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Según Rava (Babilonia, IV) una de las seis preguntas que le hacen a cada persona en el juicio final es “¿Kavata Itim la Torá?”. Esta pregunta tradicionalmente es traducida como “¿Fijaste momentos para el estudio de la Torá?” (TB, Shabat 31a). Rashi (Francia, XI) nos dice que debido a que el hombre requiere de trabajar para vivir, uno requiere fijar momentos determinados cada día para la Torá para evitar que las obligaciones cotidianas lo arrastren y le impidan dedicarse al estudio. Entonces según Rashi la pregunta sería ¿Separaste cada día de tu trabajo un tiempo para estudiar Torá?

El Marashá (Polonia, XVI) comenta, prestando atención a la escritura en plural de la pregunta, que uno debe fijar dos momentos para el estudio de la Torá, por la mañana y por la noche. Así también lo determina Maimónides (Egipto, XII) en su Mishné Torá (Talmud Torá 1:5) donde dice que es obligación estudiar todos los días por la mañana y también por la noche basándose en la interpretación clásica rabínica del siguiente versículo “Y meditarás en ella [la ley] de día y de noche” (Josué 1:8).

Otros maestros en la modernidad interpretaron esta pregunta de una forma diferente: ¿Fijaste momentos para el estudio de la Torá? Significa si fijamos momentos determinados para el estudio y nos dedicamos el resto del tiempo al trabajo, a la familia o al ocio. Según esta corriente el estudio es importante pero no lo es todo, estudiar Torá es una parte importante de nuestras vidas pero no puede ser lo único a lo cual le dedicamos nuestro valioso tiempo. Por eso debemos determinar momentos específicos para el estudio para dedicar todo el resto del día a otros quehaceres.

Otros incluso traducen esta pregunta de una forma totalmente diferente: “¿Robaste momentos para la Torá?” [1] No fijar sino robar. Rabí Pinjas HaLevi Horowitz (Frankfurt, XVIII) comenta al respecto: “Incluso la persona que está sumamente atareada con sus negocios debe robarle a este algunos momentos para estudiar Torá” (Shaarei Teshuva, Oraj Jaim, 156). La traducción del verbo Likvoa (usualmente utilizada como “fijar”[2]) como robar aunque parezca extraña tiene sus razones. La mayoría de los sabios que cita esta traducción del pasaje del tratado de Shabat se basa en un versículo del libro de proverbios: “Porque Adonai juzgará la causa de ellos, Y despojará (Kavá) el alma de aquellos que los despojaren (Koveiem). (22:23) Según el diccionario bíblico BDB קָבַע es un sinónimo de גזל (robar)[3]. En el Talmud también encontramos la siguiente expresión: “K´vaan Plani”, la cual es traducida por Rashi como: “Fulano me robó” (TB, Rosh Hashaná 26b)[4]. Al parecer tanto en el hebreo bíblico como en el hebreo rabínico[5] una de las acepciones del verbo Likvoá era robar por lo cual aquella interpretación que nos invita a leer una de las preguntas del juicio final como “¿Robaste momentos para el estudio de la Torá?” puede tener su sustento también en la etimología propia del término Likvoá. Y quien sabe, quizás en esta acepción del término estaba pensando Rava cuando hablaba de aquella pregunta del juicio final.

Debemos robar momentos para la Torá. De la misma forma que debemos robar momentos para el ejercicio físico, para la familia, para los amigos, para el trabajo espiritual, uno también debe robar momentos de su día para estudiar Torá. Los sabios son conscientes de nuestra vida agitada, de nuestras responsabilidades laborales o de nuestra grilla de materias a cursar, sin embargo, nos instan a que debemos robarle algunos momentos a nuestra agenda para ocuparnos del estudio de la Torá. Según el Talmud (TB, Jaguigá 9b) la Torá es el hogar del pueblo judío, aquel que se aparta de su estudio es comparado con un “ave que se va de su nido, tal es el hombre que se va de su lugar.” (Proverbios 27:8). Cuando el pueblo de Israel se fue al exilio encontró su hogar entre las hojas de la Torá y el Talmud. El estudio del texto es el hogar intelectual y espiritual del pueblo judío.

Leemos la Torá los lunes, jueves y sábados porque de la misma forma que un hombre no puede pasar más de tres días sin beber agua y sobrevivir como pueblo no podemos dejar de escuchar la Torá por tres días y sobrevivir (TB, Baba Kama 82a). Sin embargo, como individuos requerimos cada día una dosis de Torá, cada día dedicarle unos minutos, aunque sea al estudio de alguna historia bíblica, de algún pasaje talmúdico, de algún inciso de un código halájico, de alguna historia jasídica o de cualquier otro texto que nos desconecte de nuestra vorágine y que nos conecte con Dios, con nosotros mismos y con los principios eternos de la Torá.

Con fijar horarios de estudio en la agenda no es suficiente, debemos robar momentos para el estudio. No solo debemos fijar en nuestra agenda 5, 10 minutos o media hora para estudiar Torá por día, sino que cuando ese momento llega debemos robarles a nuestras otras ocupaciones el tiempo y la energía para dedicarnos profundamente esos pocos minutos a lo que estamos estudiando. Siempre habrá excusas: “no puedo”, “no tengo tiempo”, “estoy con la cabeza en otro lado”. El ser humano es un ser de excusas, somos expertos en el arte de la excusa pero los sabios nos dicen que no hay excusas válidas, que siempre debemos, cada día, robar algunos momentos para estudiar Torá.

Rabí Najman de Bratzlav solía decir: “Quien no se ocupa una hora de sí mismo cada día, no es humano”. Reemplacemos, si desean, la palabra Torá por aquella actividad que a ti te reconecta contigo mismo, que te llena el alma, que te renueva las energías, que te da alegría. Para algunos será estudiar Torá, para otros será hacer ejercicio, meditar, rezar, caminar, cantar, bailar, tocar algún instrumento, tomar un café con un amigo, leer… Nuestras agendas y responsabilidades muchas veces no nos permitirán tomarnos una hora cada día para hacer algo “para nosotros mismos”, siempre habrá un mail más que contestar, un cliente más que llamar, una entrega más que hacer; por eso nuestros maestros nos enseñan que debemos forzadamente robarle a nuestros días, a cada día, momentos para nosotros mismos, momentos para satisfacer nuestras almas y nuestras mentes.


[1] Para una lista extensa de diversos rabinos que leen la pregunta de Shabat 31a de la siguiente forma ver: http://www.toviapreschel.com/he/%D7%94%D7%90%D7%9D-%D7%92%D7%96%D7%9C%D7%AA-%D7%96%D7%9E%D7%9F-%D7%9C%D7%AA%D7%95%D7%A8%D7%94/
[2] Por ejemplo, al colocar la Mezuzá en nuestras puertas decimos: “Likvoa Mezuzá” (Fijar la Mezuzá).
[3] La utilización de Likvoa como robar se encuentra también en otros versículos bíblicos como en Malaquías 3:8-9: “¿Robará (Hikvá) el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado (Koveim). Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado (Kevanujá)? En vuestros diezmos y ofrendas.” El Metzudat David cita este versículo para apoyar la teoría esbozada por Rashi de que el versículo de Proverbios debe ser traducido como “robar” o “despojar”.
[4] Es interesante que en el propio relato talmúdico un sabio como Levi no comprende el significado del término K´vaan hasta que le citan el versículo de Malaquías 3:8 y ahí recién comprende que significa “robar”. El redactor talmúdico insertará a continuación de este debate una larga cantidad de palabras en hebreo que su significado era desconocido por los sabios en aquellos tiempos por su rareza y poca utilización.
[5] Para otros ejemplos de Likvoa como robar ver, TB Baba Metzia 112a.

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