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Sobre la paz y la verdad

By abril 9, 2013No Comments

Image(Talmud Babilonico, Tratado Sanedrín 6a-7b)

Nuestros Rabinos enseñaron: Al igual que para los tribunales de justicia tres jueces son requeridos, tres jueces son necesarios para las operaciones de arbitraje (conciliación). Después de que un caso ha sido decidido por sentencia judicial, no se debe intentar un arreglo.

Rabi Eliezer ben Rabi Iosi el Galileo[1] dice: Está prohibido arbitrar en un acuerdo, y el que arbitra está pecando, y el que ensalza dicho árbitro [Botzea] menosprecia al Señor, porque está escrito (Salmos 10:3): “el que bendice a un árbitro [Botzea], menospreciaalSeñor” pero la ley corta a través de la montaña, porque está escrito (Deuteronomio 1:17):“porque el juicio es de Dios”; yeste era el lema de Moisés: Dejemos que la Ley atraviese la montaña. Aarón, sin embargo, amaba la paz, perseguía la paz y buscaba la paz entre el hombre y su prójimo, como está escrito (Malají 2:6): “La ley de verdad estuvo en su boca, iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la maldad.”[…]

Rabi Meir[2] dice: No se habla de Botzea (conciliación) sino solamente por Iehudaya que está escrito (Génesis 37:26): “Entonces Judá dijo a sus hermanos: — ¿Qué vamos a ganar (Betzá) con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?”.Y el que alaba a Iehuda, verdaderamente esta blasfemando, ya que es escrito (otra lectura posible de Salmos 10:3): “El que alaba al hombre que es dado a la codicia (Botzea)menosprecia al Señor.”

RabiIoshua benKarja[3] dice: Es un precepto (Mitzvá) llegar a una resolución mediante la conciliación, porque está escrito (Zejaría 8:16): “Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas.”Seguramente donde hay justicia estricta no haya paz, y donde haya paz, no hay justicia estricta! Pero, ¿cuál es esa clase de justicia en la cual hay paz? –Estamos obligados a decir que es la conciliación (Arbitraje o Bitzua). Así fue en el caso de David, como se lee (Shmuel II 8:15):“y David administraba justicia (Mishpat) y rectitud (tzedaka) hacia todas las personas”. Sin duda donde existe justicia estricta no hay caridad, y donde hay caridad, no hay justicia! Pero ¿cuál es el tipo de justicia que esta junto con la caridad? – Estamos obligados a decir que es la conciliación (Arbitraje o Bitzua).

 

Sin embargo, la siguiente interpretación de este versículo, servirá como argumento para el primer Tanna – sabio judío de los tiempos de la Mishná (Siglo II d.e.c) – [quien sostiene que el arbitraje está prohibido]. Al dictar la sentencia en un juicio Davidsolía absolver a los inocentes y condenar a los culpables pero cuando veía que el condenado era pobre, él mismo (el Rey David) lo ayudaba a pagar su deuda dándole dinero de su propio bolsillo. De esta manera ejecutaba el juicio (Mishpat) y la rectitud (Tzedaka, caridad). Con uno hacía justicia y con el otro caridad. Al primero le devolvía su dinero y al segundo lo ayudaba pagando él mismo la deuda. Y es por eso que la escritura dice: “y David administraba justicia y rectitud (tzedaka) hacia todas las personas”[…]

                                                             

RabiShimon ben Menasya dice: Dos personas que vinieron ante ti para un juicio hasta que tu no hayas escuchado sus argumentos, o incluso después de haber escuchado sus argumentos si todavía no sabes por quién inclinarte (a favor o en contra), se te está permitido decirle a ellos: salgan y resuelvan este conflicto por ustedes mismos (a través de una conciliación). Sin embargo, si ya has escuchado sus argumentos y sabes por quien inclinarte (a quien debes absolver y a quien debes condenar), se te está prohibido decirle a ellos: salgan y resuelvan este conflicto a través de una conciliación. Porque esta dicho (Proverbios 17:14): “El que inicia la discordia es como quien suelta las aguas, ¡abandona, pues, la contienda, antes que se complique!” Antes de que el caso haya sido puesto al descubierto uno puede abandonar la confrontación mas cuando el caso ha salido a la luz la misma no puede ser evitada. […]

Rab dijo: la halajá está de acuerdo con Rabi Ioshua ben Karja.

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En el Talmud muchas veces se intenta determinar “¿cuál es la halajá?” pero siempre detrás de esta pregunta se esconden las preguntas más fundamentales del ser humano. El aparente –o no tan aparente– legalismo que fluye a lo largo de las más de 2700 páginas del Talmud esconden en su interior las preguntas eternas que todo ser humano, a lo largo de su vida, se pregunta en alguna oportunidad. Y si no nos la preguntamos el Talmud nos invita a que nos hagamos estas preguntas.

Este desafiante pasaje del Talmud (siglo V) se encuentra en el tratado de Sanedrín, el mismo, como su nombre lo indica, trata in extenso muchas de las regulaciones que gobiernan los juicios y los tribunales de justicia del pueblo judío. En esta oportunidad el Talmud nos desafía a una pregunta que inquieta y que nos atraviesa hasta nuestros días: ¿Qué valor debe gobernar nuestro panteón de valores,la paz o la verdad?

Comencemos entonces a repasar el texto y a intentar absorber la inmensa sabiduría que se desprende de nuestro texto consagrado y milenario. Algunos datos de contexto para comenzar. El Talmud comienza relatándonos que tal como los juicios deben contar con un mínimo de tres jueces, las conciliaciones también deben tener esa cantidad de jueces, aunque luego sugieren que en estos casos con un solo juez presente la conciliación es válida.

Hasta aquí la primer sentencia. Todos están de acuerdo, sin embargo, en las lecturas talmúdicas sabemosque inmediatamente luego de un acuerdo le sobreviene un desacuerdo. Y esta no es la excepción. Rabi Eliezer considera la conciliación un pecado, una afrenta a Dios y a la verdad. En la vereda opuesta de este sabio se encuentra Rabi Ioshua ben Karja que afirma, que muy por lo contrario, el intentar llegar a una conciliación –sin la necesidad de un juicio– es una Mitzvá (un mandato divino). Como pueden observar esta no es una diferencia ligera sino que ambas son cosmovisiones de mundo ampliamente encontradas.Analicemos cada una de ellas.

Rabi Eliezer ben Rabi Iosi pone en la cúspide de su ética a la Verdad. La verdad es el principio rector por el cual, según él, todas las cosas se deben regir. En este sentido un acuerdo entre las partes sin un juicio constituye una aberración y una afrenta a la Verdad. Si el juicio busca, en su sentido más prístino, llegar a la verdad, absolver al inocente y condenar al culpable, una conciliación entre las partes hará que nunca se pueda llegar a la verdad por lo cual los hechos siempre quedarán impunes. Para él la ley, la justicia, es tan poderosa que logra atravesar las montañas y su modelo de referencia era Moshé. Élfue el gran legislador, el primero del pueblo de Israel, el cual se sentaba día y noche a resolver los litigios que se suscitaban en el seno del pueblo de judío (Shemot 18:14 y ss.) tenía a la verdad como su máxima ya que como expresa el libro de Debarim (1:17),“el juicio pertenece a Dios”. Y si en las esferas divinas buscan justicia, buscan la verdad, nosotros como seres humanos creados a Su imagen y semejanza, debemos buscar la justicia y la verdad en nuestras sociedades. Alejarnos de la verdad, es alejarnos de Dios.

En las antípodas de Moshé Rabi Eliezer coloca a su hermano Aarón. Aarón tal como afirma Pirkei Avot (1:12) es aquel que ama y persigue la paz.[4] A diferencia de su hermano, y vean lo sugestivo que es esta relación fraternal, Aarón no coloca a la paz como la cúspide de su accionar sino que sugiere que conseguir la paz esel verdadero mandato divino. Por sobre la verdad, sugiere Aarón, está la paz. Avot de Rabi Natan, al comentar la Mishná de Pirkei Avot recién citada, nos cuenta un Midrash que afirma que cuando dos personas se peleaban y se enemistaban Aarónse sentaba con cada una de ellas y les hacía ver y reconocer como el otro se sentía; le sugería que el otro también se sentía angustiado y dolido por el pleito. Aarón no se levantaba del lado de cada uno de los enemistados hasta que los celos no le desaparecieran de su corazón. Si bien los actos de Aarón son loables, los tosafistas[5] sugieren que él podía encargarse de perseguir la paz entre los hombres porque él no era un Dayan, no era juez. A diferencia de su hermano Moshé que debía administrar justicia, según los comentaristas del Talmud, Aarón disponía por sus funciones sacerdotales de las características para intentar solucionar las disputas entre los hombres sin la necesidad de llegar a un juicio.

En este contexto hay una intervención de otro sabio, de Rabi Meir, que sugiere que todo este tema en relación a las conciliaciones se debe únicamente a aquella famosa acción de Iehuda con respecto a su hermano Iosef. Cuando los hermanos planeaban matar a Iosef este dijo “¿Qué vamos a ganar (Betzá) con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?” y entonces sugirió que lo vendan como esclavo a los ismaelitas. Ahora bien ¿esta actitud de Iehuda es elogiable o detestable? Si bien desde nuestra óptica moderna no podemos juzgar los parámetros moralesde aquellos tiempos si podemos hacernos la siguientepregunta: ¿la media salvación es una “salvación completa”? Si bien Iehuda le salvó la vida a su hermano Iosef vendiéndolo como esclavo a Egipto, Rabi Meir sugiere, que quien alaba a Iehuda por esta actitud verdaderamente está blasfemando ya que la palabra que utiliza el texto bíblico en boca de Iehuda es ¿Qué ganancia (Betza)? Y es este término Betza es el que luego hará referencia al hecho de la conciliación. La raíz de este término es B.Tz.H y en el texto bíblico tiene dos grandes significados. Uno es el que aquí se emplea haciendo referencia a la “ganancia/provecho” y otro es el uso más habitual que se utiliza para referir a cortar o separar. Libtzoa, su verbo, para los rabinos tiene dos acepciones fundamentales. La primera, es cortar la Jalá en Shabat y la segunda, en el sentido que aquí es utilizado, es para arbitrar o conciliar. La idea de cortar y de dividir también se haya presente en esta definición ya que al conciliar y llegar a un acuerdo las partes se “dividen” las culpas y las responsabilidades. Ahora sí, volviendo a Iehuda, podemos afirmar que según estos sabios su actitud no es elogiable ya que como no existen las medias mentiras tampoco existen las acciones a medias.

Rabi Ioshua ben Karja, como pudimos ver, tiene una actitud diametralmente opuesta en relación a los arbitrajes y a las conciliaciones. Su ideal no es la verdad sino la paz. La justicia debe conducir hacia la paz y no necesariamente a la verdad. Si ambas entran en conflicto la paz tiene preminencia. Es muy interesante lo que este sabio afirma al decir: Seguramente donde hay justicia estricta no haya paz, y donde haya paz, no hay justicia estricta! Donde la ley se aplica de forma estricta sin contemplar las necesidades y las situaciones de los litigantes seguramente no exista la paz. Si en un juicio una de las dos partes pierde todo y la otra gana todo, los celos, las envidias y las venganzas penetrarán el seno de las sociedades y no habrá shalom entre los hombres. La verdad habrá triunfado pero la relación entre los hombres se habrá resquebrajado. Sin embargo sugiere Rabi Ioshua que puede existir un lugar donde la paz y la verdad se encuentren y ese lugar es la conciliación. En una conciliación ninguna de las partes saldrá perdiendo del todo y los rencores y odios se apaciguarán. La verdad quizás no seallevada a sus máximas consecuencias pero la paz social podráhaber sido alcanzada. La imagen del rey David, del salmista bíblico, es evocada en este contexto al afirmar que él podía integrar la justicia y la rectitud, Mishpat uTzedaka convivían en sus resoluciones.

Este pasaje del tratado de Sanedrín finaliza con una declaración de Rabi Shimon ben Menasya. Afirma que no en todo momento ni en todo lugar se puede buscar la conciliación. Al iniciarse un litigo el juez, en primer instancia, debe sugerir a las partes a que intenten resolver sus conflictos de forma particular. Les debe proponer que lleguen a un acuerdo que no los lleve a un juicio largo, costoso, doloroso y extenuante. Sin embargo si el juez ya se decidió, si ya vislumbró “la verdad” no puede sugerir que las partes arreglen su conflicto de forma mediada. Y es así, dice Rab, como queda la halajá. La misma no adopta la postura de Rabi Eliezer que sugería que todo juez que incite a la conciliación es un pecador sino que la misma sigue la postura más indulgente de Rabi Ioshua ben Karja. El Beit Habejira[6]insiste en que es un precepto y la actitud más suprema de un juez incitar primero a la conciliación y luego acceder a llevar a cabo un juicio. Un juez primero debe buscar la paz y solo de forma secundaria la verdad. La paz, entonces, tiene primacía en el panteón de los valores morales de los sabios del Talmud, por sobre la verdad; pero cuando la verdad sale a la luz no hay vuelta atrás y la estricta justicia debe ser aplicada. Cuando el conflicto comienza ruge como las aguas tempestuosas y no hay quien pueda pararlas. Por eso primero se debe evitar que este conflicto llegue a ese punto pero si llega no queda otra alternativa que llegar a la verdad a través del juicio.

La verdad, evocada en nuestro sabio Moshé, y la paz, situada en el primer Sacerdote Aarón, son, como sus referentes, hermanas. Ambas deben aprender a caminar  y a crecer juntas. Ambas deben encontrarse, como sugieren los sabios del Talmud, en la conciliación. Mishpat uTzedaka, Justicia y rectitud; Emet veShalom, verdad y paz, deben conducir nuestras acciones. No una y no la otra sino ambas.

 


[1] Es un Taná del siglo II d.e.c. Pertenece a la cuarta generación de los Tanaim. Vivió y enseño en Usha. Fue alumno de Rabi Akiva.

[2]Es uno de los más grandes tanaím de la cuarta generación. Estudiante de Rabi Akiva.

[3]Otro Taná de la cuarta generación también estudiante de Rabi Akiva.

[4]Jidushei Hamaharsha en su comentario a este pasaje talmúdico afirma que Aarón buscaba la paz en tres sentidos (ya que 3 veces aparece la palabra paz en la cita del Talmud). Amaba la paz Divina, perseguía su propia paz y plenitud interior y luego buscaba la paz y la convivencia pacífica entre los hombres.

[5]Nietos y segunda generación de discípulos de Rashí, también comentadores del Talmud (Siglo XI y XII)

[6]El comentario al Talmud del sabio francés Menajem Hameiri (siglo XIII).

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