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El Mashiaj

By octubre 15, 2013No Comments

                                I.             

Hay ciertas cosas que distinguen a una fiesta judía de cualquier otra. Podemos afirmar, sin temor a exagerar, que no hay fiesta judía sin la famosa canción: “Mashiaj”. Cuando esta canción es reproducida un fervor automático genera descontrol en la pista de baile. Mientras cantamos, bailamos, saltamos y sudamos al son de esté “hit” muchos de nosotros desconocemos cual es el profundo significado de esta canción. Sin embargo, de lo que estamos seguros, es que trata sobre el “Mashiaj”, es decir: el mesías.

Está canción tan popular en cada una de nuestras celebraciones se remonta, o por lo menos su letra lo hace, no así su melodía, al siglo XII. Fue Maimonides, una de las mentes más brillantes de la judería de todos los tiempos, quien escribió muy a su pesar los 13 fundamentos de la fe. El doceavo principio afirma: “Yo creo con fe sincera que el Mashiaj vendrá. Y aunque se demore esperamos cada día su llegada”[1]. La creencia en la venida futura de un Mashiaj [literalmente: ungido] es uno de los pilares que movilizan la fe judía. Un pueblo que vivió más de dos mil años de exilio, persecuciones, matanzas y destierros debía albergar en su interior un halito de esperanza. Los sabios le dieron forma a una figura que en la Torá no es mencionada y que en los profetas está someramente esbozada. Los rabinos del Talmud y luego los filósofos medievales fueron los que construyeron la imagen del Mashiaj que más o menos hoy conocemos.

                             II.             

El Talmud, en el tratado de Sanedrín, desde la página 96 a la 99, tiene la descripción más exhaustiva de toda la literatura rabínica sobre el Mashiaj. Los rabinos nos enseñan (Pesajim 54b) que siete cosas fueron creadas antes de que el Eterno cree el mundo; entre estas cosas se encuentra el Gan Eden [Paraiso], el Geinom [infierno] y el nombre del Mashiaj. Es decir, desde un comienzo, sugieren los rabinos, ya Dios había advertido la necesidad de traer redención al universo. El ideal mesiánico, la esperanza motivadora de seres humanos y de sociedades enteras, es uno de los pilares que fueron constituidos míticamente aún antes que el ser humano haya sido creado. La esperanza es una condición necesaria para el desarrollo de la humanidad. Mientras que el hombre o la mujer estén vivos, nos enseñan los rabinos[2], siempre hay esperanzas. La concepción mesiánica entonces podría ser definida como el ideal de esperanza y de redención compartida por un pueblo.

A lo largo de la historia muchos han sido los que se han adjudicado ser los mesías. Estos, por lo general, aparecían en momentos de crisis y de persecución del pueblo judío. Jesús tan sólo fue uno del montón, quizás, quien tuvo más eco mediático como diríamos hoy. Tiempo después de Jesús Rabi Akiva consideró a Bar Kojvá [el hijo de la estrella] como el mesías, hasta que murió en la guerra por la recuperación de Israel y allí las esperanzas desaparecieron. Estos dos personajes ilustran de manera adecuada como el Talmud considera al Mashiaj. El mismo no es un hombre que entrega dólares y saluda apaciblemente y con una sonrisa encantadora a todo el mundo, el mesías, según el Talmud, es un rey guerrero. A los reyes en la antigüedad se los ungía con un aceite especial antes de asumir su trono, por eso lleva el nombre de Mashiaj [el ungido]. El ideal del mesías, según lo plantea Maimonides, es recuperar la autonomía de la tierra de Israel a manos del pueblo judío y traer a los exiliados nuevamente a su hogar. Por este motivo muchos apologistas sionistas consideraron a David ben Gurion, el primer primer ministro de Israel, como el mesías ya que él, más que ningún otro en la historia, comenzaba a cumplir las profecías mesiánicas. En los últimos siglos, muchos falsos mesías han aparecido. En el siglo XVII el famoso Shabetai Tzvi, en el XVIII Jacob Frank, y en el siglo XIX los seguidores de la dinastía jasídica de Rabbi Najman de Breslav consideraron a su líder como el mesías. Lo mismo ocurrió en el siglo XX con una ramificación de la dinastía jasídica de Jabad que hasta el día de hoy consideran a su último Rebbe como el mesías.

                           III.             

Volvamos ahora a los orígenes y ver dónde comienza la idea mesiánica. Dijimos ya que la Torá calla al respecto. No hay siquiera mención de la idea de un salvador futuro. Es el libro del profeta Jeremías (33:15) que nos dice: “En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra.” Está frase por su ambigüedad es la característica de los profetas y la que dará origen a nuestra concepción mesiánica. De aquí aprendemos que el mesías deberá ser de la línea real del rey David y que vendrá “en aquellos días”, o como se interpretó luego, en el final de los días. También aprendemos de aquí que su función será colmar de justicia al mundo. Para quien le interese profundizar le recomiendo que investigue un poco los orígenes mismos del rey David, son historias llenas de incestos y promiscuidad[3]. Es interesante afirmar que el Mashiaj no provendrá de una casa inmaculada ni perfecta, sino de una simiente llena de errores y transgresiones, es decir: de una genealogía muy humana.

El Talmud[4], llama al Mashiaj “el hijo del caído” ya que antes de su llegada todo será horror y destruición. Así dice el Talmud: “La generación en la que venga el hijo de David, los sabios disminuirán […] Habrá una enorme cantidad de problemas y decretos malvados que se renovarán a diario. Cada hecho terrible que ocurra vendrá antes que el anterior haya terminado.” Esto es lo que se denomina los Jeblei Mashiaj, los dolores de parto del Mashiaj. Antes de que se vislumbre una luz de esperanza el mundo estará lleno de dolor y de desesperación. Está concepción era una forma de decirle a los judíos en momentos de persecución y matanzas que mantengan viva la esperanza ya que el Mesías está por venir. Cuando vemos que todo está mal, que nada podría ser peor, allí debemos encender aún más nuestra fe en la salvación. En relación a los dolores de parto y al sufrimiento que antecederán a la llegada del Mashiaj dijo Rab Ulá: “que venga el Mashiaj, pero permítanme no verlo”. Este sabio prefería no ser parte de aquella generación que tendrá el “honor” de ver al Mashiaj. Prefería evitar los sufrimientos en exceso. ¿Quién lo puede juzgar? Era un hombre piadoso pero no un masoquista.

La salvación según los rabinos del Talmud vendrá al finalizar alguno de los ciclos de siete años [Shnat Shmita]. En cada uno de los años algo ocurrirá. En el tercer año, por ejemplo “ocurrirá una gran hambruna en la cual hombres, mujeres y niños santos y piadosos morirán, y la Torá será olvidada por sus estudiantes.” En el quinto año las cosas comenzarán a estar mejor “la gran mayoría se saciará, comerán, tomarán y se alegrarán”. Al final del séptimo año luego de las guerras vendrá el mesías. Sin embargo, tal como afirmó Rabi Iosef hace ya 1700 años: “muchos ciclos de siete [años de Shmitá] han pasado y todavía no ha venido.” Luego de tanto tiempo el Mesías sigue sin venir. Algunos ya habían perdido la esperanza.

Ahora bien, los rabinos del Talmud debían decirle a la gente, más o menos, cuando vendrá el Mesías (para evitar así reacciones como la de Rabi Iosef). La esperanza no podía ser mantenida sin algún dato concreto, la desesperación sería catastrófica. En la casa de estudios de Eliahu se enseñó que el mundo debe existir por seis mil años. En los primeros dos mil años habrá desolación, en los segundos dos mil años la Torá florecerá, y en los últimos dos mil años serán los tiempos de la era mesiánica. O sea, que a partir del año 4000 al año 6000, en ese periodo de 2000 años, el Mashiaj en algún momento debe aparecer. Dos datos de color: los tiempos de Jesús y Bar Kojva marcaban los comienzos de este tercer ciclo de dos mil años, por eso tanto fervor mesiánico en aquel entonces. Por otro lado, estando en el año 5773, a menos de 230 años del fin de este ciclo, se explica el porqué del fervor de tantas sectas fundamentalistas judías sobre la pronta venida del Mashiaj.

Otros sabios nos enseñaban que no se debía pronosticar la llegada del Mashiaj. Rabi Iojanan nos dice al respecto: “Que sean destruidos los huesos de los que calculan el fin de los días porque ellos dirán “porqué el tiempo predeterminando ha llegado, y él todavía no ha venido, él nunca llegará. Aún así debemos esperar ya que esta dicho: a pesar de que se retrasé debes esperar.” No debemos calcular el fin de los tiempos, sino más bien, debemos esperar y mantener la esperanza. Ese es el ideal. Por eso dijo Rabi Iojanan: “cuando veas a una generación que se llena de aflicciones como un río, espera por él”.

Los rabinos del Talmud, sin embargo, sentían una gran desolación. Rab enfatizó que todas las fechas predeterminadas para la llegada del mesías ya habían pasado. ¿De qué dependía ahora nuestra salvación? Y él mismo contesto: “ahora el asunto solo depende del arrepentimiento [Teshuva] y las buenas acciones [Maasim Tovim]”. Y sobre esto comentó Rabi Iojanan cuando dijo que el Mesías no vendrá sino hasta que haya una generación en la cual sean todos inocentes [justos] o todos culpables [malvados]. Es decir: el Mashiaj vendrá para redimir a una sociedad perdida por la injusticia y la maldad o bien para poner un sello y mantener a una sociedad donde la justicia y la bondad afloren por doquier. De nosotros depende.

                           IV.             

Fue el gran autor y polémico filosofo israelí Ieshaiau Leibowitz, quien afirmó que el Mesías siempre habrá de venir. “Vendrá, el Mashiaj que viene es un falso Mashiaj ya que la esencia del Mashiaj es que habrá de venir”, decía este gran pensador. Del Mashiaj siempre debemos hablar en futuro ya que su esencia está en el porvenir. Todo mesías que viene es un falso mesías, ya que la era mesiánica representa la culminación del desarrollo de la historia. Y como suelen decir algunos: siempre se puede estar mejor. Afirmar que el mesías ya ha venido es ir en contra de nuestro deseo continuo y perpetuo de mejorar el mundo y de mejorarnos a nosotros mismos. Sin embargo, como enseñó uno de los grandes filósofos del siglo XX,  Walter Benjamin, al final de sus Tesis sobre el concepto de historia (1940): “Se sabe que a los judíos les estaba prohibido escrutar el futuro. En cambio la Torá y la plegaria les instruyen en la conmemoración. Esto desencantaba el futuro, al cual sucumben los que buscan información en los adivinos. Pero no por eso se convertía el futuro para los judíos en un tiempo homogéneo y vacío. Ya que cada segundo era en él la pequeña puerta por la que podía entrar el Mesías.” Cada instante puede ser el momento que anuncie nuestra redención. La esperanza es el pilar que nos moviliza, y en la cultura judía la denominamos “Mashiaj”.  


[1] בביאת המשיח, ואף על פי שיתמהמה, עם כל זה אחכה לו בכל יום שיבוא. Su original en hebreo se encuentra en la introducción que hizo Maimonides al decimo capitulo del tratado de Sanedrín.

[2] Talmud Ierushalmi, Berajot 9 13b

[3] Para quien quiera averiguar los orígenes del rey David, fundador de la “línea mesiánica”, le recomiendo que lea Bereshit 19:30-38 , Bereshit 38:11-19, Rut 4:21-22.

[4] A continuación todas las citas talmúdicas, a menos que se haga referencia explícita, será extraías del tratado de Sanedrín de la página 96b a la 99a. 

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