Quiero comenzar diciéndoles que Ahad Haam (literalmente: “uno del pueblo” tomado de Génesis 26:10) es uno de mis “sionistas preferidos”. Nació con el nombre Asher Ginsberg en Ucrania en 1856. Como muchos en su generación nació en el seno de una familia jasídica pero a una temprana edad fue atraído por los estudios seculares. Ajad Haam abandonó entonces la observancia de los mandamientos pero nunca el acervo cultural judío, su literatura y su idioma.
Les dije que fue uno de mis sionistas preferidos porque él fue la principal figura de lo que se denominó “Sionismo cultural”. El sionismo, como sabrán, tuvo diversas ramas e interpretaciones desde sus primeros años. Herzl por ejemplo de “cultura judía” tenía muy poco y abrogaba únicamente por un sionismo político, una solución política al problema judío en Europa. Ajad Haam por otro lado atacó severamente la noción tanto de Herzl como de los jóvenes de Jovevei Tzión que veían en el asentamiento de los judíos en Israel como “La solución” al problema judío. Él creía que la respuesta no solo estaba en asentar la tierra sino darle nueva vida a la cultura judía, al hebreo y la literatura milenaria del pueblo de Israel. Creía que el “problema judío” no se resolvería simplemente trayendo a los judíos a la tierra de Israel sino creando una nación fundada en el espíritu de los textos judíos y de la ética bíblica. Si Herzl quería un “Estado para los judíos” Ahad Haam quería un “Estado judío”.
Otra de sus grandes ideas, de las que yo soy un gran seguidor, es que no todos los judíos debían regresar a la tierra de Israel, sino que una nueva Israel serviría de foco para el renacer cultural y espiritual del pueblo judío en los diversos países de su dispersión. La idea de Kibutz Galuiot (la unión de todos las diásporas) era para él un ideal mesíanico y no una realidad política alcanzable. El sionismo no debía intentar que todos los judíos regresaran a Israel sino que los que regresaran a su tierra ancestral sirvieran de guía para la renovación del pueblo judío en todo el mundo.
Durante muchos años vivió en Londres (como agente de la compañía de te Wissotzky, esa que está presente en cada casa judía con la W bien grande) pero continuó trabajando en la empresa sionista durante toda su vida y fue uno de los principales responsables de la declaración Balfour de 1917 y de la creación del Technion en Haifa. En 1922 hizo aliá. Murió en 1927 en Tel Aviv.
Quizás la frase que más recordamos o repetimos de él es: «Más que los judíos cuidaron el Shabat fue el Shabat quien cuidó al pueblo judío».