¿Cuántas veces un israelí te preguntó cuándo harías aliá? ¿Cuántas veces algún israelí te dijo que no podías opinar sobre lo que ocurría en Israel ya que vivías en la diáspora? A mí me lo han dicho en más de una oportunidad. ¿Qué responder? ¿Qué decir? Cada quien tendrá sus razones para decidir no vivir hoy como judío en la tierra de Israel. Yo tengo las mías y en la Parashá de esta semana siempre encontré un cobijo frente a la postura sionista que no acepta la posibilidad de la vida judía fuera de los límites del Estado de Israel.
En la Parashá de esta semana el pueblo de Israel está a punto de cruzar hacia la tierra prometida pero dos tribus (y luego se le sumará media tribu más) le piden a Moshé quedarse al este del río Jordan y habitar en algunas tierras que conquistaron en una batalla algún tiempo atrás. Moshé en un comienzo los increpa diciendo: “¿Irán sus hermanos a la guerra, y ustedes se quedaréis aquí?” (Núm. 32:6). Moshé les recriminaba que sus hermanos, todas las otras tribus, irían a la batalla en pos de la conquista de la tierra de Israel mientras que ellos se quedarían tranquilos con sus ganados y su familia en aquellas placidas tierras. Sin perder la calma los representantes de las tribus de Gad y Reuven, como un solo hombre (según la lectura de Rashí), le dijeron: “y nosotros nos armaremos, e iremos con diligencia delante de los hijos de Israel, hasta que los metamos en su lugar” (Núm. 32:17). Le prometieron a Moshé que ellos no se quedarían de brazos cruzados mientras sus hermanos iban a la guerra, sino que irían con ellos a la batalla y solamente luego de que se asegurarán la conquista de la tierra de Israel ellos volverían a cruzar el Jordán. Moshé finalmente aceptó.
Este pacto entre las tribus de Gad y Reuven y Moshé se transformó en el paradigma de los contratos condicionales (tnaim) en la literatura rabínica. Sin embargo este pacto es mucho más que eso. Es la aceptación bíblica de una realidad histórica: siempre habrá judíos que quieran habitar la tierra de Israel como también otros judíos que quieran habitar otras tierras. Gad y Reuven (y luego la mitad de la tribu de Menashé) son quizás los primeros pero luego la lista es interminable.
- Luego del exilio babilónico, cuando los persas le permitieron a los judíos volver a Jerusalén y reconstruir el Templo solo un mínimo porcentaje de judíos decidieron regresar.
- En tiempos donde el imperio Griego se expandía por todo el mundo así también lo hicieron los judíos en decenas de colonias griegas fuera de la tierra de Israel llegando incluso a construir Templos (no sinagogas que también las hubo pero Templos como el de Jerusalén en algunas de aquellas ciudades!). En tiempos de autonomía judía durante el periodo macabeo tampoco ellos decidieron regresar.
- Ya para el periodo romano, incluso en los tiempos de calma donde se le permitía a los judíos vivir tranquilamente en Judea y en la Galilea, hay registros de comunidades judías no solo en Asia y África sino también ahora en Europa.
- En los tiempos talmúdicos y pos-talmúdicos (conocido como el período de los Gueonim) existían grandes centros intelectuales judíos tanto en el norte de Israel (la galilea más precisamente) como en Babilonia. Cada escuela con sus áreas de influencia y cada escuela disputando por el poder supremo (cabe mencionar que la escuela babilónica ganó la pulseada).
- La edad media también nos muestra claramente como ciertos judíos elegían frente a las adversidades aventurarse para ir a vivir a una de las cuatro ciudades santas de Israel, mientras que otros (la inmensa mayoría) decidía quedarse en la diáspora más allá de que la vida allí no era mucho más sencilla en la mayoría de los casos.
- Incluso luego de la creación del Estado de Israel cientos de miles de judíos decidieron irse a vivir a la tierra prometida mientras que otros, pudiendolo hacer, decidieron optar por otros lugares de residencia. El ejemplo más paradigmatico es el de los judíos rusos que desde los años 80, cuando la ex Union sovietica les permitió salir del país, una gran cantidad emigraron a Israel pero muchos otros lo hicieron a los Estados Unidos o a Canadá.
El mítico río Sambation se secó hace ya mucho tiempo atrás. Hoy no vivimos en un exilio forzoso, hoy decidimos libremente habitar en la diaspora. El judaísmo desde hace más de 3000 años que habita tanto dentro como fuera de la tierra de Israel. El judaísmo tiene, y siempre tendrá, un pie en la díaspora y un pie en la tierra de Israel.
No debemos sentir vergüenza nunca de ser “diasporicos”. Cada cual que decide vivir en la diaspora tendrá sus razones, todas ellas validas. Cada quien que decide vivir en Israel tendrá también sus razones, todas ellas validas. Nuestro compromiso como judíos diasporicos es seguir el modelo de Gad y Reuven. Ser sionistas como Gad y Reuven. Debemos, y podemos, ser parte del Estado de Israel desde la diaspora.
Podemos ser como Gad y Reuven voluntarizandonos en ir a la Tzavá. Podemos ser como Gad y Reuven voluntarizandonos para hacer trabajo comunitario en alguna ONG israelí. Podemos ser como Gad y Reuven apoyando economicamente los grandes sueños y proyectos de Israel. Podemos ser como Gad y Reuven al defender a Israel de los ataques anti-sionistas de las prensas de nuestros países. Podemos ser como Gad y Reuven cuando ante dos productos similares decidimos optar por el Israelí para aportar a su economía. Podemos (y debemos) ser como Gad y Reuven…
Shabbat Shalom
Rab. Uriel Romano
Gracias Uriel y Yasher Koaj
En ivrit tenemos dos palabras que describen eso: galut y tfutzot. En el mundo actual donde vivir en Israel es una elección, seguimos dispersos por elección y terminó el exilio.
Con la liberación de los judíos rusos y etíopes terminó la galut y vivimos como Gad y Reuven en las tfutzot