¿Cuál fue la última misión de Moshé antes de morir? Según nuestra Parashá: “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los midianitas; después serás recogido a tu pueblo.” (Números 31:2). El libro de Deuteronomio concluye con un gran discurso de Moshé, con una despedida triunfal en donde el pueblo judío llora la pérdida de un líder sin embargo nuestra Parashá, que comienza a concluir el libro de Números, menciona un final mucho más pragmático y menos hollywoodense. La última misión de Moshé fue comandar una guerra contra Midian en represalia, según comentan varios exegetas como el Kli Iakar (ad. loc.), a la provocación sexual de las mujeres midianitas que concluyó con idolatría por parte del pueblo y luego con una gran plaga divina que le quitó la vida a 24.000 israelitas.
La guerra es una realidad, no un ideal por supuesto, pero sí una cruda realidad. La Biblia y la tradición rabínica aunque sueñan con un ideal de paz no se esconden ante la responsabilidad de hablar y legislar sobre la guerra. Quisiera compartir con ustedes un ejemplo de nuestra Parashá al respecto. En Números 31:7 se nos dice: “Y pelearon contra Midian, como Adonai lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón.” Este versículo, seco y “sanguinario”, encontró en la tradición rabínica una muy interesante interpretación:
ויצבאו על מדין, הקיפוה מארבעה רוחותיה. ר’ נתן אומר נתן להם רוח רביעית כדי שיברחו.
«Y pelearon contra Midian». Los rodearon por los cuatro flancos. Rab Natan dice: “Se les dejó un cuarto flanco libre para que puedan escaparse” (Sifrei Bemidbar, Matot 157)
Los sabios y rab Natan discuten sobre cómo se sucedió exactamente la guerra contra Midian. Ninguna de las dos partes explica la base textual bíblica para apoyar su lectura pero podemos interpretar que los sabios sostienen que el ejército de los israelitas cercaron a los midianitas por todos los flancos ya que aquel versículo termina diciéndonos “y mataron a todo varón”. Es decir, los encerraron y nadie quedó con vida. Sin embargo rab Natan se da cuenta que el versículo 9 nos dice que las mujeres y los niños fueron llevados en cautiverio, por lo cual necesariamente algunos quedaron con vida y debieron haber tenido algún lugar por donde escaparse.
La pregunta central de esta interpretación rabínica es si ante una guerra debemos sitiar al enemigo por completo y no “dejar que ninguno se escape” o bien se debe dejar siempre un espacio libre para quien no quiere luchar en aquella guerra pueda hacerlo y salvar así su vida. Este comentario al libro de Números encontró a través de la pluma de Maimónides un lugar en la literatura halájica judía. Por lo general cuando hay una opinión mayoritaria y una minoritaria la halajá queda como la opinión de los muchos sin embargo Maimónides en dos oportunidades nos dice que de este pasaje aprendemos que ante una guerra, cualquier guerra, siempre se debe dejar un espacio libre para que quienes quieran escaparse puedan hacerlo. Maimónides la recuenta como una de las 613 Mitzvot y también lo codifica en su Mishné Torá (Hiljot Melajim 6:7). Esta misma “ley de guerra” también se encuentra en el Sefer HaJinuj (Mandamiento 527).
Durante la edad media varios codificadores discutieron si esta ley (de dejar una escapatoria) era solo para las “guerras voluntarias” (Miljemet Reshut) o también se debía hacer lo mismo en las “guerras obligatorias” (Miljemet Mitzvá-Jova). El Ramban dice que en las guerras obligatorias no habría que dejar escapatoria alguna al enemigo (ver sus Hasagot al Sefer HaMitzvot) mientras que el Mijnat Jinuj (Rab Yosef bar Moshe Badad) en su comentario al Sefer HaJinuj nos dice que tanto en las unas como en las otras se debe dejar siempre un “camino” libre ya que así lo aprendemos de la guerra contra Midian (que era una guerra obligatoria ordenada por Dios).
Sea como fuera, sin saber exactamente en que se basa, esta fue la interpretación recibida y aceptada por la tradición rabínica como lo podemos ver en el Targum Ionatan (traducción al arameo con interpolación de relatos agadicos y halájicos atribuido a Ionatan ben Uziel pero redactado en la época de los Gueonim) donde se “traduce” el versículo de la siguiente forma: ואתחיילון על מדין אקפוה מתלת טריגונהא היכמא דפקיד יי ית משה וקטלו כל דכורא. Es decir de las dos interpretaciones de Sifrei el escritor de este Targum se queda con la interpretación minoritaria de rav Natan diciéndonos que atacaron por “tres flancos”.
Hace más de 2700 años los profetas comenzaron a decir que el ideal mesiánico serían tiempos de paz y tranquilidad para el mundo. 2700 años después podemos afirmar que todavía aquellos tiempos no llegaron y que su llegada no parece inminente (aunque deseemos y recemos por lo contrario). La guerra es una realidad, una triste realidad. Una realidad que en nuestros días afecta a decenas de países en varios continentes. Especialmente nuestra querida Israel hace más de 67 años que vive lidiando con la guerra. La Europa de la cual muchos de nuestros abuelos y bisabuelos llegaron hoy también está en guerra. Y frente a estas guerras que ya no son guerras de trincheras con flancos establecidos y ordenados la tradición rabínica nos aporta una importante enseñanza: debemos siempre dejar que aquellos niños, mujeres y hombres que no quieran ser parte de la guerra se puedan ir del centro de la batalla. No debemos cerrar las fronteras de las zonas de guerra, así de claro es el mensaje. No debemos dejar morir al inocente para que el culpable no se escape; así enseña nuestra tradición.
En las Hasagot HaRamban al Sefer HaMitzvot nos dice que esta es la halajá: “para así enseñar al pueblo a conducirse de forma compasiva incluso con los enemigos en época de guerra”. No dejemos nunca que la guerra saque lo peor de nosotros mismos. Es especialmente en estos tiempos, cuando el mundo vive una violencia transmitida en vivo y en directo por la televisión, que debemos recordar las palabras de Pirkei Avot que nos dicen: “Y en el lugar donde no hay hombres, esfuérzate en ser uno.” (2:5)
¡Shabat Shalom!