shlomó. Era presentado como un rey rico, extremadamente sabio, mandó a construir el Templo, las doce tribus estaban unidas… todo iba excelentemente bien. Y esa es la hermosa descripción que nos entregan las escrituras: “Los reinos de Iehuda y de Israel estaban seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera”. Sin embargo desde el capítulo once y de forma repentina todo cambia, Dios le quita el “visto bueno” a Shlomó y le presenta un adversario[4]. En pocos versículos todo el reino “ideal” de Shlomó se desmorona. Él muere y los reinos se dividen ¿Cómo pudo pasar esto? Rabí Iojanan tiene una respuesta: porque el pueblo se “asentó seguro”.

Este Midrash es muy popular y en muchas compilaciones medievales es recogido[5], como así también muchos comentaristas clásicos lo utilizan. Quiero solamente aquí llamar la atención a la compilación medieval tardía de Ilkut Shimoni en donde en su comentario a Génesis 37:1 agrega un quinto, y paradigmático, ejemplo: “Luego se sentó (Vaieshev) el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse (Éxodo 32:6)”. Para quien está familiarizado con los textos bíblicos este es el versículo que antecede a una de las peores catástrofes nacionales del pueblo judío: la construcción del becerro de oro. Aquí vemos otro ejemplo de una tragedia nacional que aconteció luego de que el pueblo se “asentó”.[6]

Catástrofes personales, familiares y nacionales. Todas ocurren luego de que se asentaran en algún lugar. ¿Por qué? ¿Por qué la angustia o la tragedia sobrevienen luego de un Vaieshev? Porque la angustia y la tragedia en la vida comienzan cuando nos estancamos. Cuando nos quedamos quietos. Cuando dejamos de buscar. Cuando nos conformamos. Cuando aceptamos el status-quo.

El pueblo judío es un pueblo de peregrinos. El andar está en nuestro “ADN”. No nos asentamos en un lugar no solo por el antisemitismo (como podía ser la razón durante muchos siglos en la edad media o hasta en la actualidad tristemente en ciertos países) sino porque somos un pueblo nomade. Somos un pueblo que comenzó con un viaje, con el viaje de Abraham desde Babilonia hasta la tierra prometida. Somos un pueblo inquieto y buscador pero en el momento que física o simbólicamente nos asentamos en un lugar nos estancamos. La creatividad, la fuerza inspiradora del pueblo, desaparece. La costumbre (que muchos llaman tradición) prevalece por sobre el cambio (la búsqueda de nuevos sentidos y significados).

La angustia y la tragedia a nivel personal llegan cuando nos sentimos seguros “bajo nuestra parra”. Sentimos que ya sabemos lo suficiente, que nuestra pareja anda bien, que en el trabajo estamos seguros; y por tal motivo dejamos de aprender, dejamos de ocuparnos de nuestras parejas y dejamos de esforzarnos en nuestros trabajos. Y así nos estancamos y dejamos de percibir que la única constante es el cambio. Que siempre necesitamos aprender más, que siempre necesitamos cultivar el amor y que siempre necesitamos seguir esforzándonos en nuestros empleos en busca de ser los mejores en lo que elegimos ser.

La angustia y la tragedia a nivel nacional también sobreviene cuando nos sentimos confiados y seguros dentro de nuestras fronteras físicas o imaginarias. La tragedia sobreviene cuando pensamos que las respuestas de ayer satisfacen las inquietudes espirituales e intelectuales del hoy. Cada pueblo, como cada individuo, debe afrontar la difícil tarea de redescubrirse una y otra vez. De hacer una autoevaluación de que está bien y de qué está mal, de que debe permanecer y que debe cambiar. Ya enseñó Rabí Ioshua que no puede existir un Beit Midrash sin Jidush, no puede existir una casa de estudios sin una “renovación” sin una idea novedosa cada día. Lo mismo nos sucede como pueblo. La tragedia nos sobreviene cuando estamos seguros con nuestro pasado pero desatendemos nuestro futuro.

Y se asentó no es sino un lenguaje de tragedia”, así nos enseña rabí Iojanan. La única alternativa al estancamiento es seguir nuestra historia, seguir siendo peregrinos, seguir nuestro camino. El mundo, nuestras profesiones, nuestras parejas, nuestros amigos, nuestros campos de estudio están en constante movimiento, si nos quedamos quietos de a poco nos empezamos a alejar. El cambio y la búsqueda son son nuestros aliados frente a la tragedia del estancamiento personal y colectivo.

—-

[1] Rabí Iojanan ben Napaja fue uno de los amoraim más importantes de la segunda generación en la tierra de Israel a comienzos del siglo III.

[2] Una noción similar se encuentra en el TB Meguilá 10b donde el Talmud enfatiza que existe una tradición de los hombres de la gran asamblea que en cualquier lugar que en las escrituras que encontremos la palabra ויהי (y aconteció) debemos saber que también se avecina una tragedia. Quizás rabí Iojanan tomo de esta antigua tradición la base para su exégesis.

[3] Este fenómeno se puede explicar de forma bastante sencilla: ¡La Biblia está repleta de tragedias! Son pocos los momentos de calma y de felicidad en toda la Biblia. No es díficil advertir una tragedia inmediatamente o poco después luego de que está palabra popular sea utilizada.

[4] La palabra que utiliza la Biblia es Satán pero Satán en la Biblia no es “el diablo” sino un adversario, un enemigo o un contricante. En este caso otro rey.

[5] Por ejemplo Bereshit Rabati a Génesis 37:1

[6] Podemos asegurar que en la versión original del Midrash este quinto ejemplo no aparecía ya que solo aparece en el comentario de Ialkut Shimoni a Génesis 37:1 mientras que en sus comentarios a Números 25:1 o I reyes 5:5 no se hace mención al el episodio del becerro de oro. Imaginamos que es el agregado de un copista ilustrado o de un sabio que cierta vez al utilizar este Midrash agregó un ejemplo más.

Leave a Reply