כִּי־תִקְרַב אֶל־עִיר לְהִלָּחֵם עָלֶיהָ וְקָרָאתָ אֵלֶיהָ לְשָׁלוֹם׃
«Cuando te acerques a una ciudad para pelear contra ella, primero le ofrecerás la paz” (Deut. 20:10)
Se cuenta del gran Rabí Iojanan ben Zakai “que nadie se le adelantó en el saludo nunca, incluso un gentil en el mercado” (b. Brajot 17a). A todo el mundo él era siempre el primero en saludar diciendo como es tradicional en hebreo “Shalom Aleijem” (la paz sea contigo). En otras palabras él fue siempre el primero en ofrecer la paz al prójimo. Esta costumbre se transformó en su segunda naturaleza y lo ayudó a enfrentarse también a las situaciones más difíciles sin nunca perder su paz interior y siempre buscando la paz general. Esta práctica lo ayudó a intentar buscar la paz con Abba Sikrá, el jefe de los sicarios y fanaticos judíos que quemaban los almacenes de alimentos para incentivar a los pobladores judíos a ir a la guerra contra roma, e incluso con el propio Cesar Vespasiano intentando conseguir una paz o una pequeña salvación para el pueblo judío durante el sitió a Jerusalén.
Son las prácticas cotidianas las que nos ayudan a estar mejor preparados para enfrentar los momentos decisivos de nuestra vida. ¿Estamos acostumbrados a ir siempre a la “guerra” frente a cualquier problema o a intentar buscar la “paz” y la armonía? Años después el sabio Rabí Matia ben Jarash hizo de la práctica de Rabí Iojanan un principio universal: “Adelanta el saludo a toda persona” (Pirkei Avot 4:15). Acostumbremonos diariamente a ofrecer un saludo (un shalom) a toda persona y esto irá generando en nosotros una personalidad que tiende hacia el Shalom. Y esto mismo es lo que según el Midrash el propio Moshé le enseñó a Dios (Tanjuma Buber, Tzav #5). Según los Sabios en un primer momento Dios deseaba que el pueblo de Israel ante cualquier hostilidad vaya a la guerra directamente aniquilando al enemigo sin embargo Moshé le recuerda a Dios que su Torá es una Torá de Zevaj Hashlamim (Sacrificios de paz, lev. 7:11). Y es por eso que Dios decide cambiar su propia ley tal como se nos enseña en Parashat Shoftim: “Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la paz.” (Deut. 20:10). Como nos enseña al respecto el Shelá HaKadosh (1555-1630) “Afilu BaMiljamá Nitzaveinu Bashalom – Incluso en la guerra fuimos obligados a la paz” (Shnei Lujot HaBrit, Shoftim, Torá Or #4).
Hay quienes dicen que en algunas situaciones estamos obligados a ir a la guerra y no ofrecer la paz (Sifrei, Rashí, Ibn Ezra, etc.) sin embargo hay otros (Rambam, Ramban, etc.) que incluso en las “guerras obligatorias”, incluso con los que percibimos como nuestros enemigos, nos dicen que estamos obligados a intentar primero llegar a la paz. Hay una tendencia natural en todos nosotros de ir a la guerra, a la confrontación, y no solo a nivel nacional sino a nivel personal e incluso con nosotros mismos y contra esta tendencia es que debemos hacer la guerra para evitar la batalla. Debemos acostumbrarnos a ofrecer la paz, primero como un saludo, y luego convirtiendo este hábito en nuestra herramienta para enfrentar cada desafío.
Hoy más que nunca: ¡Shabbat SHALOM!
Rab. Uri