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El profeta Isaías (58:13) dijo: “y consideras el Shabat como un deleite (Oneg)”. ¿Se lo puede comprender de otra manera? Al parecer sí. Hay quienes ven al shabat como un deleite (oneg) y quienes lo ven como un daño (nega). En hebreo la palabra Oneg y Nega se escriben con las mismas letras pero de forma invertida. Si nos paramos desde una perspectiva veremos al Shabat como un Oneg, lleno de aromas y sonidos maravillosos; si lo vemos desde otra vereda lo veremos como un Nega, un día en el cual nuestros negocios u otras obligaciones se ven dañadas por el precepto de abstenernos a trabajar.

La mirada que se tiene sobre Shabat siempre ha sido ambivalente. El Talmud enseña que el Shabbat es una pequeña porción del mundo venidero. Los romanos se burlaban de los judíos por observar el séptimo día; holgazanes nos llamaban. Siempre hay más de una forma de comprender cada cosa; y el Shabat no es la excepción.

Si vemos y vivimos el Shabat como un día plagado de prohibiciones, repletos de señales que nos prohíben hacer “tal cosa y tal otra”, el Shabat sin duda se convertirá en un Nega. En un día que no tiene sentido de ser observado ni vivenciado. Sin embargo si cambiamos el paradigma y damos vuelta nuestra mirada podemos convertir al Shabat en un Oneg, en un hermoso deleite para nuestro cuerpo y nuestra alma. Para redescubrir el sentido profundo de Shabat debemos entender las prohibiciones como “abstenciones habilitantes”, dejamos de hacer tal cosa para darnos el tiempo de hacer tal otra. Dejamos los autos para caminar. Apagamos los celulares para hablar cara a cara. Dejamos de trabajar para rezar y leer. Apagamos las radios para cantar en familia y en comunidad.

El Shabat no es un yugo que esclaviza sino el camino para liberarnos. Shabat, en palabras del Rab Abraham Ioshua Heschel, constituye un palacio en el tiempo. Lo que más desea y anhela nuestra generación es tener tiempo. Cada semana, durante 25 hs, tenemos la posibilidad de sumergirnos en un tiempo eterno. Abandonando así las exigencias de la semana para darle un tiempo a las necesidades del espíritu.

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