“Estas son las palabras que habló Moshé” (Deut. 1:1). Así comienza el último libro de la Torá y así seguirá hasta el final del mismo. Durante todo el libro de Devarim-Deuteronomio Moshé narrará con voz propia algunos de los acontecimientos más importantes del pueblo judío, repetirá ciertas normativas y enseñará otras nuevas.
“De este lado del Jordán, en tierra de Moab, resolvió Moshé explicar esta ley, diciendo…” (Deut. 1:5) De todos los versículos de la Parashá hoy quiero detenerme únicamente aquí. Al parecer un versículo que no suma mucha información sin embargo una palabra que allí aparece y que traducimos como explicar tiene un origén oscuro y su significado no es evidente: Beer. Usualmente la tradición rabínica (comenzando con el Targum Onkelos) traduce el verbo Beer como interpretar o explicar (Lefaresh) sin embargo desconocemos su real significado. Este verbo aparece solamente en otras dos oportunidades en todo el Tanaj y en ambos esta relacionado con la escritura (Jabakuk 2:2; Deuteronomio 27:8). En ambos casos al parecer el término Beer apunta a que las palabras deben estar claramente escritas en las tablas o en las piedras. En nuestro versículo, sin embargo, no se hace mención a inscribir las palabras sino a narrarlas.
Interpretando, valga la redundancia, el verbo Beer como explicación/interpretación, los exegetas medievales dan diversas explicaciones sobre de que forma Moshé explicaba y clarificaba aquella ley, aquella Torá. Rashí (Francia, S. XI), basado en el Midrash, nos dice que Moshé explicaba la Torá en las setenta lenguas primigenias. No solo enseñaba acerca de los mandamientos en hebreo sino en cada una de las míticas setenta lenguas primoridales de cada una de las naciones que habitaban el mundo. Las enseñanzas de la Torá, en el espíritu prófetico y universalista de Rashí, no era propiedad exclusiva de los judíos que hablaban hebreo. La palabra de Dios debía ser escuchada y estudiada por todos los hombres y mujeres del mundo. Cada quien en la lengua que entendiese.
El rabino Yaakov Tzvi Mecklenburg (Alemania, S. XIX) en su famoso comentario HaKtav veHakabalá re-interpreta las palabras de Rashí diciendo “Aquí [cuando hacia referencia] a las setenta lenguas verdaderamente quería decir setenta interpretaciones”. Este maestro alemán del siglo XIX no puede comprender como un maestro francés del siglo XI dice que Moshé explicó la Torá en setenta lenguas ya que según él la Torá es “propiedad privada y exclusiva” del pueblo judío por lo cual busca reacondicionar las palabras de Rashí a su ideología diciendo que verdaderamente lo que Moshé hacía era mostrar en cada versículo y en cada mandamiento las setenta interpretaciones posibles que se le podían dar al mismo. De esta forma Moshé explicaba y clarificaba la Torá. Rabeinu Bajaye, varios siglos atrás, en un sentido similar ya había interpretado la palabra Moab, cuyo valor numérico es 49, con las 49 caras que cada debate sobre una ley bíblica o rabínica posee. Según los maestros de nuestra tradición ante cada situación siempre hay 49 argumentos para un lado y 49 para el otro. 70 interpretaciones, 49 argumentos. Según el autor de HaKtav veHakabalá Moshé no explicaba la Torá para todo el mundo sino que, a la usanza de una Yeshiva de Europa del Este, ante cada punto de la ley enseñaba todas las interpretaciones posibles. Complejizaba, argumentaba, cuestionaba. Una forma muy judía de estudiar.
Entonces ¿Es la Torá propiedad exclusiva del pueblo judío o más bien es un legado para toda la humanidad? “Ele HaDevarim – Estas son las palabras” comienza diciendo el libro de Deuteronomio y el Talmud nos dice: “Elu veElu Divrei Elohim Jaim – Estas y aquellas son las palabras del Dios viviente” (Eruvin, 13b). La Torá es a la vez un legado para toda la humanidad pero también una herencia particular del pueblo judío. Los principios y las ideas fundamentales de la Torá poseen una dimension universal y las mismas deben ser traducidas y explicadas en cada lengua. Por otro lado el estudio apasionado de los textos consagrados como vehículo para dirimir la ley (halajá) es la heredad del pueblo de Israel. La Torá, si bien su mensaje es universal, es también el corazón y la columna vertebral del pueblo judío.
Que la Torá sea siempre fuente de inspiración para todas las naciones.
Que la Torá sea siempre el corazón y el hogar del pueblo judío.
Shabbat Shalom,
Rab. Uriel Romano