La Parashá de esta semana comienza con la siguiente frase: “Shoftim veShotrim Titen Leja” –Nombrarás para ti jueces y oficiales en todas las ciudades que el SEÑOR tu Dios te da, según tus tribus, y ellos juzgarán al pueblo con justo juicio-. (Deuteronomio 16:18). La justicia es uno de los pilares sobre los que el mundo se mantiene. En los tiempos talmúdicos los sabios establecieron que uno de los siete preceptos universales –Sheva mitzvot Bnei Noaj- es el de crear cortes de justicia en cada ciudad y en cada pueblo. La justicia es divina.
Cada día, tres veces al día, una de las 19 bendiciones que pronunciamos en la Amidá comienza así: “Hashiba Shofteinu Kibarishona, VeIoatzeinu Kivatejila” -Restituye nuestros jueces como en tiempos pasados y nuestros consejeros como en el comienzo-. Uno podría pensar que cada día le invocamos a Dios para que pueda devolvernos a los grandes jueces y sabios del pasado; para que las “grandes luces” de aquel pasado dorado vuelvan a brillar.
Los maestros de la tradición jasídica, sin embargo, interpretan aquel pasaje de la liturgia de una forma maravillosa. ¿Qué significa que debemos restituir a los jueces como en tiempos pasados? ¿O qué los consejeros deben volver como en el comienzo? El paso del tiempo es inexorable. Estamos condenados al cambio y al paso de la historia. Volver el tiempo atrás es fútil. En nuestra Amida, nos enseñan los maestros jasídicos, rezamos para que nuestros jueces y líderes actuales -y no los del un pasado lejano- vuelvan a tener el ímpetu y la energía de sus comienzos. El primer día de escuela, el primer día en un nuevo trabajo, el primer día de una pareja, están embebidos de una energía avasallante; sin embargo el paso del tiempo es inescrutable y la novedad se convierte en rutina y uno va perdiendo aquella fuerza vital.
Es por ello que cada día rezamos para que cada uno de nosotros pueda volver como al comienzo, no para ir atrás en el tiempo, sino para recuperar las ganas, los ideales y la energía con la que nos embarcamos en cada nuevo proyecto y desafío.
Iehi Ratzón Milefaneja, Sea tu Voluntad Dios nuestro, que cada uno de nosotros pueda cada día recobrar la energía y el ímpetu de aquel primer día.