Se acerca Rosh Hashaná y Iom Kippur y con estas “altas fiestas” nuevamente recordamos lo aburridos y eternos que son los servicios. ¿Quién puede estar sentado durante tres o cuatro horas? ¿Quién puede lograr un momento espiritual en esas condiciones?
Los Iamim Noraim solo revelan a gran escala el desastre espiritual del pueblo judío. Hay rabinos y rabinas que incluso hoy, en un mundo vibrante, cambiante y galopante, esperan que sus congregantes estén sentados y en silencio durante horas. Las sinagogas, muy por el contrario, deberían ser espacios donde exista la algarabía, los aplausos, el canto desafinado y el movimiento. El silencio es sepulcral, la sinagoga debe ser un lugar revitalizador.
Los rabinos no deberían oficiar. Su tarea debiera ser la de educar a su congregación para que cada miembro de su minian semanal pueda oficiar. Los rabinos deben bajar de la Bimá y sentarse con sus congregantes. No pueden seguir pensando que una comunidad se construye a través de Shabbat, sino que toda la semana debería ser un ejercicio de preparación para Shabbat. Las drashot (predicas) son importantes, sin embargo mucho más importantes son las clases y las vivencias cada día de la semana. Una clase no es exitosa si van 30 miembros de la comunidad; una clase es exitosa si al menos uno aprende algo nuevo.
Si partimos del principio que no hay una sola manera de acercarse a Dios también debemos afirmar que es necesario que haya siempre más de una opción de tefilá en cada sinagoga. Diferentes servicios para diversas personas que tienen formas particulares de acercarse a Dios. Si las sinagogas liberales no quieren perder a los jóvenes deben aprender a escucharlos. Debe haber un servicio juvenil, liderado por jóvenes (y no por rabinos), en cada sinagoga.
Se acercan los Iamim Noraim y ya sentimos la presión nuevamente de tener que estar sentados por horas en una sinagoga sin entender lo que pasa. Sin embargo, no todo es culpa de los rabinos. En nuestro Jeshbon Hanefesh (balance del año) debemos preguntarnos cuanto tiempo le hemos dedicado a estudiar y a comprender los pasajes del sidur o del majzor. Si no queremos ser meros espectadores estos Iamim Noraim, o cada vez que vamos a una sinagoga, debemos comprometernos con aprender y exigirle a nuestros rabinos que nos enseñen.
Shana Tová!