Skip to main content

בן עזאי אומר זה ספר תולדות אדם זה כלל גדול בתורה. ר״ע אומר (ויקרא יט) ואהבת לרעך כמוך זה כלל גדול בתורה. שלא תאמר הואיל ונתבזיתי יתבזה חבירי עמי הואיל ונתקללתי יתקלל חבירי עמי. א״ר תנחומא אם עשית כן דע למי אתה מבזה בדמות אלהים עשה אותו.

Ben Azai dice: “Éste es el libro de los descendientes de Adam” (Génesis 5:1), este es un principio importante de la Torá.

Rabí Akiva dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Levítico 19:18)”, este es un principio importante de la Torá. Para que uno no diga: “Tal como fui avergonzado, que mi compañero sea también avergonzado. Tal como fui maldecido, que mi compañero sea también maldecido.”

Rabi Tanjuma dice: “Si actúas de tal forma, sabe a quién [en última instancia] estás a deshonrando: “a semejanza de Dios lo hizo (Génesis 5:1)”

¿Podemos resumir toda la Torá en un solo versículo? ¿Podemos decir cual es el principio más importante de toda la Torá? Este Midrash nos dice que sí. Rabí Akiva, el gran sabio judío de principios del siglo II d.e.c, discute con su yerno Shimon Ben Azai,[1] uno de los sabios más importantes de la tercera generación de los tanaím sobre este asunto. Cada uno de los sabios dice sobre un versículo “Ze Klal Gadol BaTorá (este es un principio importante de la Torá)”.

En esta versión de Bereshit Rabá no vemos que ambos gigantes de la Torá discutan diciendo que uno de aquellos principios es más importante que el otro. Cada uno dice, sin excluir la propuesta del otro, que para él este o aquel es un versículo importante de la Torá. Ninguno dice “este es el versículo más importante”. Sin embargo, en la versión original de esta discusión (la misma se encuentra en Sifrá Kedoshim 2:4[2]) el orden está invertido y es Rabí Akiva el primero en decir que el amar al prójimo como a uno mismo es un versículo fundamental de la Torá. Es Ben Azai quien le contesta a “su maestro” y le dice que hay un versículo que es incluso más importante que aquel: “Éste es el libro de los descendientes de Adam”. En esta primera versión sí hay una disputa sobre cuál es el principio fundamental de toda la Torá.[3]

Más allá de esta pequeña (pero importante) discrepancia textual ¿Qué es lo que están planteando nuestros sabios? La respuesta de Rabí Akiva es la más conocida y la más popular. Mientras escribo estás líneas recuerdo como en cada Havdalá cuando era madrij en Pardes cantábamos esta hermosa enseñanza de aquel sabio que entró al Pardes y salió en paz. Rabí Akiva dice que el principio fundamental de la Torá se basa en el versículo que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Sin lugar a dudas uno de los versículos más citados de toda la Biblia por judíos como cristianos por igual. Un versículo hermoso. Dios, en parashat kedoshim, en la porción semanal que nos invita a la santidad, nos comanda a amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos.

Sin embargo, si Ben Azai dice que hay un versículo más importante que aquel ¿Qué problema tiene este versículo? ¿Qué es aquello que no vemos con una simple lectura de aquel versículo? ¿Qué ocultan aquellas palabras potentes de la Torá? El rab Abraham Ioshua Heschel le preguntó cierta vez a sus alumnos que si pudiesen elegir qué versículo arrancarían de la Torá. Él sorprendió a la audiencia con su respuesta: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Luego de unos minutos de silencio explicó su postura: “es simplemente imposible de cumplirlo pero a la vez es tan importante, es la base de toda la civilización[4]. Dios nos demanda que hagamos algo que está por encima de nuestras capacidades. Debemos amar al otro como nos amamos a nosotros mismos, y sin embargo este principio es fundamental para el sostenimiento de la sociedad humana. En términos modernos Dios nos da una misión imposible. Que quien lo quiere cumplir puede llegar a deprimirse por no poder alcanzar tamaño objetivo.

Ya muchos filósofos judíos medievales, por otro lado, establecieron que Dios no le puede exigir al ser humano una emoción. Dios puede exigir acciones “harás tal cosa o no harás tal otra” pero las emociones o las creencias deben nacer de uno. Tal como no se le puede obligar a una persona a creer, tampoco se le puede obligar a una persona a amar. Esta es otra dificultad que nos presenta este hermoso pero desafiante versículo. Entonces ¿Qué nos pide en la práctica, en el mundo de las acciones, que hagamos? Ibn Ezra comprende que amar al otro como a uno mismo implica querer para el otro lo mejor como uno quiere para uno mismo. Otros comentaristas como Jizkuni entienden que este versículo se efectiviza no en el amor etéreo hacia el prójimo sino en el principio popular de Hilel en el Talmud (Shabat 31a) que dice: “Aquello que tú odias, no se lo hagas a tu prójimo”[5]. Esta es la regla de oro según Rabí Akiva.

Un problema más que podríamos objetar a este versículo, que constantemente al enseñarlo a adolescentes ellos mismos lo presentan, es ¿Y qué pasa si no me amo? ¿Qué pasa si yo no me quiero, no me respeto o no me cuido? ¿Tengo que tratar al otro como yo me trato a mi mismo? En la versión de Bereshit Raba (ausente en la versión original de Sifra) rabí Akiva agrega una reflexión al respecto: “Para que uno no diga: “Tal como fui avergonzado, que mi compañero sea también avergonzado. Tal como fui maldecido, que mi compañero sea también maldecido.” Rabí Akiva dice que no. Que aunque alguien nos haya tratado mal o hayamos padecido la burla, el engaño o el insulto de otro, no debemos querer que nuestro prójimo sufra lo mismo que nosotros hemos sufrido. No debemos desear el mal aunque nosotros mismos nos lo infligamos o nos lo hayan infligido otros a nosotros. El Targum Yonatan, una de las traducciones no literales al arameo más antiguas de la Torá, agrega al traducir aquel versículo del Levítico que uno debe amar al prójimo a pesar de que uno se odie a sí mismo.[6]

El último, y el más serio de los problemas que tiene este versículo, es el destinatario. ¿A quien debemos amar? Al prójimo. ¿Y quién es el prójimo según la mayoría de los legisladores judíos clásicos? “tu prójimo en Torá y Mitzvot”[7]. Este hermoso versículo esconde un gran peligro; excluir al 99.8% de la humanidad. Este versículo fue interpretado por la inmensa mayoría de nuestros maestros como el cimiento del principio de “Ahabat Israel”, de amor y fraternidad entre judíos. Según la interpretación clásica de este principio debemos amar al que es igual que nosotros, al que piensa como nosotros y al que vive una vida de Torá como nosotros. E incluso más, esta estrecha interpretación no sólo excluye a todos los no judíos de este cálculo sino también a la inmensa mayoría del pueblo judío, ya que según los exegetas, si aquella es una persona “malvada” (entendiendo que no cumple con los preceptos de la Torá) es un mandamiento odiar a aquella persona.[8] Este hermoso versículo se transforma de esta manera en el grito máximo del particularismo y de la xenofobia: ama al que es como vos y odia al que es diferente.

Esto es lo que ve Ben Azai que no ve rabí Akiva. Rabi Akiva se encandila con la belleza de este versículo, con su fuerza y su poder, pero cierra sus ojos a los problemas que este principio conlleva. Ahora sí comprendemos un poco más la respuesta (en la versión de Sifrá) de Ben Azai. Para él, el principio más importante de la Torá se encontraba al comienzo del libro de Génesis (5:1): “Éste es el libro de los descendientes de Adam”. El libro que narra en un principio el comienzo de la humanidad no los mandamientos particulares para el pueblo judío. Ben Azai cambia el Reajá por Adam, el prójimo por el ser humano. Sin embargo el versículo continúa: “El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Hombre y mujer los creó; y los bendijo, y les puso por nombre Adán el día en que fueron creados.” Este es el mensaje supremo según ben Azai de la Torá: todos fuimos creados a semejanza de Dios. Presten atención que según el texto bíblico tanto al hombre como a la mujer Dios les dio el nombre de Adam. Aquí el texto bíblico no se refiere al primer hombre sino al primer ser humano que encerraba en su ser lo masculino y lo femenino. El mensaje más profundo de la Torá es reconocer que todo ser humano fue creado a imagen de Dios y todo aquel que lastima a otro hiere también a Dios. Cada vez que despreciamos al otro, despreciamos también a Dios. Eso es lo que nos dice rabí Tanjuma al cerrar este Midrash.

Entonces ¿Cuál es el principio más importante de toda la Torá? ¿Amar al prójimo o respetar al otro? Rabí Akiva nos invita a amar al prójimo, a amar al que está próximo a nosotros, al que es como nosotros. Eso es amar nuestra propia imagen, es amar a nosotros mismos pero en la figura de otro. En vez de vernos al espejo, de tanto en cuando, debemos atrevernos a ver por la ventana. Ese es Ben Azai. Ben Azai no nos ordena amar, nadie puede obligarnos a amar. Ben Azai nos invita a considerar y a tratar a cada ser humano como seres creados a imagen de Dios, no a amarlos sino a respetarlos. A contemplar que en cada ser, sin importar género, religión, color de piel o posición social, hay una chispa divina.

En tiempos donde el particularismo judío muchas veces se vuelve fanático y se encierra en las palabras de rabí Akiva es importante recuperar y volver a ponerle melodía también a las palabras de Ben Azai.

P.D: Si algún músico/jazan le pone una bella melodía a las palabras de Ben Azai podríamos sumar su frase también a cada uno de nuestros encuentros, havdalot, fogones y tefilot.

[1] Según el Talmud Ben Azai se casó con la hija de rabí Akiva pero tiempo después se divorció.

[2] לא תקום ולא תטור את בני עמך נוקם אתה ונוטר לאחרים ואהבת לרעך כמוך רבי עקיבא אומר זה כלל גדול בתורה בן עזאי אומר זהספר תולדות אדם זה כלל גדול מזה:

[3] El mismo Midrash se encuentra también en el Talmud Yerushalmi (Nedarim 9:4)

[4] Encontré esta hermosa reflexión en el siguiente Dbar Torá del JTS: http://www.jtsa.edu/Conservative_Judaism/JTS_Torah_Commentary/Kedoshim_Between_5771.xml?ss=print

[5] אמר לו: דעלך סני לחברך לא תעביד – זו היא כל התורה כולה, ואידך – פירושה הוא, זיל גמור.

[6] לא תהוון נקמין ולא נטרין דבבו לבני עמך ותרחמי לחברך דמן אנת סני לך לא תעביד ליה אנא יי

[7] Sefet Mitzvot Gadol, Mandamiento positivos 9 o Mishne Torá, Hiljot Deot 6:3 con la glosa de Hagaot Maimoniot.

[8] Sefer Mitzvot Gadol ad. loc. y Rashbam. Basados en un principio de TB Pesajim 113b.

Leave a Reply