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משכני אחריך נרוצה, א»ר מאיר בשעה שעמדו ישראל לפני הר סיני לקבל התורה אמר להם הקב»ה אלעיקי אני נותן לכם את התורה? אלא הביאו לי ערבים טובים שתשמרוה ואני נותנה לכם. אמרו לפניו רבש»ע אבותינו ערבים לנו, אמר להם אבותיכם צריכין ערבים. למה הדבר דומה לאחד שהלך ללוות מן המלך אמר לו הבא לי ערב ואני מלוה אותך. הלך והביא לו ערב אחד. אמר לו ערבך צריך ערב, הלך והביא לו ערב שני, ואמר לו ערבך צריך ערב. כיון שהביא לו ערב שלישי אמר תדע כי מפני זה אני מלוה לך, כך בשעה שעמדו ישראל לקבל התורה אמר להם אני נותן לכם תורתי הביאו לי ערבים טובים שתשמרוה ואתננה לכם. אמרו אבותינו עורבים אותנו, אמר להם הקב»ה אבותיכם יש לי עליהם, אברהם יש לי עליו שאמר (בראשית טו) במה אדע, יצחק יש לי עליו שהיה אוהב לעשו ואני שנאתיו שנאמר (מלאכי א) ואת עשו שנאתי, יעקב שאמר (ישעיה מ) נסתרה דרכי מה’, אלא הביאו לי ערבים טובים ואני נותנה לכם. אמרו לפניו רבש»ע נביאינו ערבין לנו,אמר להם יש לי עליהם שנאמר (ירמיה ב) והרועים פשעו בי וגו’ וכתיב (יחזקאל יג) כשועלים בחרבות נביאיך ישראל היו, אלא הביאו ליערבים טובים ואתננה לכם. אמרו הרי בנינו עורבים אותנו, אמר הקב»ה הא ודאי ערבים טובים על ידיהם אתננה לכם, הה»ד (תהלים ח)מפי עוללים ויונקים יסדת עוז, ואין עוז אלא תורה, שנאמר (שם /תהלים/ כט) ה’ עוז לעמו יתן.בשעה שהלוה נתבע ואין לו לשלם מי נתפש לא הערב, הוי מה שנאמר (הושע ד) ותשכח תורת אלהיך אשכח בניך גם אני.

“¡Llévame en pos de ti! ¡Corramos!” (Cantar de los Cantares 1:4). Dijo rabí Meir: En el momento que el pueblo de Israel se encontraba en el Monte Sinaí predispuestos a recibir la Torá les dijo el Santo, Bendito Sea: “¿Gratuitamente les entrego a ustedes la Torá? No sino que tráiganme garantías creíbles de que ustedes la observarán y yo se las entregaré. Le dijeron: “Señor del Universo, nuestros patriarcas son nuestros garantes”. Él les contestó: “Sus padres necesitan garantes”.

¿A qué se asemeja esto? A alguien que fue a tomar dinero prestado del rey y él le dijo: “Tráeme un garante y yo te prestaré [el dinero]”. Fue entonces y le trajó un garante. Le dijo [el rey]: “tu garante necesita otro garante”. Fue y le trajo un segundo garante. Le dijo: “tu garante necesita otro garante”. Cuando le trajo el tercer garante [el rey] le dijo: “Sabe que por este yo te daré el préstamo”. De la misma forma cuando el pueblo de Israel se encontraba predispuesto a recibir la Torá [Dios] les dijo a ellos: “Yo les daré mi Torá, tráiganme garantes creíbles de que ustedes la observarán y yo se las entregaré”.

Dijeron: “Nuestros padres serán nuestros garantes”. Les dijo el Santo, Bendito Sea: “Sobre sus padres tengo reclamos. Sobre Abraham por sobre lo que está dicho: “¿En qué conoceré…? (Génesis 15:8)”. Sobre Itzjak tengo que él amaba a Esav y yo lo odiaba ya que está dicho: “y a Esaú aborrecí (Malají 1:3) ”. Y sobre Yaakov como está dicho: “Mi camino está escondido de Adonai… (Isaías 40:27)”. Sino que tráiganme garantes creíbles y yo se las daré.

Le dijeron: “Señor del Universo nuestros profetas serán nuestros garantes”. Les dijo: Sobre ellos también tengo reclamos como está dicho: “los pastores se rebelaron contra mí… (Jeremías 2:8)” y también está dicho: “Como zorras en los desiertos han sido tus profetas, Israel (Ezequiel 13:4)”. Sino que tráiganme garantes creíbles y yo se las daré.

Le dijeron: “Nuestros hijos serán nuestros garantes”. Dijo el Santo, Bendito Sea: “De seguro que son garantes confiables, a través de sus manos les daré [la Torá] a ustedes. Por está razón está dicho: “De la boca de los niños y de los que aún maman fundaste el poder…(Salmos 8:2),” Y fuerza no es otra cosa que Torá como está dicho: “Adonai dará poder a su pueblo Ibid. (29:11)”.

En el momento que el prestador le reclama y no tiene para pagar ¿De quién cobra? Del garante. Esto es lo que está dicho: “y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos (Oseas 4:6)”

Franz Rosenzweig enseñaba que tres son los tiempos trascendentales en la historia judía (y en la historia de la humanidad): la creación, la revelación y la redención. Este hermoso Midrash se sitúa en el segundo de los momentos claves de la historia, en los instantes previos a la revelación en el monte Sinaí. Este midrash, adjudicado a Rabí Meir , sugiere que Dios justo antes de entregar la Torá se da cuenta que no puede entregar su obra más preciada, la Torá, de forma gratuita. Dios necesita alguna garantía que el pueblo de Israel va a cumplir con los mandamientos y los ideales enunciados en la misma. El pueblo de Israel entonces sugiere como garante a los Avot, a los patriarcas del pueblo de Israel. Ellos pueden salir a respaldar la adquisición que está realizando el pueblo judío. Dios no acepta a Abraham, Itjak y Yaakov como garantes ya que ellos “necesitan otro garante”.

Para comprender la negación de Dios a aceptar a los Avot como garantes el Midrash trae un Mashal, una analogía que abre con la típica frase de la literatura rabínica para dar comienzo a una párabola: “ למה הדבר דומה ¿A qué se asemeja esto?” En la gran mayoría de las parábolas de la literatura rabínica la analogía de Dios es un “rey de carne y hueso”. Este caso no es la excepción. La parábola es simple, el rey presta dinero a un súbdito pero este tiene que presentar a un garante de confianza. El rey rechaza a los primeros dos y solamente acepta al tercero. De esta misma forma, en nuestro Midrash, Dios rechazará a los primeros dos garantes sugeridos por el pueblo de Israel y sólo aceptará al tercero. Luego de cerrar la parábola el Midrash regresa al punto donde había dejado. El pueblo de Israel ofrecerá como garante a los padres (los patriarcas del pueblo), a los profetas y a los hijos. Dios rechaza a los patriarcas y a los profetas como garantes porque tiene con ellos “cuentas pendientes”.

A los patriarcas los rechaza porque cada uno, a su manera, actuó en contra o desconfió de Dios. Abraham desconfía de la promesa de Dios cuando Él le asegura que Abraham heredará la tierra de Cnaan. Itzjak ama a Esav mientras que Dios ama, como Rivká, a Yaakov; y eso Dios no se lo perdona. El profeta Isaías crítica al pueblo de Israel (es decir a los descendientes de Yaakov) de decir que Dios “no los ve”; de esta forma descreen de Dios como creador de todo el universo cuya presencia se encuentra en todas partes. Los Avot por estás razones no pueden ser garantes. No son confiables.

El pueblo de Israel piensa y ofrecen a los profetas como sus garantes. De seguro que Dios tendrá que aceptar a sus propios enviados y mensajeros como garantes. Sin embargo Él los rechaza. La cita que traen de Jeremías no se entiende sin la continuación del versículo que nos dice: “los profetas profetizaron en nombre de Baal”. Es decir no sólo los simples pastores se rebelaron contra Dios sino que los profetas de Israel también se rebelaron profetizando en nombre de otras deidades. El versículo que se cita de Ezequiel es parte de una larga condena contra los falsos profetas. Los profetas de Israel tampoco sirven como garantes. Si traicionaron una vez a Dios lo pueden hacer nuevamente.

Como dice el dicho “la tercera es la vencida”. El pueblo de Israel juega su última carta y ofrecen a sus hijos como garantes del cumplimiento de la Torá. Como en la parábola del rey, Dios acepta a los hijos como los garantes eternos de la Torá. El Midrash trae como apoyatura textual un “juego” de palabras entre dos versículos. En Salmos 8:2 se habla de los niños y se dice que sobre ellos Dios funda su poder (Oz) y en Salmos 29:11 se dice que Dios le entregará poder (Oz) a su pueblo. ¿Qué es el poder que le dio Dios a su pueblo según los sabios? La Torá. ¿Y sobre quién fundó aquel poder? Sobre los niños. Los más pequeños son la garantía. En ellos Dios sí confía.

En una versión más tardía de este Midrash (Ilkut Shimoni Mishlei 247, Siglo XII o XIII) se dice que ante el pedido de Dios de garantes el pueblo de Israel ofrece a los cielos y a la tierra. Dios rechazó este ofrecimiento del pueblo de Israel por considerar que los cielos y la tierra finalmente serán destruidos por lo cual no pueden ser garantes eternos. Lo interesante de esta versión es que es Dios quien pide a los hijos como garantes; el pueblo de Israel no los ofrece sino que Dios lo exige. Si ustedes se olvidan de la Torá, dice Dios, Yo me olvidaré de sus hijos. ¿Qué mejor garantía de que se esforzarán por cumplir la Torá?

Existe también incluso otra versión en la literatura rabínica de este Midrash. La misma se encuentra en Midrash Tehilim (8:4), una antigua colección de midrashim compuesta entre los siglos VII y IX apróximadamente. En esta versión “revisada” de la original se nos explica un poco más porque Dios rechaza a los patriarcas como garantes. Según esta versión (en la cual no figuran ni los profetas ni los cielos o la tierra) los padres son rechazados porque ellos “le deben algo a Dios”. Los patriarcas son deudores por lo cual no sirven como garantes. Dios necesita garantes con “libre deuda”. Si esto es así ningun adulto puede funcionar como garante del pueblo de Israel porque cuando comenzamos a crecer ya todos cargamos en nuestras espaldas con errores frente a los demás y frente a Dios.

El redactor de este Midrash realiza una hermosa “movida exegética” y trae el famoso versículo de Deuteronomio (5:3): “No con nuestros padres hizo Adonai este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.” Dios no hizo el pacto en el monte Sinaí con los padres (los avot) sino con los que están presentes allí y los que vendrán en el futuro. ¿Y quienes son aquellos que vendrán en el futuro o están presentes allí en los brazos de sus madres o en sus vientres? Los niños, los más pequeños. Según el Midrash ellos son los verdaderos garantes ya que no tienen ninguna deuda con Dios. Sin embargo el garante debe aceptar aquel compromiso y de esta forma hermosa el Midrash lo describe:

Inmediatamente trajeron a los bebés en los vientres de sus madres y entre sus pechos, y las paredes se volvieron transparentes y vieron a Dios de entre sus cunas. Y hablaron con Él. Y Dios les preguntó ¿Serán ustedes los garantes de sus padres?… Ellos contestaron: “Sí”.

Según el Midrash Dios empezó entonces a anunciar los Aseret HaDivrot (los mal traducidos como 10 mandamientos) y tras cada uno los bebés contestaban sí o no, dependiendo si era un mandamiento positivo o negativo.

¿Cuál es entonces la enseñanza profunda de este Midrash? ¿Qué significa que son los niños los garantes de los padres? Cuando Dios se predispone a entregarle la Torá al pueblo de Israel exige una garantía para su cumplimiento. ¿Por quién debemos cumplir entonces la Torá? Es la pregunta de este Midrash ¿Por nuestros padres? ¿Por los profetas de Israel? ¿Por los cielos y la tierra? No, por nuestros hijos, por el futuro.

Muchas veces pensamos que nuestro compromiso con la Torá está sujeto a nuestra historia heredada. “Como nuestros abuelos cuidaron el Kashrut o el Shabat, así también debemos hacerlo nosotros”, escuchamos muchas veces. Sin embargo este Midrash nos dice que nuestros antepasados no son nuestros garantes. El pasado es valioso, el pasado nos inspira pero nuestro compromiso está con el futuro.

Muchas veces rabinos y maestros nos invitan a cumplir con los mandamientos a través del miedo: “Si no cumplis los con la Torá esto o aquello te pasará”, escuchamos constantemente dentro de ciertos círculos de nuestro pueblo. Sin embargo este Midrash nos dice que nuestros profetas, quienes en la antigüedad amonestaban al pueblo por sus transgresiones, no son nuestros garantes. La garantía no está puesta en un discurso coercitivo que nos obliga a someternos a la Torá por el temor al castigo. La Torá debe ser aceptada por amor.

Este Midrash enfatiza que los garantes son los más pequeños de cada generación. Y no sólo ellos, también los que aún todavía están por venir. Por ellos debemos vivir cada día conforme a los ideales y a los principios más elevados de la Torá, ellos son los que sufrirán las consecuencias si no nos comprometemos con los mandamientos entre el hombre y su prójimo; sino nos comprometemos a mejorar el mundo y cada una de nuestras sociedades. Por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos debemos vivir una vida de Torá, apegados a los mandamientos y al estudio de los textos sagrados; es de este manantial de vida, de sabiduría y de profundos significados que ellos habrán de abrevar. Si queremos que nuestros hijos vivan una vida judía somos nosotros quienes tenemos que vivirla con pasión y con orgullo. Si queremos lo mejor para ellos debemos aspirar nosotros mismos a vivir de aquella forma. El futuro es la mejor garantía.

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