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En la Parashá de esta semana encontramos la “ley de los celos” o en hebreo “Mishpat Ishá Sotá”. Según la Torá, si el marido sospecha que su mujer haya cometido adulterio, la misma debe tomar de una pócima, la cual incluye un pergamino con el nombre de Dios en él, para probar así su inocencia o culpabilidad. De ser culpable, las aguas, de forma mágica, le hincharían ciertos miembros del cuerpo hasta provocarle la muerte; de ser inocente nada le pasará. Así dice la Torá: El sacerdote escribirá estas maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas; y dará a beber a la mujer las aguas amargas que traen maldición…(Números 5:23-24).

Basado en este ritual en el tratado medieval conocido como Perek HaShalom, el cual consiste en 21 loas de nuestros sabios sobre la importancia de la paz, dice: “Rabí Ishmael dice: Grande es la paz, por cuanto encontramos que el Santo, bendito sea, renuncia a su propio nombre en nombre de la paz. Ya que está escrito que el nombre sagrado de Dios será borrado por las aguas, para así lograr la paz entre un hombre y su mujer.” (Perek Hashalom, Halajá 9) La paz entre el hombre y su mujer es tan importante que Rabí Ishmael nos dice que Dios permite borrar Su propio nombre con el fin, como se insinúa en la tradición rabínica, de que esta pócima no surta efecto y que el marido vuelva así a recomponer la relación con su mujer. El nombre inefable de Dios es sagrado y usualmente nos está prohibido borrar si quiera una de las letras de Su nombre, sin embargo en aras de la paz Dios decide renunciar a Su propio nombre.

En tiempos de fanatismo religioso esta enseñanza toma un nuevo sentido. En tiempos donde se mata en nombre de Dios, en donde familias se separan en nombre de Dios, en donde Estados oprimen a ciertas minorías en nombre de Dios, en tiempos donde el dogmatismo y el fundamentalismo encuentran bases en las escrituras sagradas debemos recobrar la profunda enseñanza de Rabí Ishmael: Dios está dispuesto a renunciar a Su propio nombre para lograr la paz. Dios está dispuesto a que nosotros, Su creación, borremos en ciertas oportunidades Su sagrado nombre para así lograr la tan ansiada paz en nuestras familias, nuestras sociedades y en el mundo entero.

Si Dios está dispuesto a renunciar a Su propio nombre por la paz ¡Cuanto más nosotros debemos en ciertas oportunidades poner en segundo plano el nombre de Dios (basados en nuestras perspectivas religiosas particulares) para lograr la paz!

Ya llegará el día que se cumplan las palabras del Profeta Zacarías con las cuales concluimos cada una de nuestras Tefilot en el Aleinu LeShabeaj: Y Adonai será rey sobre toda la tierra. En aquel día Adonai será uno, y uno su nombre (Adonai Ejad uShemo Ejad).” (Zacarías 14:9) pero hasta el día en que la humanidad pueda unirse y declarar al unísono el nombre sagrado de Dios debemos los hombres de fe renunciar en ciertas oportunidades, tal como Dios lo hace, a citar a citar Su nombre y los mandatos de nuestra religiones particulares para lograr así la paz.

Shabbat Shalom

P.D: Si la tematica les interesa les recomiendo la lectura del libro del rabino Donniel Hartmann: Putting God Second: How to safe religion from itself (2016).

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