Un maestro sinónimo de vida
Hoy se cumple un nuevo iortzait (aniversario del fallecimiento) del rabino Marshall Meyer Z¨L.
El rab Marshall Meyer llegó a fines de los años 50 a la Argentina; en 25 años transformó y revolucionó a toda la comunidad judía de Sudamérica. Enseñó que el judaísmo debía convertirse en un lenguaje vivo y autóctono que interpele a cada judío en cada situación de su vida.
El mito popular cuenta que cierta vez a fines de los ochenta cuando Marshall volvió a Bet El alguien le dijo “rab, seguimos usando su Sidur” a lo que él contestó: “¿y dónde está el de ustedes?”. Marshall no nos heredó respuestas sino el eterno desafío de abrir nuevas preguntas. Marshall encendió en cientos y miles de líderes, rabinos, feligreses, educadores y madrijim el infinito desafío de renovar en cada instante la tradición milenaria de la Torá. Él solía decir que debíamos tener a la Torá en una mano y al diario en la otra; y es por eso que uno de sus primeros seguidores dijo tiempo después sobre su maestro: “es el primer rabino que no habla únicamente de kashrut sino también de los problemas sociales”.
El lema de Moshé Rabenu era: “la justicia atraviesa la montaña”. Su pilar era la justicia y la verdad. Su hermano, Aharon, se caracterizaba por la paz; sobre él se dice que amaba la paz y que la perseguía. Un tercer hermano, nacido mucho después [también Levi, como ellos] en una agitada Estados Unidos de los años 30, repetía sin cesar un pasaje de la Torá: “Ubajarta bajaim-y elegirás la vida”. Fue un maestro que salvó vidas y que enseño a vivir. Su memoria es símbolo de vida.